El mítico programa de la NBC “Saturday Night Live” forjó las habilidades de una generación de oro de la comedia norteamericana, de cómicos de la talla de Billy Crystal, Danny DeVito, Jim Belushi, John Candy, Dan Aykroyd, Chevy Chase, Bill Murray, Mike Myers, Randy Quaid, Steve Martin y Martin Short, entre muchos otros, que nos regalaron algunas de las mejores comedias de la historia del cine. También pasaron por esta cantera escritores que se labraron después carreras de prestigio, incluyendo a Conan O’Brien, Max Brooks, Stephen Colbert, Larry David o Sarah Silverman. Creado por Lorne Michaels, el popular late show se estrenó el 11 de octubre de 1975 y sigue dando mucha guerra casi cincuenta años después, aunque no hay el mismo talento, no hay nuevas generaciones que hayan recogido el testigo, y los que lo han intentado no han conseguido prevalecer.
Pero no todo lo que funciona en las comedias se debe al enorme talento de los actores cómicos que nos arrancan las carcajadas sino que son necesarios buenos guionistas y buenos directores. Y de esos también abundaban durante los setenta, los ochenta y los noventa, como es el caso de John Landis, director, guionista, actor y productor, uno de los creadores más importantes del cine de Serie B, de comedia y de terror, director de películas tan inolvidables como “Animal House“, “The Twilight Zone: The Movie“, “An American Werewolf in London“, “The Blues Brothers” o “Trading Places“,… y responsable del videoclip más famoso de la historia de la música: el insuperable “Thriller“, de Michael Jackson. Volvería a repetir con el cantante en “Black or White” unos cuantos años después.
Con “Trading Places“, a la que algún distribuidor imbécil rebautizó como “Entre pillos anda el juego“, protagonizada por dos astros del humor de la época como eran Eddie Murphy y Dan Aykroyd, inspirada en “El príncipe y el mendigo” de Mark Twain, nos contaba como Randolph y Mortimer, dos hombres de negocios sin escrúpulos, hacían una apuesta para demostrar sus distintas teorías sobre si el éxito o el fracaso de una persona depende de su educación o está su naturaleza. Para corroborar sus teorías hacen una apuesta para lo cual cambian los destinos de dos personas socialmente antagónicas: por un lado arruinarán la reputación de Louis Winthorpe, un destacado accionista de su empresa, mientras que por el otro harán triunfar en los negocios a Billy Ray Valentine, un timador de poca monta. Los dos millonarios apostadores que han urdido la jugarreta conseguirán que Valentine se quede con la casa, el puesto de trabajo y la situación social y financiera del pobre Winthorpe, a quien consiguen acusar de un falso robo y encerrar en la cárcel, hundiéndolo en la miseria.
Se suele decir que es mucho más fácil hacer llorar que hacer reír, y que si dibujar una sonrisa en el espectador puede ser complicado, arrancarle una carcajada es una tarea descomunal, reservada solamente para unos pocos privilegiados. Es el caso de Eddie Murphy, Dan Aykroyd y John Landis, y una bellísima Jamie Lee Curtis en el papel de una prostituta, que con “Entre pillos anda el juego” nos ofrecieron una de las películas más ácidas de la historia del cine, divertidísima como pocas, y era también una crítica feroz al capitalismo salvaje que tan de moda estaba en esa época en Wall Street. Era la primera de las tres comedias de Murphy y Landis (las otras dos son “El príncipe de Zamunda” y “Superdetective en Hollywood 3“), y que sirvió para consolidar al actor afroamericano en el estrellato tras su exitoso debut en “Límite: 48 horas“.
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…