De entre los cineastas contemporáneos japoneses más destacados, aquí tenemos devoción por el actor y director (también presentador, cantante, humorista, poeta, y lo que se tercie) Takeshi ‘Beat‘ Kitano, que se labró una reputación con el dúo cómico Two Beats con Nirō Kaneko pero que su carrera cinematográfica lo ha convertido en icono en su país, con películas como “Violent Cop“, “Hana-Bi“, “El verano de Kikujiro“, “Battle Royale” y “Outrage“. Algunos, seguramente la mayoría, solamente lo conocen como el Takeshi del mítico concurso “Humor Amarillo“.
Unos pocos años antes de alcanzar el reconocimiento internacional con “Hana-Bi” (1997), ganando el León de Oro del Festival de Venecia y el premio a la mejor película no europea por la Academia de Cine Europeo, las películas de Takeshi Kitano eran mayortariamente historias violentas protagonizadas por yakuzas: su ópera prima “Violent Cop“, “Boiling Point” o “Sonatine” son tres ejemplos perfectos de esta etapa, que definió un estilo muy característico. En nuestro país “Sonatine” no se estrenó hasta 1998, y gracias al éxito de “Hana-bi“.
Seleccionada para participar en los festivales de Cannes y Venecia, y en la prestigiosa Premiere del Festival de Sitges, “Sonatine” nos contaba la historia de Murakawa, un gángster de la yakuza japonesa especialmente violento y agresivo. Tiene prestigio entre los suyos, que lo tienen en buena consideración, pero empieza a estar cansado de su estilo de vida y quiere cambiar. Sus jefes de Tokio le confían la misión de llevar a su clan hasta Okinawa para ayudar a acabar una guerra entre dos facciones rivales, pero el plan forma parte de un engaño, y Murakawa y los suyos no tendrán otra opción que refugiarse en una casa a orillas del mar.
Protagonizada por el mismo Takeshi Kitano, junto a Aya Kokumai, Tetsu Watanabe y Susumu Terashima, el yakuza-eiga “Sonatine” tiene algo de “Uno de los nuestros“, aunque la propuesta de Kitano rezuma un humor, muy negro en ocasiones y muy infantil en otras, que las películas de Scorsese no tienen. Quizás eso pueda alejar a alguno de los espectadores de la historia de Murakawa, pero la hace más humana y cercana. La banda sonora de “Sonatine” es del maestro Joe Hisaishi, cuya fama internacional se fundamenta en su trabajo para Studio Ghibli.
A ver, la de abogados cristianos (me la agarras con la mano) me parece tan estúpido... en fin, además ahora,…