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La pasión por el lejano oriente ha seducido a la cultura occidental desde hace más de doscientos años. El influjo de Japón se reflejó primero en el arte y, con el tiempo, se extendió a otros aspectos de nuestra cultura como el vestuario, la gastronomía o a su filosofía animista y su forma de vida. Hoy en día su exotismo y sus costumbres siguen ejerciendo una gran fascinación en el mundo occidental y el cine no ha dudado en ambientar algunas de sus historias en el archipiélago de las seis mil ochocientas islas. En muchas ocasiones, confrontando a viajeros occidentales con la singularidad de la opaca y hermética cultura japonesa como en “Sayonara“, “Solo se vive dos veces“, “Yakuza“, “Hora Punta 2“, “Black Rain“, “Lobezno Inmortal“, “El último samurái“,… La lista es larga.

Black Rain” en concreto es una de las películas más destacadas del prolífico director Ridley Scott. El director británico es un caso peculiar, puesto que es el responsable de verdaderas obras maestras del séptimo arte pero Hollywood no lo ha invitado a cenar jamás en la mesa de los grandes, los Oscars le han dado la espalda siempre que se ha acercado a la gala y muchos han llegado a señalar a su malogrado hermano Tony como “el mejor de los dos Scott“. Y si uno revisa la totalidad de la filmografía de Ridley Scott la verdad es que tiene dos grandes obras maestras a principios de los años ochenta (“Alien” y “Blade Runner“), muchas buenas películas (“Thelma & Louise“, “Black Rain”, “Black Hawk Derribado”, “Los duelistas“, “The Martian“, “El último duelo“,…), pero también muchas de malas (“Legend“, “1492”, “La teniente O’Neil”, “Robin Hood”, “Prometheus”,…). La balanza se desequilibraría por el lado negativo, que es más numeroso, pero sus dos obras maestras, de muchos quilates, la compensan.

Black Rain“, protagonizada por Michael Douglas, Andy García, John Spencer, Kate Capshaw, Ken Takakura y el malogrado Yusaku Matsuda (en el papel de villano de la función, que Jackie Chan rechazó interpretar, que falleció pocas semanas antes del estreno de la película a causa de un cáncer de vejiga), entre otras, nos cuenta la historia de Nick Conklin, un policía de Nueva York que detiene y entrega a un mafioso japonés a la policía nipona, pero una vez llegan al aeropuerto de Osaka éste consigue escapar. De modo obsesivo decide quedarse en Japón junto a su compañero Charlie Vincent para capturarle, pero choca con las tradiciones del país. En su búsqueda terminarán metidos hasta las rodillas en los bajos fondos de la ciudad, donde se verán envueltos en una encarnizada guerra entre bandas rivales de la mafia japonesa.

Black Rain” es un claro ejemplo de estas películas que hemos mencionado que ubican a un protagonista occidental en el extraño y complejo universo nipón, donde ni entiende ni es entendido. Gaijin es la palabra que utilizan los habitantes de este país cerrado durante años al mundo exterior para describir a un extranjero, de forma despectiva, y ese es el papel del duro policía neoyorkino Nick Conklin, interpretado por Michael Douglas, en las calles de la populosa urbe de Osaka. Que tiene muchas semejanzas al Los Ángeles distópico que habíamos visto pocos años antes en “Blade Runner“, por cierto.

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