Parece que, ya metidos de lleno en el siglo XXI, con la racionalidad fría por bandera, los años convulsos que estamos viviendo, la crisis económica y sus consecuencias, el aumento de las desigualdades sociales, la pérdida de valores, los ineptos gobernando en medio mundo, la violencia estableciendo las reglas e imponiendo su ley ante la derrota del diálogo,… sería un buen momento para recuperar el espíritu de los cuentos de hadas. ¡Y el final feliz! El mundo sería un lugar mejor.

Érase una vez, en un reino muy lejano,…

En la tranquila campiña inglesa, a comienzos de la época victoriana, se encuentra el pueblo de Muro, una apartada aldea que toma su nombre de la imponente muralla de piedra que rodea sus fértiles praderas. El pausado ritmo de Muro se ve interrumpido una sola vez cada nueve años, cuando los seres mágicos y los mortales se reúnen en el prado para celebrar un mercado sin igual.
Es aquí, en Muro, donde el joven Tristran Thorn se enamora de la chica más bella del pueblo, una mujer tan fría y distante como la estrella que los dos ven caer desde el cielo una despejada noche de octubre. Para ganarse la mano de su amada, se apresura a prometerle que le traerá la estrella caída, y emprende una búsqueda que le llevará a traspasar el antiguo muro y a adentrarse en un mundo que está más allá de sus más atrevidas fantasías…

Los cuentos de hadas han fascinado a muchas generaciones de niños a lo largo de la historia, desde el origen de la civilización puesto que las primeras muestras escritas datan del Antiguo Egipto, hace algo más de tres mil años. También hay ejemplos de la India, Mesopotamia, la Antigua Persia, China, Grecia, Roma… hasta nuestros días. “La Cenicienta“, “La reina de las nieves“, “La bella durmiente“, “El sueño de una noche de verano“… Todos los adultos guardamos en la memoria alguna historia que nos contaron en nuestra infancia, acurrucados entre las sábanas y con el sueño acechando, con hadas, héroes, princesas, ogros, brujas, lobos y castillos de por medio.

Los cuentos de hadas son un subgénero de la literatura infantil que cuentan historias en un lugar y tiempo indeterminados, en un mundo imaginario, que tienen un alto valor pedagógico, con mensajes ejemplarizantes, que ayudan a los pequeños a diferenciar entre el bien y el mal, a comportarse adecuadamente ante determinadas situaciones, y a desarrollar su imaginación y creatividad. Y los cuentos también son, por supuesto, una parte muy importante del patrimonio cultural de los pueblos, pues transmiten y conservan el conocimiento.

La multipremiada novela “Stardust” de Neil Gaiman, ilustrada por Charles Vess, es una deliciosa y trepidante historia repleta de amor y magia. Un cuento de hadas. Quizás el mejor cuento de hadas que se ha escrito en el último siglo. Hadas que caen del cielo como una estrella, amores que parecen imposibles, un héroe tan inocente como obstinado, cazadores de rayos a bordo de bajeles voladores, hermanos fratricidas enfrentados por una corona, brujas que buscan la juventud perdida, fantasmas atormentados que esperan su merecido descanso,… Todo ello escrito con un estilo clásico, de aires victorianos, ingenuo y ochentero, como “La princesa prometida” de William Goldman, e ilustrado con brillantez por Charles Vess, un artista que acompaña el relato con casi doscientos dibujos y acuarelas magistrales de estilo Art Nouveau. Incomprensiblemente, tiempo atrás se publicaron ediciones de “Stardust” (Norma y Roca Editorial) solamente del texto, sin las imágenes de Vess, que complementan y completan la obra de Neil Gaiman y que considero indisolubles.

El resultado del tándem artístico escritor-ilustrador es excelente, y los galardones confirmaron el magnífico trabajo de ámbos en sus correspondientes ámbitos. De hecho no debería sorprender, pues los dos autores ya habían trabajado juntos con anterioridad, en “Los Libros de la Magia” junto a John Bolton, Scott Hampton y Paul Johnson, y también en algunos de los episodios más celebrados de “The Sandman“, como el dedicado a “El sueño de una noche de verano“, galardonada en 1991 con el World Fantasy Award al mejor relato.

Y no solamente Charles Vess, pues en “The Sandman”, “Orquídea Negra” o “Coraline” el talento de Neil Gaiman ha permitido que grandes artistas gocen con su universo. Desde John H. Williams III, Michael Zulli o P. Craig Russell en “The Sandman”, Jill Thompson en “El libro de cuentos de los pequeños Eternos”, o John Bolton en “Corazón de Arlequín”, hasta su prolífica relación con Dave McKean, el autor inglés ha inspirado a muchos de los mejores ilustradores de su generación.

Siempre insisto en lo mismo: hay que descubrir a Neil Gaiman. Hay que compartirlo con aquellos que todavía no lo han descubierto, y los caminos para llegar hasta su obra son numerosos. Si te gusta el cómic te recomiendo “The Sandman“, por supuesto, pero también “Orquídea Negra” o algunas de las adaptaciones de sus relatos al cómic, como “Criaturas de la noche” de Michael Zulli o “Misterios de un asesinato” de P. Craig Russell. Si eres un devorador de libros, “American Gods“, “Neverwhere“, “El océano al final del camino” o “Buenos Presagios“, a cuatro manos con el maestro Terry Pratchett, seguro que no te decepcionarán. Y si me confiesas que lees poco te sugiero probar primero con sus antologías de relatos, como “Objetos Frágiles“, “Material Sensible” o “Humo y Espejos” o con los textos recopilados en “La vista desde las últimas filas“, que pueden servir para seducir a los reticentes y a convencer a los menos habituales.
Y si eres un lector joven, o un padre que busca una lectura ideal para acompañar a tu retoño hasta el mundo de los sueños, te aconsejo empezar con este “Stardust” (aunque no desdeñaría ni “Coraline” ni “El libro del cementerio“). Es sencillo, es dulce, tiene ritmo, llevará el corazón de tus pequeños sobre una montaña rusa de emociones, con incursiones en territorios fuera de su zona de confort cuando las brujas asomen su nariz para atormentar a Tristan y su amada estrella, a reir a carcajadas y a sonreír, e incluso a derramar una lágrima de vez en cuando. Si Andersen, Perrault o los hermanos Grimm lo hicieron en tu infancia, Neil Gaiman y Charles Vess lo harán ahora con tus hijos.

La mano del británico Neil Gaiman, uno de mis escritores favoritos, supo reinventar los cuentos de hadas con “Stardust“, modernizando los elementos estructurales, descartando los tópicos, con varias líneas argumentales paralelas tan interesantes como la principal, aprovechando la creatividad e imaginación del género para construir un relato sólido y sin fisuras que encaja al final como los engranajes de un relojero. Como la mayoría de sus textos, “Stardust” es como un iceberg: se puede ver lo que hay por encima, pero hay mucho más escondido bajo las aguas.

Y con un final feliz, como se merecen todos los cuentos de hadas. Y como necesitamos nosotros, habitantes de un planeta que necesita volver a descubrir que la oscuridad que atenaza nuestros corazones se puede aligerar viajando de nuevo a los rincones felices de nuestra infancia.

Stardust
Guión: Neil Gaiman
Dibujo: Charles Vess
Edición original: “Stardust” núms. 1-4
ISBN: 978-84-16901-57-9
Formato: 17x26cm. Cartoné. Color.
Páginas: 224
Precio: 22,00 euros