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Hay pocas cosas más complicadas, y arriesgadas para la carrera profesional de un director, que meter mano a un clásico. Los remakes, los reboots o las secuelas están a la orden del día, pero cuando toca meterse en el universo de “Star Wars“, “Alien“, “Cazafantasmas“, “X-Men“, “Indiana Jones” o “Blade Runner“, el riesgo es elevado puesto que los aficionados son los estrictos garantes de la fidelidad y del respeto al producto original, y un patinazo puede ser muy duro. Tanto para el estudio, que se puede dejar miles de millones de dólares por el camino, como para el director, cuyo prestigio puede quedar severamente cuestionado. Que se lo digan a Brett Ratner (“X-Men 3: La decisión final”), Joel Schumacher (“Batman Forever”) o a Rian Johnson (“Star Wars: Los últimos Jedi”), que pasaran a la historia con los destrozos que perpetraron.

Hay cosas que no deberían tocarse. Eso mismo es lo que muchos gritamos a pleno pulmón cuando se anunció una secuela para “Blade Runner“, la película del año 1982 de Ridley Scott basada en la novela de Philip K. Dick¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?“, pero cambiamos de opinión cuando nos sentamos en la sala de cine, se apagaron las luces y empezó la película. Dirigida por el canadiense Denis Villeneuve, con Harrison Ford como protagonista, de nuevo en la piel de Rick Deckard, acompañado por Ryan Gosling, Jared Leto, Robin Wright, Ana de Armas, Mackenzie Davis, Dave Bautista, Lennie James, Barkhad Abdi y Edward James Olmos, entre otros, nos contaba la historia de K, un oficial de la policía que trabaja como ‘blade runner’, buscando a los replicantes que deberían haber sido retirados pero que se niegan a abandonar el mundo y se esconden de las autoridades. Entre captura y captura el agente K descubrirá los restos de una mujer replicante que en algún momento del pasado estuvo embarazada, lo cual es imposible. No tardará en comenzar a desentramar un misterio que le llevará mucho más lejos de lo que había imaginado y que le pondrá en el camino de cierto personaje que se encontraba desaparecido. Un tal Deckard.

Blade Runner” de Ridley Scott era una película perfecta, una de las obras maestras de la ciencia-ficción, incomprendida en su estreno y rescatada con el paso del tiempo gracias a su condición de película de culto pero el habilidoso cineasta canadiense Denis Villeneuve, que tiene un talento inmenso y al que rendimos pleitesía, consiguió lo que tantos directores habían soñado hacer: dar continuidad a un clásico del cine con una secuela a la altura de las circunstancias, siendo respetuoso con el enfoque original. Brett Ratner, Joel Schumacher o Rian Johnson no lo consiguieron con sus proyectos. Sí, los amantes de la ciencia-ficción más profunda, de “Gattaca“, “Blade Runner“, “La Llegada” o “Olvídate de mí“, pudimos encontrar en “Blade Runner 2049” la película que soñábamos, con una estética asombrosa gracias a la excepcional fotografía de Roger Deakins que ofrece imágenes de gran belleza con un uso soberbio de la luz, un ‘neo-noir‘ fiel al original aunque con unos efectos especiales que se benefician de los últimos avances y un tratamiento muy humano de un mundo en el cual la sociedad ha seguido avanzando teniendo en cuenta la semilla que se dejó plantada en la película de 1982.

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