En 1513, Vasco Núñez de Balboa descubrió el Mar del Sur (Océano Pacífico), unos años después (1519-1522), Magallanes y Elcano completaban la primera circunvalación del globo terráqueo, demostrándose así, empíricamente, la forma geométrica de nuestro planeta. Nos cuenta La carabela San Lesmes así cómo empezaba entonces la era de los descubrimientos en el océano más grande del mundo. Intrépidos navegantes dibujarán la fisonomía de esta tercera parte del mundo hasta las postrimerías del siglo XVIII, tres siglos de aventuras, alegrías y, en la mayoría de los casos, grandes penurias.
- Título: La carabela San Lesmes
- Autor: Gorrochategui, Luis
- Editorial: CRÍTICA
- ISBN: 978-84-9199-420-6
- Año de publicación: 2022
- Precio: 22,90 euros
En el año 1525 siete naves de la expedición Loaísa-Elcano zarpan desde La Coruña con la intención de comenzar la anhelada ruta de las especias, descubierta en la primera circunnavegación al planeta, pero en esa titánica misión una de las naves, la Carabela San Lesmes, encalla en una isla perdida en la inmensidad del Pacífico. Sin posibilidades de regresar, la tripulación tendrá que abrirse camino en las paradisiacas playas de la Polinesia.
De la mano de Luis Gorrochategui, conoceremos esta apasionante historia de supervivencia y expansión de unos navegantes a los que dieron por muertos, y la fascinación sentida por las expediciones españolas que siglos después hallaron a sus descendiente en aquellas tierras.
La investigación también nos muestra nuevos datos sobre Australia y la exploración del Pacífico, e incidencias de la vida de James Cook, jamás conocidas por sus numerosos biógrafos.
La carabela San Lesmes es un interesante ensayo para todo aquél que quiera sumergirse en el descubrimiento y exploración del Pacífico. El autor realiza una compilación de las distintas expediciones que surcaron el gran océano desde los primeros viajes españoles, que intentan llegar a las Molucas para competir con los portugueses por el comercio de especias, hasta las travesías inglesas de James Cook, pasando por otras expediciones europeas (holandesas y francesas).
Es admirable la decisión (o locura) de un puñado de hombres que se adentran en un inmenso mar totalmente desconocido, sobre unos endebles barcos de madera, a merced de los vientos y las corrientes.
La Victoria, a pesar de sus cinco anclas, fue arrastrada hacia la costa, y sufrió importantes daños que más tarde la obligarían a abandonar el Estrecho para proceder a una completa reparación. Mucho peor aún fue el destino de la Anunciada. Pedro de Vera, el capitán de esa nao, cansado ya del infatigable zarandeo de los vientos contrarios, decidió por su cuenta tentar el viaje al Maluco por el cabo de Buena Esperanza. Es decir, pretendía llegar a África y atravesar el océano Índico antes de enfrentarse al infernal estrecho de Magallanes. Así, desertando de la flota, intentó en solitario tan formidable viaje. Pero con su piloto muerto, y habiendo perdido varias anclas, no lo consiguió. Jamás ha vuelto a tenerse noticia de aquella nao.
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A los largo de todo el texto, Luis Gorrochategui va desgranado la hipótesis del historiador australiano Robert Langdon (no confundir con el personaje de Dan Brown), que afirma que parte de la tripulación de la carabela San Lesmes sobrevivió a los numerosos peligros y terminó fundiéndose con la población indígena en varias islas del Pacífico. Ellos y sus descendientes influyeron en la idiosincrasia de los pobladores polinesios, ayudando al desarrollo de las artes de pesca, la construcción de embarcaciones, la religión o la agricultura. Además, de añadir nuevos componentes a la genética de estos pueblos y, en definitiva a su cultura. El autor incluso llega a definirla como cultura sanlésmica.
Especialmente interesante, resulta el capítulo dedicado a las tradiciones, genética y lingüística de las islas en las que la hipótesis de Langdon se basa: Tahití, Nueva Zelanda, Pascua, etc.… Donde los tripulantes de la San Lesmes habrían dejado su inequívoca impronta.
Para terminar, el epílogo de La carabela San Lesmes reflexiona sobre la actuación española en la época de los descubrimientos, exploración y colonización de nuevos territorios. Si bien, es cierto que la “leyenda negra” fue una campaña de propaganda auspiciada por los rivales europeos del Imperio Español, exagerada hasta lo risible. También lo es que el comportamiento español en muchos casos fue cruel con el indígena y, por tanto, deleznable. El autor habla del comportamiento humanitario de las diversas expediciones españolas, que llevaban instrucciones de la corona para el respeto de los derechos humanos. Ya desde los Reyes Católicos se proclaman leyes para su salvaguarda: “los indios son vasallos libres de la Corona de Castilla y nadie puede osar cautivarlos ni tenerlos por esclavos”. Pero estos mismos monarcas “humanitarios” habían expulsado a los judíos en 1492 y, posteriormente, sus descendientes a los moriscos (1609-1613). Continúa destacando: “… sobremanera las persecuciones y matanzas religiosas, con quema de brujas incluidas, que asolaron Europa y de las que se salvó España, aunque, increíblemente, sea este país el que tenga la etiqueta histórica de intolerante”; parece olvidar a la Inquisición y sus autos de fe.
La editorial Crítica realiza siempre unas ediciones muy trabajadas y cuidadas pero, como siempre, les pediría encarecidamente que las notas de sus libros fueran a pie de página y no al final en un glosario, facilitarían con ello la lectura de toda la información.
No olvidemos lo que había pasado con los judios en el resto de Europa antes de su expulsión de España. Si no, parece que España fue intolerante, cuando es al revés. Ni que hablar de las docenas de miles de mujeres quemadas por brujas en Europa, quema de la que se salvó España, debido precisamente a la Inquisición. Nada es lo que parece.
Gracias Luis por tu comentario. No pretendía abrir un debate sobre qué país fue más o menos intolerante, en mi opinión todos los fueron.
Luis, no olvidemos tampoco que en España los judíos fueron perseguidos, y ajusticiados, cada dos por tres. Una vergüenza, aunque no llegásemos al nivel de nuestros amigos europeos, nosotros también masacramos judíos y décadas después los Reyes Católicos les dieron la puntilla.