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Es inevitable que en muchas películas recordamos más al villano de la función que al héroe que lucha por detener sus maquiavélicos planes de dominación mundial. El malo a menudo es más carismático, y sus motivaciones son mucho más claras y coherentes que las del protagonista, que es simple y plano. ¿Que me decís del Hades de “Hércules”, de la Dolores Umbridge de “Harry Potter y la Orden del Fénix”, del Darth Vader en “Star Wars”, de la Annie Wilkes de “Misery“, del Norman Bates de “Psicosis” o del Hans Landa de “Malditos bastardos”? Y en muchas ocasiones la película directamente se construye sobre los hombros del villano, como el Freddy Krueger de “Pesadilla en Elm Street”, el Jason Voorhees de “Viernes 13”, el Michael Myers de “Halloween”, el Pennywise de “IT” o el T-800 de “Terminator”. Sin ellos no habría película.

En el caso de “Medidas desesperadas“, un thriller de acción del año 1998, el paso del tiempo solamente ha dejado para el recuerdo a Pete McCabe, el despiadado asesino en serie interpretado por Michael Keaton que era la única esperanza de supervivencia para el hijo de Andy Garcia. De la película, el papel de Keaton es lo más destacado y sigue provocando escalofríos esa aterradora sonrisa con la que nos dice que tiene la sartén por el mango y que se va a aprovechar de ello.

Dirigida por Barbet Schroeder, a partir de un guión de David Klass, y protagonizada por Michael Keaton, Andy García, Brian Cox, Marcia Gay Harden, Erik King y Efrain Figueroa, entre otros, “Medidas desesperadas” (“Desperate Measures“) nos contaba como Frank Connor, un oficial de policía de San Francisco, busca desesperadamente a un candidato con las condiciones necesarias para trasplantar parte de su médula a su hijo enfermo. La mala suerte quiere que la única persona que cumple todos los requisitos sea el asesino múltiple Peter McCabe, condenado a cadena perpetua, y que se aprovechará de la situación para fugarse.

Es posible que la intención inicial de “Medidas desesperadas” fuese que Michael Keaton y Andy García tuviesen un duelo interpretativo digno del que nos habían ofrecido Jodie Foster y Anthony Hopkins en “El silencio de los corderos” unos años antes, enfrentando el bien y el mal cara a cara, pero la cosa no funcionó de la misma manera. De hecho solamente el camaleónico Michael Keaton convence con su interpretación, y el trabajo del director Barbet Schroeder, nacido en Irán, de padres alemanes y formado cinematográficamente en Francia, queda lejos de otros thrillers suyos muy bien resueltos como habían sido “Mujer blanca soltera busca” o “El misterio Von Bulow“.

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Where to watch Medidas desesperadas