Cuándo hace un par de años escribimos acerca de “¿Quién puede matar a un niño?” de Narciso Ibáñez Serrador ya dijimos que, si tratamos los Derechos del Niño como papel mojado, los adultos nos merecemos la sangrienta venganza que los más jóvenes tienen preparada para nosotros. La misma reflexión es aplicable a “Los chicos del maíz“, una película de 1984 que nos contaba como una extraña secta formada por adolescentes se dedicaba a asesinar a sus mayores, en unos macabros rituales cuya clave se hallaba escondida en los campos de maíz.
Protagonizada por Courtney Gains, John Franklin, Linda Hamilton, Peter Horton, R. G. Armstrong y Robby Kiger, entre otros, “Los chicos del maíz” (“Children of the Corn“) es la adaptación cinematográfica de un relato de Stephen King publicado en 1977. Él es el más prolífico de todos los escritores de terror y suspense, y se ha ganado el adjetivo de “maestro del terror” con todo merecimiento, por su constancia en el género. Tiene una legión de seguidores fieles que esperan con impaciencia cada nuevo título, que llegan de forma implacable, año tras año, por su enorme capacidad de trabajo y su imaginación desbordante. Aunque muchos eruditos estirados consideran que su obra está formada por novelas baratas, de poca calidad, repetitivas, de consumo rápido y construidas siempre sobre los mismos mimbres, pero algunas de estas novelas son clásicos de la literatura contemporánea, como “El Resplandor”, “IT” o “Misery”. Y no solo eso: quizás haber recibido el National Book Award, por su trayectoria y contribución a las letras americanas, confirme que hay mucho talento detrás de sus páginas de lectura compulsiva y que sus numerosas adaptaciones cinematográficas (“El Resplandor”, “La Niebla”, “Misery”, “Carrie”, “Christine”, “Cadena perpetua”, “La Milla Verde”, “IT”,… hasta sumar más de cincuenta) y televisivas (“Salem’s Lot”, “La Zona Muerta”, “La Cúpula”,…), de gran éxito la mayoría, constatan que Stephen King es mucho más que un superventas sinó que se puede considerar un icono de la cultura de la segunda mitad del siglo XX. En total hay más de 300 adaptaciones de sus obras a la pequeña o a la gran pantalla.
En “Los chicos del maíz” Burt y Vicky Robeson se dirigen a Seattle donde Burt va a incorporarse a su nuevo trabajo. En las inmediaciones de un apartado pueblo de Nebraska atropellan accidentalmente a un muchacho al que cargan en el coche para llevarlo hasta el pueblo. Pero en la localidad, donde no parece haber ningún teléfono, tampoco localizan a ningún adulto. Sólo encuentran a unos adolescentes dispuestos a atraparlos y ofrecerlos en sacrificio a “El que marcha detrás de las hileras” (“He who walks behind the rows” en la versión original en inglés), una entidad que vive en los maizales y a la que los chicos han convertido en su dios, al que rinden culto con sangrientos sacrificios.
Esta película de serie B es una de tantas adaptaciones a la gran pantalla de la obra del genio de Maine. Desde que en 1976 la película “Carrie” dirigida por Brian DePalma fuese un éxito, ya no ha habido freno. De hecho esta película, que no era más que correcta y entretenida para los aficionados al género, dio pie a ¡8 secuelas y un remake! Toda una franquicia de películas para una sola historia: esta “Los chicos del maíz” (Fritz Kiersch, 1984), “Los chicos del maíz II: El sacrificio final” (David Price, 1992), “Los chicos del maíz III: La cosecha urbana” (James D.R. Hickox, 1995), “Los chicos del maíz IV: La reunión” (Greg Spence, 1996), “Los chicos del maíz V: Campos de terror” (Ethan Wiley, 1998), “Los chicos del maíz 666: El regreso de Isaac” (Kari Skogland, 1999), “Los chicos del maíz VII: Revelación” (Guy Magar, 2001), “Los chicos del maíz” (Donald P. Borchers, 2009), “Los chicos del maíz: Génesis” (Joel Soisson, 2011) y “Los chicos del maíz: La huida” (John Gulager, 2018). He de reconocer que solo he visto la primera, y por lo que he leído he hecho bien no siguiendo adelante.
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…