“La Fuga de Logan” fue, por orden cronológico, un libro de William F. Nolan y George Clayton Johnson, una película dirigida por Michael Anderson y una serie de televisión de idéntico argumento, presupuesto ínfimo y corta vida. A la segunda dedicamos hoy nuestra atención, aunque no hay que menospreciar a la primera y se puede olvidar a la tercera, que fue un notable fracaso. Estrenada en 1976, interpretada por Michael York, Farrah Fawcett, Richard Jordan, Jenny Agutter y Peter Ustinov en los papeles principales, galardonada con el premio Oscar a los mejores efectos visuales, “La Fuga de Logan” (“Logan’s Run“) es una ucronía post-apocalíptica que nos traslada hasta el año 2374, en un planeta Tierra devastado en el que los únicos supervivientes de lo que queda de la raza humana viven aislados del mundo exterior en ciudades bajo gigantescas cúpulas, gobernados por una autoridad computerizada que también controla el ciclo de sus existencias mediante unos relojes biológicos implantados en la palma de sus manos, cuya duración de vida no sobrepasa los treinta años de edad (en el libro de William F. Nolan y George Clayton Johnson el límite era de 21 años). La reproducción se realiza por clonación, y al alcanzar los treinta años la vida de los humanos debe finalizar pero, por contra, hasta entonces pueden vivir en el lujo y el placer, gozar de los placeres de la vida y disfrutar en un hedonismo sin límite.
Logan es un vigilante, un policía cuyo trabajo consiste en impedir las fugas de todos aquellos que no quieren ser sometidos al proceso ritual al llegar a los treinta años. Llegado su momento, Logan descubre que nadie ha sobrevivido jamás al ritual y decide huir de la ciudad, acompañado de una joven llamada Jessica y perseguido por su mejor amigo, Francis, otro vigilante.
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…