A mediados del año 2017, en el marco de la reseña de la antología “Humo y Espejos” de Neil Gaiman, publicada en castellano por Salamandra Ediciones, destacamos un original relato titulado “Nieve, cristal, manzanas” que era el tradicional cuento de Blancanieves contado desde una óptica muy distinta a la que conocíamos y que nos demostró que todo depende del cristal a través del que se mira.
Una reina no tan malvada siente miedo de su monstruosa hijastra y está decidida a ahuyentar a esta criatura y a salvar su reino de un mundo donde no existen los finales felices.
El prolífico periodista, novelista, poeta, cuentacuentos y guionista británico Neil Gaiman es un visitante habitual de ViaNews, un autor para el que siempre tenemos las puertas abiertas y al que recibimos con sonrisas de viejos amigos, codazos de complicidad y la alegría del reencuentro. Neil Gaiman es, en resumen, uno de los autores fundamentales en ViaNews. Su prolífica obra nos cautiva y nos tiene robado el corazón con ese universo tan particular, inclasificable e inimitable, que está habitado por gente común pero que se encuentra a un solo paso de un mundo paralelo oscuro y terrible, al que se llega a través de un umbral mágico y escondido. El escritor de Porchester es un maestro del relato breve y, para quienes no conocen aún toda su obra, cualquiera de sus antologías de relatos es una buena forma de comenzar a descubrirlo. “Objetos Frágiles“, “Humo y Espejos” o “Material Sensible” son un cajón de sastre que recogen relatos breves e historias cortas, cuentos y poesías, pequeñas bromas y homenajes, dedicatorias y secuelas, que pueden servir para seducir a los reticentes y a convencer a los menos habituales.
“Nieve, cristal, manzanas” (“Snow, Glass, Apples“) es, en su origen, un relato breve de Neil Gaiman del año 1994 que escribió para una obra benéfica (Comic Book Legal Defense Fund) y que posteriormente incluyó en las antologías “Love in Vein II” primero y “Smoke and Mirrors” después. Es de esta segunda, “Humo y Espejos“, la traducción que nos llegó en castellano, publicada por Salamandra Ediciones. “Humo y Espejos” es una antología que recoge veintinueve relatos breves e historias cortas del mundo fantástico, erótico y onírico de Neil Gaiman (el título hace referencia a los juegos de ilusionismo de los magos), publicado originalmente en el año 1998. Varios de los relatos de la antología tuvieron una adaptación al cómic: “La hija de los búhos” y “El precio“, de la mano de Michael Zulli, “Misterios de un asesinato” del dibujante P. Craig Russell, “Criaturas de la noche” ilustrado por Michael Zulli o “El puente del troll” por Colleen Doran. Y el último en sumarse a la lista es este “Nieve, cristal, manzanas“.
No sé qué clase de criatura es ella. Ninguno de nosotros lo sabe. Mató a su madre en el parto, pero eso nunca es suficiente para explicarlo.
Me llaman sabia, pero no lo soy ni mucho menos, por todo lo que preví, fragmentos, momentos congelados, atrapados en charcos de agua o en el cristal frío de mi espejo. Si fuera sabia, no habría intentado cambiar lo que vi. Si fuera sabia, me habría matado antes de encontrarme con ella, antes de atraparle a él.
