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Destino Final“, la conocida saga de terror y humor truculento que se inició en el año 2000 con una ingeniosa idea del director y guionista James Wong, que escribió muchos capítulos de la mítica serie de sucesos sobrenaturales “Expediente X” y sacó la premisa argumental de uno de sus episodios, un guion no encargado que el guionista Jeffrey Reddick había creado para la serie y que no salió adelante. Con un presupuesto de 23 millones de dólares, la primera película de la franquicia recaudó casi cinco veces más, 112 millones de dólares, y con esa suculenta cifra en las manos de los productores, el inicio de la franquicia estaba garantizado. De hecho la alargaron durante más de una década hasta sumar un total de cuatro secuelas y más de seiscientos millones de dólares de ingresos en taquilla en todo el mundo.

La vida es una película que termina, siempre, con la muerte del protagonista. Y las películas de “Destino Final” terminan, casi siempre, con la Muerte cobrándose las presas que las caprichosas coincidencias le habían arrebatado. Divertidas, truculentas, sangrientas, desacomplejadas, la primera película de la saga marcó el camino a seguir: mientras embarcaba junto al resto de su clase en un vuelo con destino a París, Alex tenía el presentimiento de que el avión iba a tener un accidente, cosa que le lleva a desembarcar junto a seis de sus compañeros y a una profesora. Inexplicablemente, el avión explota en el aire nada más despegar y, a partir de entonces, todos ellos empiezan a verse perseguidos por inexplicables accidentes mortales. Puesto que no estaba previsto que ninguno de ellos sobreviviera, la Muerte viene a reclamar a su presa y el desdichado grupo se lanza frenéticamente a la búsqueda de una forma de escapar a su siniestro destino.

Protagonizada por Devon Sawa, Tony Todd, Ali Larter, Kerr Smith y Seann William Scott, entre otros, la primera “Destino final” (“Final destination“) del año 2000 sorprendió porqué nos ofrecía una película de terror teen, de miedo pero sin miedo, divertida más que otra cosa, con la dosis justa de sangre y gore pero con humor negro y cruel, muy cruel. Era una mezcla entre las anodinas propuestas de terror juvenil de los años ochenta y noventa con el terror cruel de “Saw” o “Hostel” que se hizo conocida por las elaboradas muertes de los personajes que escapaban de su destino, lo que se ha convertido en el elemento más destacado, aplaudido y reconocible de la franquicia.

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