Si os proponemos hacer una lista con las mejores persecuciones de coches de la historia del cine estoy convencido que no faltará en ninguna lista ni “Bullit“, ni “A todo gas“, ni “Punto límite: Cero“, ni “Granujas a todo ritmo“, por poner algunos ejemplos. Sería injusto equiparar las escenas de este tipo rodadas en el siglo XXI, aprovechando las posibilidades de las herramientas digitales, con las de la era analógica, auténticos trabajos de precisión, dignas de un relojero, donde la puesta en escena y el montaje creaban la magia. Y es aquí donde asoma una de las mejores escenas con coches de la historia del cine: “Vivir y morir en Los Ángeles“, con William Petersen conduciendo su vehículo a toda velocidad, en sentido contrario, por una autopista de Los Ángeles.
Dirigida por William Friedkin, director de films tan emblemáticos como “The French Connection” (1971), “El exorcista” (1973) o “A la caza” (1980) que falleció el pasado mes de agosto a los 87 años, y protagonizada por William Petersen (el Grissom de C.S.I.), un jovencísimo Willem Dafoe, John Turturro, Darlanne Fluegel, Dean Stockwell y John Pankow, entre otros, la película nos contó como Richard Chance, un agente del servicio secreto, debe acompañar a su compañero veterano Jimmy Hart en su última misión para el Departamento del Tesoro: atrapar al experto falsificador de moneda Rick Masters. Está basada en la novela homónima escrita por Gerald Petievich, ex-agente del Servicio Secreto de los EE.UU., y es co-autor del guion junto a Friedkin.
Pese a tener una filmografía excepcional, a mediados de los años ochenta la reputación de William Friedkin estaba bajo mínimos en Hollywood tras haber enlazado fracasos (“Sorcerer”) y críticas feroces (“A la caza”, en el que Al Pacino interpreta a un policía infiltrado en la comunidad homosexual de Nueva York). Por ese motivo decidió hacer “Vivir y morir en Los Ángeles” con un presupuesto ajustado (costó 6 millones de dólares) y un reparto formado principalmente por actores desconocidos, y la cosa funcionó bastante bien (recaudó 17 millones de dólares en taquilla). En realidad no es extraño, pues estamos hablando de los años ochenta, cuando en la televisión se emitía “Corrupción en Miami“, y la propuesta de William Friedkin bien podría ser la versión de la costa oeste a las aventuras de Sonny Crockett y Rico Tubbs en Florida.
A ver, yo entiendo que estafa es cuando te quedas tú el dinero, no cuando el dinero es un donativo…