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Premio honorífico del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya en el año 2014, Robert Bartleh Cummings ‘Rob Zombie‘ se ha ganado, merecidamente, un lugar en la historia del cine de terror contemporáneo. Sus películas, angustiosas, salvajes, personales y terriblemente originales, coleccionan adeptos en todo el mundo desde su debut en el año 2003. “La casa de los 1000 cadáveres“, “Los renegados del diablo” o el remake de “Halloween” le han merecido ser reconocido como una de las figuras del género.

The Lords of Salem“, sexto film dirigido por el fundador de la banda de metal hoy extinta White Zombie, director de cine, dibujante y escritor Rob Zombie nos llevaba de regreso hasta ese Salem donde residía el Mal y donde las brujas se reunían para llevar a cabo sus secretos rituales. Hoy, convertida en una ciudad más de Massachusets, poco queda de todo aquel pasado maligno en Salem… o al menos en apariencia. Heidi conduce un programa de radio de éxito con Whitey y Jackson centrado en el rock; un día, recibe un vinilo promocional de una banda llamada The Lords. Su música, extraña y siniestra, la turbará profundamente, provocándole pesadillas y alucinaciones. Los extraños sonidos que surgen del disco provocan inmediatamente flashbacks del violento pasado de Salem en Heidi. ¿Se está volviendo loca, o es que los señores de Salem pretenden regresar para vengarse de la Salem actual?

Protagonizado por su compañera Sheri Moon Zombie, Bruce Davison, Meg Foster, Dee Wallace y María Conchita Alonso, entre otros, la propuesta de Rob Zombie en “The Lords of Salem” es perturbadora. Inquietante. Una mezcla de un mal viaje, una buena dosis de gore y heavy metal a todo volumen. Un viaje a las profundidades insondables del terror por el que desfilan muchos viejos conocidos del género, recomendable únicamente para aficionados al género que es para quienes Rob Zombie hace la película.

La localidad de Salem forma parte de la leyenda negra de los EE.UU. La joven historia del continente americano tiene uno de sus recuerdos más negros, a la vez que extraños y misteriosos, en Salem, en el condado de Essex del estado de Massachusetts. Allí, entre febrero de 1692 y mayo de 1693, se celebraron los infames juicios por brujería que terminaron con varias docenas de personas asesinadas, acusadas y sentenciadas por los tribunales inquisitoriales. El cine no ha ahondado demasiado en los sucesos de Salem del 1692, pese que el celuloide ha servido a menudo como catarsis, como un vehículo para que un pueblo pueda revisar sus acontecimientos más vergonzantes, reconocer su culpa y su propósito de enmienda, para reflejar las miserias del ser humano y prometer no volver a caer en ellas. Y es hasta extraño, pues el cine norteamericano suele ser de los primeros en realizar estos ejercicios de memoria histórica, pero nuestra memoria solamente consigue recodar la adaptación cinematográfica de “El crisol” de Arthur Miller o de “La letra escarlata” del escritor de Salem Nathaniel Hawthorne. Los norteamericanos han querido enterrar este suceso bien hondo, mirar a un lado y esperar que lo olvidemos, como si jamás hubiese sucedido.

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