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Ninotchka” sigue siendo una de las mejores comedias de la historia del cine, aunque hayan pasado más de ochenta años desde que llegó a los cines. Podemos afirmar que todavía tiene un guión magistral (de Billy Wilder, con Walter Reisch y Charles Brackett), una dirección excelente (de Ernst Lubitsch) y a una protagonista tan carismática como inolvidable (la Garbo, la Divina Garbo), y ni el paso del tiempo puede borrar eso.

Se suele decir que es mucho más fácil hacer llorar que hacer reír, y que si dibujar una sonrisa en el espectador puede ser complicado arrancarle una carcajada es una tarea descomunal, reservada solamente para unos pocos elegidos. Y “Ninotchka” nos ofrece un refugio y la cura para todos los males de la vida con una divertidísima ‘screwball comedy‘ que fue publicitada en su día con el slogan “Garbo laughs” (la Garbo ríe). Y es que Greta Garbo había sido conocido hasta entonces por sus papeles dramáticos y altivos (“Mata Hari”, “La reina Cristina de Suecia”,…), que le otorgaron el mote de ‘La mujer que no ríe’. “Ninotchka” fue la primera incursión de la sueca en una comedia y su penúltima película.

Protagonizada por la actriz sueca Greta Garbo, Bela Lugosi, Felix Bressart, Ina Claire, Melvyn Douglas y Sig Ruman, entre otros, “Ninotchka” nos contaba como Iranoff, Buljanoff y Kopalski, tres agentes soviéticos, son enviados a París con la misión de vender las joyas de una antigua aristocrata rusa, pero se dejan seducir por los encantos de la Ciudad de la Luz y por el capitalismo y se olvidan de todo. Ninotchka Ivanovna Yakushova, una fría y dura comisaria política, llega a París para devolverlos al buen camino, pero conoce al sofisticado Leon y se enamora de él.

Anticipándose unos cuantos años a la Guerra Fría, y al tenso enfrentamiento entre soviéticos y norteamericanos por el dominio del mundo que estaba a punto de llegar tras la Segunda Guerra Mundial, “Ninotchka” se presenta abiertamente como una sátira antisoviética, una película satírica y burlesca que mete el dedo en la llaga de todo aquello que se criticaba al bloque oriental (fríos, duros, sin sentimientos ni pasión) en contraste con la luz y el romanticismo de la bella ciudad de Paris.

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