El 22 de noviembre de 1995 se estrenó en los cines de los EE.UU. la primera película completamente hecha con animación digital generada por ordenador CGI: “Toy Story“. Era un proyecto de Pixar Animation Studios que los medios rápidamente identificaron como un hito y un momento de cambio, un instante que inevitablemente marcaba un antes y un después en la historia del cine, una película a la que la crítica calificó de “brillante“, “obra maestra” e “innovadora” y que el box-office convirtió en un éxito comercial imbatible. Y no sólo en el ámbito cinematográfico, sino también en el campo de la tecnología digital.
Una década después del estreno de “Toy Story” Pixar ya era una realidad. Su cine ya no era solo una moda y su éxito tampoco era algo accidental. El éxito de las películas de Pixar era el resultado de un gran trabajo, del esfuerzo y el tesón de un equipo de hombres y mujeres dispuestos a correr riesgos, muchos más de los necesarios, y que no habían aceptado hacer las cosas como siempre, sino de una manera diferente. Eran valientes, listos e innovadores. Y con “Wall·E” demostraron que aún podían llegar más lejos.
Dirigida por Andrew Stanton y con un reparto de voces formado por Ben Burtt, Elissa Knight, Jeff Garlin, Fred Willard, John Ratzenberger y Sigourney Weaver, “Wall·E” nos contó la historia del adorable Wall·E (Waste Allocation Load Lifter Earth-Class), un desastrado robot basurero que lleva setecientos años limpiando un planeta Tierra deshabitado e inhabitable, que descubre una nueva misión en su vida cuando se encuentra con EVA, una moderna robot exploradora. Este se da cuenta que Wall·E ha dado accidentalmente con la clave que puede hacer de la Tierra un planeta habitable otra vez y juntos regresan al espacio para vivir la mayor de las aventuras.
“Wall·E” es una de las mejores, sino la mejor, película de Pixar. Apta para todos los públicos, tiene distintas capas de profundidad y complejidad. Nos ofrece un buen puñado de momentos divertidos, escenas deliciosas y entrañables, emoción y aventura y, cómo no, una moraleja necesaria: hay que cuidar el planeta. Nos estamos cargando nuestro mundo, y si no nos damos prisa solamente va a quedar un gran vertedero en el que solo podrán sobrevivir los robots basureros. Y, por supuesto, no podemos olvidar su excelencia técnica y el dominio de la animación de los artistas de Pixar, capaces de conseguir en el adorable Wall·E la máxima elocuencia con la mínima expresión, esa capacidad comunicativa de su mirada y los sonidos sintéticos que emite. Fue la justa ganadora del Óscar a la mejor película de animación.
Aunque la película es del año 2008, el papel del villano de la función está hoy en boca de todos. El asunto de la inteligencia artificial y el debate sobre esta tecnología, sus posibilidades, sus límites o sus riesgos está en la portada de muchos medios de comunicación. El cine y la literatura de ciencia-ficción llevan muchos años de adelanto a este debate, y han imaginado numerosos escenarios en los que las I.A. se convierten en parte nuestras vidas e, incluso, un peligro para nuestra existencia. “Blade Runner“, “2001“, “Alien“, “Yo, robot“, “A.I.“, “Wall·E“,… y tantas otras que nos han dejado claro que, si les damos la posibilidad de pensar, las máquinas van a llegar a la conclusión, lógica y evidente, que el mundo es mejor sin nosotros. Y ni siquiera las tres manidas leyes de la robótica nos van a salvar de ello.
Aunque algunos hayan soñado con saber que pasó con Wall·E y EVA después del final de la película, nunca nadie se ha planteado hacer una secuela: “Es una historia de amor que tuvo su comienzo, desarrollo y desenlace, por lo que en estos momentos no estamos pensando ninguna historia en ese universo“, afirmó hace unos años Jim Morris, presidente de Pixar.
Yo me quedé a falta de 2 libros, creo, así que en algún momento tendré que ponerme al día. No…