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Henry Selick fue el padre en la sombra de “Pesadilla antes de Navidad“. El mismísimo Neil Gaiman no dudaba en afirmar que “Adoro Pesadilla antes de Navidad… y creo que soy una de las tres o cuatro personas del planeta que saben que la dirigió alguien que no era Tim Burton“. La autoría de este clásico de la animación stop-motion señala a Tim Burton, pero siempre se ha afirmado que fue Henry Selick el responsable de llevarlo a cabo. Ni siquiera el paso del tiempo le ha dado el crédito que merece.

Apenas tres años después de “Pesadilla antes de NavidadHenry Selick fue el encargado de la adaptación a la gran pantalla de “James y el melocotón gigante” (“James and the Giant Peach“), un relato de Roald Dahl del año 1961 que contaba la historia de James, y como su vida feliz se ve truncada por la inesperada muerte de sus padres. A partir de ese momento, James se ve obligado a vivir con dos tías solteronas, mezquinas y egoístas, que lo tratan muy mal, como si fuese su esclavo. James decide escapar de sus horribles tías junto a una extraña araña, que le facilita como salvoconducto un melocotón que, por la magia de unas lenguas de cocodrilo, comienza a crecer desmesuradamente y en cuyo interior habitan otros pintorescos personajes. La película contó con la producción de Tim Burton, que en esta ocasión dejó a Selick acreditado como director.

Protagonizada por Paul Terry, Joanna Lumley, Miriam Margolyes, Richard Dreyfuss, Simon Callow, Susan Sarandon, David Thewlis, Steven Culp y Pete Postlethwaite, que hace de narrador, la película combina acción real y stop-motion: imagen real durante los primeros veinte minutos, animación en cuando James penetra en el melocotón y otra vez imagen real cuando James llega a la ciudad de Nueva York.

Aunque la taquilla le dio la espalda, “James y el melocotón gigante” ganó el primer premio en el prestigioso Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy en 1997. Merecido premio a una labor, la de animación stop-motion, animado fotograma a fotograma, que es el cine primigenio, el más sencillo de todos y, a su vez, el más complejo. Es el más sencillo porque es el principio de todo, una técnica tan antigua como el mismo cine, y el más complejo porqué en el siglo XXI este tipo de películas requieren de un trabajo laborioso y artesanal que casi se ha olvidado, engullido por la tecnología. Hay que manipular todos los objetos y personajes fotograma a fotograma, milímetro a milímetro, fotografiar cada uno y, cuando se ensamblan y proyectan las miles de fotos, los personajes se mueven con fluidez en la pantalla de cine. “El milagro del stop-motion, y una de las razones por las que me parece mágico, es que los personajes actúan a través de las manos de los animadores“, apuntaba Selick, maestro de un tipo de cine que Laika ha llevado a la perfección.

Los derechos de “James y el melocotón gigante” para el cine habían sido custodiados celosamente por la viuda de Roald Dahl durante más de treinta años, y rechazó un sinfín de solicitudes de derechos de la obra para ser llevada al cine. Finalmente decidió cederlos a Henry Selick y Tim Burton, convencida que serían respetuosos y protegerían la visión del escritor hacia uno de sus textos más queridos.

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