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Es imposible hablar del añorado escritor británico Terry Pratchett sin hablar también de su popular saga del Mundodisco, una serie de libros escritos entre 1983 (“El color de la magia“) y 2015 (“La corona del pastor“) que se ambienta un alocado mundo plano que se sostiene sobre cuatro elefantes y estos, a su vez, sobre la concha de una tortuga llamada Gran A’Tuin. De esta serie, de la que nosotros siempre nos hemos declarado admiradores de todos y cada uno de los libros, de todos los singulares personajes que pueblan este mundo y de todas esas desternillantes historias que nos han hecho reír hasta llorar, el maestro Pratchett dejó publicados hasta su muerte un total de cuarenta y un libros, todos ellos de enorme éxito.

Ritos iguales” (“Equal Rites“) es la primera de las novelas del Mundodisco dedicadas a las brujas de Lancre, y nos contaba como un mago moribundo cedía su bastón, y por tanto su poder, a Eskarina, un recien nacido que, tal y cómo mandan los cánones del Mundodisco es el octavo hijo de un octavo hijo. Pero el recién nacido a quien otorga el mencionado honor resulta no ser lo que esperaba: la heredera es niña y no niño, y por lo tanto no puede ser mago sino bruja. Por ese motivo Esk será instruida por una bruja local, la gruñona y experta en cabezología Yaya Ceravieja, que cree firmemente que la magia de magos y la magia de brujas es completamente diferente. Con el tiempo, la bruja deberá seguir con su aprendizaje en la Universidad Invisible, inefable centro de estudios esotericos donde nunca han acogido a una mujer mago.

Esta novela forma parte del llamado Arco o la Saga de las Brujas, ocho libros de los cuarenta y uno del Mundodisco que involucran a las brujas de Lancre. En concreto a las brujas Yaya Ceravieja, Tata Ogg, Magrat Ajostiernos y Agnes Nitt (Granny Weatherwax, Nanny Ogg y Magrat Garlick en su versión original en inglés), aunque la saga de Tiffany Dolorido está relacionada con esta. Las tres brujas de Lancre, a las que Agnes Nitt se añadirá cuando Magrat se case con el rey Verence, eran una parodia de las tres brujas de Macbeth, que a su vez se corresponden con los arquetipos de La Doncella, La Madre y La Anciana de la Triple Diosa. Y seguramente Yaya Ceravieja sea uno de los mejores personajes que salieron de la pluma de Terry Pratchett, con permiso de Sam Vimes.

El escritor británico Terry Pratchett murió en marzo de 2015 a causa de una dolencia relacionada con el alzheimer. El mundo de la literatura en general, y no solamente la fantasía, lloró y sigue llorando la desaparición del genio creador de la serie del Mundodisco. Con estas novelas, que han sido traducidas a casi cuarenta idiomas diferentes (el más reciente, el catalán), Terry Pratchett analizó de forma crítica la cultura occidental sin dejar títere con cabeza, pasadas por el filtro de su ambientación fantástico-medieval, y nos habló de la nobleza (“Lores y damas“), del clero (“Dioses menores“), del servicio de correos (“Cartas en el asunto“), de Australia (“El país del fin del mundo“), del fútbol (“El atlético invisible“), del cine (“Imágenes en acción“), de las guerras y el patriotismo mal entendido (“Regimiento monstruoso“), del racismo y los derechos humanos (“Snuff“), o de la economía y los bancos (“Dinero a mansalva“), entre otros muchos asuntos, dónde diseccionó como un forense nuestro mundo contemporáneo, analizándolo, racionalizándolo y, por reducción al absurdo, ridiculizándolo. Y lo hizo como nadie sabía hacerlo: con la precisión analítica de un antropólogo y con la desenfadada sátira del bufón. Le seguimos añorando.

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