El mito del hombre lobo es uno de los más antiguos de la humanidad. El historiador y geógrafo griego Heródoto, padre de la Historia en el mundo occidental, escribió sobre el pueblo de los neuros, capaces de convertirse en hombres lobo mediante sortilegios. Es la primera referencia a la licantropía de la que se tiene conocimiento. Más tarde Plinio el Viejo, Virgilio y Pausanias hablaron de hombres convertidos en lobos, y en la Edad Media el mito se convirtió en obsesión y una creencia generalizada de su existencia. Sea como sea, los códigos sobre los hombres lobo y la licantropía son comunes en todos los relatos a lo largo de todas las épocas, y casi todos ellos se repiten en todas las películas que han hablado de estas criaturas míticas: transformaciones a la luz de la luna llena, apariencia más animal que humana, agresividad sin control, zarpas afiladas, apariencia de lobo, vulnerables a la plata,…
El cine nos ha contado muchas historias sobre hombres lobo, empezando con el clásico “El hombre lobo” de George Waggner allá por el año 1941, con Lon Chaney Jr. bajo la máscara, pasando por “Un hombre lobo americano en Londres“, “Teen Wolf“, “Lobo“, “Dog Soldiers“, “En compañía de lobos“, “Aullidos“, “El pacto de los lobos” y tantas otras. Sin olvidar una clásica como “Yo fui un hombre lobo adolescente” (“I was a teenage werewolf“), dirigida por Gene Fowler Jr. y protagonizada por Michael Landon, Dawn Richard, Ken Miller, Tony Marshall, Whit Bissell e Yvonne Lime, que formaba parte del ciclo de monstruos adolescentes de la productora American International Picture (AIP) junto a “Yo fui un Frankenstein adolescente” y “Cómo crear un monstruo“. Se puede afirmar que es un título de culto del género fantástico, una película entrañable pero de sabor añejo, por no decir que el tiempo ha hecho estragos en ella. Aunque fue todo un taquillazo en su momento: costó poco más de cien mil dólares y recaudó dos millones.
“Yo fui un hombre lobo adolescente” nos contó la historia de Tony Rivers, un adolescente conflictivo que acude a la consulta del doctor Alfred Brandon para hallar una solución a sus problemas y a su comportamiento violento. Éste dice que le ayudará con sesiones de hipnosis, pero en realidad su propósito es experimentar con Tony, probar un suero que sirve para que la personalidad recupere a sus instintos primitivos. Como resultado Tony se transformará en un hombre lobo las noches de luna llena.
Cuentan que el actor Jack Nicohlson estuvo a punto de interpretar a este hombre lobo de “Yo fui un hombre lobo adolescente” en lugar de Michael Landon. El primero acabaría haciendo de licántropo en “Lobo” unas cuantas décadas después y el segundo se haría mundialmente famoso por sus papeles como Little Joe Cartwright en “Bonanza” y como Charles Ingalls en “La casa de la pradera“.
Pues yo recuerdo está película con mucho cariño. Quizás no llegue al nivel de Toy Story o Gremlins pero... ¿qué…