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Cuando el director Ridley Scott estaba de camino a la cima, cuando Tom Cruise era solamente una cara bonita, un actor agraciado que empezaba y no había convertido su carrera cinematográfica en una montaña rusa, cuando el cine de entretenimiento de los ochenta estaba en su mejor momento, “Legend” llegó a las salas de cine. Ridley Scott se había labrado cierto prestigio con sus primeras películas (“Los duelistas“, “Alien, el octavo pasajero” y “Blade Runner“), aunque ninguna de ellas era aún una obra de culto como se convertiría con el paso del tiempo. De todas maneras en 1985 algunos ya lo consideraban un visionario del cine, una de las figuras sobre las que construir el futuro del séptimo arte, junto a nombres tan ilustres como Spielberg, Coppola, Scorsese o Lucas. Por su parte Tom Cruise empezaba a encontrar su espacio en Hollywood, y llegaba a “Legend” tras el éxito de “Risky Business” y justo antes de convertirse en una estrella e ídolo de quinceañeras con “Top Gun“, “El color del dinero“, “Cocktail“, “Rain Man” y “Nacido el 4 de julio” en solo tres años. El fenómeno estaba a punto de explotar.

Legend” era una película de aventuras y fantasía de corte clásico protagonizada por Tom Cruise, Mia Sara, Tim Curry, David Bennent, Alice Playten y Billy Barty, entre otros, una historia bastante poco original de “Érase una vez” en un mundo de princesas, unicornios y duendes, donde el bien y el mal se enfrentan en una lucha sin fin. Cargada de tópicos, con un titánico presupuesto de 30 millones de dólares de la época, “Legend” estaba ambientada en un bosque mágico y protagonizada por Jack, el joven elegido por el destino para llevar a cabo una heroica búsqueda: debe salvar a la bella princesa Lili, recuperar el cuerno del unicornio y vencer al demoníaco Señor de las Tinieblas para así evitar que el mundo se sumerja en una edad de hielo sin fin.
La película no funcionó, y tanto la crítica como el público le dieron la espalda, pero la verdad es que también tuvo mucha mala suerte. Para empezar un guión reescrito hasta sumar un total de quince versiones diferentes o un montaje cargado de cortes que dejó una película de 125 minutos en una de apenas 89. También destacable fue el incendio en los estudios Pinewood de Londres donde se rodaba el filme hizo que se tuvieran que construir nuevos decorados de forma improvisada para reemplazar los que se habían quemado. Y para empeorar las cosas, los productores metieron sus manazas y, como no podía ser de otra manera, estropearon aún más lo que ya estaba torcido. Por ejemplo, sustituyeron la magnífica banda sonora de Jerry Goldsmith que se usó para el estreno en Europa por otra de tono más infantil, compuesta por la banda electrónica Tangerine Dream e incluso se añadieron temas extraídos de “Psicosis II“. Al final, tres largos años de rodaje y una película que no dejó satisfecho ni a su director, ni a los productores, ni al público, ni a los críticos. Demasiado oscura para los niños y demasiado simple para los adultos. Un bluff, aunque el paso del tiempo ha provocado que haya tantos fans incondicionales como detractores acérrimos.

Pese a todos estos problemas, hay un elemento que merece ser destacado acompañado por un redoble de tambor: el maquillaje. El maquillador Rob Bottin se encargó de dar forma a unos efectos de maquillaje excepcionales que se merecieron una nominación a los Oscar, especialmente el increible demonio Darkness de color rojo sangre y enormes cuernos negros debajo de la cual se escondía Tim Curry, el inolvidable protagonista de “The Rocky Horror Picture Show“, tras un árduo trabajo de seis horas diarias.

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