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No hay ningun espectador que haya visto “Un hombre lobo americano en Londres” y no recuerde la espectacular transformación del actor David Naughton en licántropo, y a alguno de ellos se le habrán aparecido las imágenes durante sus pesadillas más terribles. Es una secuencia aterradora y, a su vez, fascinante que ha pasado a los anales del género y que es una obra maestra del maquillaje, sin efectos por ordenador, con prótesis y mecanismos, de un maestro del maquillaje (valga la redundancia): Rick Baker. “Es una combinación de maquillaje y efectos mecánicos. Nos llevó cinco días rodar sólo esa escena” explicaba Landis hace algunos años, cuándo vino a Sitges a recoger un premio. El maquillador, por supuesto, fue galardonado con el Oscar de la categoría en el año 1982, la primera ocasión en que se concedía este premio. De hecho se cuenta que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood que decidió crear el premio al mejor maquillaje específicamente para la película.

El director John Landis dirigió “Un hombre lobo americano en Londres” (“An american werewolf in London“) a partir de un guión que escribió él mismo cuando tenía tan solo diecinueve años, y de una idea que tuvo como asistente de producción en Yugoslavia cuando coincidió con unos gitanos que hacían un ritual durante un entierro para que el muerto no regresara de la tumba, que contaba como David y Jack, dos jóvenes estadounidenses, con sus mochilas a la espalda, van a pasar varios meses recorriendo Europa. En Gran Bretaña, en una campiña desolada, son atacados por una bestia mítica sedienta de sangre. Uno de los muchachos muere a causa de las heridas y el otro consigue sobrevivir. Más le hubiese valido morir en el ataque: aquél que escapa con vida del ataque de un hombre-lobo tiene reservado un destino terrible con la llegada de la luna llena.

Protagonizado por David Naughton, Jenny Agutter, Griffin Dunne y John Woodvine, “Un hombre lobo americano en Londres” es un clásico del género del cine de terror para adolescentes (demasiada terrorífico para ser una comedia para adolescentes y demasiado cómica para ser una película de terror para adultos) del director de cine responsable del video musical más famoso de todos los tiempos, también de temática terrorífica (“Thriller“, de Michael Jackson), aunque le costó mucho convencer a los productores. Afortunadamente su película anterior, “Granujas a todo ritmo“, funcionó muy bien en taquilla y pudo reunir los diez millones de dólares necesarios para hacer realidad “Un hombre lobo americano en Londres“.

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