Los cuentos de hadas han seducido a los niños, y a los no tan niños, desde hace miles de años. Se cuentan desde la antigüedad, para acompañar a los pequeños al reino de los sueños. Tienen algo mágico, que nos arrastra hacia tiempos primigenios, ancestrales, cuando la naturaleza reinaba sobre el mundo y escondía secretos y maravillas que los hombres y las mujeres temían tanto como les fascinaban. Los cuentos de hadas tradicionales ofrecen un final feliz para los niños (“… y fueron felices, y comieron perdices“) mientras que la triste y cruda realidad se reserva para los adultos. El cuento de Blancanieves es uno de los más populares, y la versión más difundida es la de los hermanos Grimm, del año 1812, titulada originalmente “Schneewittchen“, que nos contaba la historia de la hija de un rey, con la piel tan blanca como la nieve, los labios tan rojos como la sangre y el pelo tan negro como la noche, a la que su egoísta, malvada y vanidosa madrastra ordenó matar. El resto de la historia ya lo conocemos todos, y Walt Disney la convirtió en un clásico esencial del cine de animación: el cazador deja a Blancanieves sola en el bosque, ella se encuentra con la casa de los enanitos donde es acogida, la malvada madrastra se disfraza como una anciana y le ofrece a la joven una manzana envenenada, que al morderla cae en un profundo sueño del que solamente saldrá tras el beso de un príncipe azul… Pero, ¿y si las cosas no hubiesen pasado como nos las habían contado? La mayoría de la gente cree saber lo que le sucede a esta joven desafortunada llamada Blancanieves. La mayoría señalan a la malvada madrastra y le desean la derrota y el castigo. La mayoría de la gente se equivoca. “Nieve, cristal, manzanas” nos cuenta la historia de nuevo, con un sencillo giro argumental: érase una vez una joven princesa con la piel blanca como la nieve, el pelo negro como el carbón y los labios más rojos que la sangre… y érase también una reina sabia, muy enamorada de su rey, que no quería nada más que reinar pacíficamente en su reino, pero que se verá obligada a enfrentarse a una niña inhumana que tiene un gusto antinatural por la sangre.
Me miró y sonrió —rara vez lo hacía—, luego me hundió los dientes en la raíz del pulgar, el monte de Venus, y me hizo sangrar. (…) La princesita pegó la boca a mi mano y lamió y chupó y bebió. Cuando hubo acabado, se marchó de mi aposento. Mientras lo miraba, el corte que ella me había hecho empezó a cerrarse, a formar una costra, a curarse.
A diferencia del trabajo de Colleen Doran con “El puente de troll“, donde nos quejamos amargamente de que el estilo de la ilustradora norteamericana no encajaba con el relato de Neil Gaiman, que carecía de fuerza, en las páginas de “Nieve, cristal, manzanas” parece haber encontrado el tono adecuado, esa fuerza que le pedíamos en la obra anterior. No es fácil, y muchos otros han querido adaptar material de Gaiman con más o menos fortuna. Muchos son los autores que recorren al trabajo del cuentacuentos Neil Gaiman para inspirarse, copiar, homenajear, adaptar o colaborar, y Colleen Doran no fue la primera y no será la última: desde John H. Williams III o P. Craig Russell en “The Sandman“, Gabriel Bá y Fábio Moon en “Cómo hablar con chicas en fiestas“, Charles Vess en “Stardust“, Jill Thompson en “El libro de cuentos de los pequeños Eternos“, o John Bolton en “Corazón de Arlequín“, entre muchos otros, destacando por encima de todos su prolífica relación de Gaiman con su colega y viejo amigo Dave McKean. De hecho Doran ha oscurecido y detallado su estilo pictórico, que en esta ocasión se inspira en la obra del artista irlandés Harry Clarke, para conseguir plasmar con bastante precisión el mundo fantástico, oscuro y onírico del escritor inglés y de este cuento de hadas negro negrísimo. De hecho Colleen Doran fue galardonada con el prestigioso premio Eisner Award for Best Adaptation from Another Medium del año 2020.
Con “Nieve, cristal, manzanas” Neil Gaiman nos ofrece un billete de ida y vuelta a su mundo de fantasía personal, tan inclasificable como inimitable, que seduce tanto como sorprende. Su versión del cuento de Blancanieves encaja como un guante en ese universo Gaiman cargado de miedos infantiles, extraño y desosegante pero, a la vez, cotidiano y nostálgico.
Nieve, cristal, manzanas
Autores: Neil Gaiman y Colleen Doran
Traducción: Diego de los Santos
Fecha de publicación: Noviembre de 2021
ISBN: 978-84-1341-794-3
Formato: 16,5×25,8cm. Cartoné. Color
Páginas: 72
Precio: 16,95 euros
A ver, yo entiendo que estafa es cuando te quedas tú el dinero, no cuando el dinero es un donativo…