Creo que la mayor alegría editorial que me ha traído este año 2015 ha sido justamente esta novela, la octava del brujo Geralt de Rivia creado por el escritor polaco Andrzej Sapkowski. Quizás por inesperada, y a su vez por deseada, esta precuela de las aventuras del cazador de monstruos de cabellos blancos antes de que su destino le ate a Cirilla de Cintra es, como lo fue toda la saga del ‘Wiedzmin‘, un placer para los sentidos.
image1Poco sabía el brujo Geralt de Rivia lo que le esperaba al acudir a la villa costera de Kerack. Primero fue acusado injustamente de desfalco, luego fue misteriosamente liberado bajo fianza, y finalmente descubrió que sus preciadas espadas, dejadas en depósito al entrar en la ciudad, habían desaparecido. Demasiadas casualidades, en efecto, y máxime cuando tras ellas está la atractiva hechicera Lytta Neyd, llamada Coral. 
De esta manera, Geralt de Rivia se encuentra, una vez más, implicado en los escabrosos asuntos de los magos, y ni la fiel (aunque ocasionalmente engorrosa) compañía del trovador Jaskier, ni el recuerdo de su amada Yennefer, ni toda su fama como implacable cazador de monstruos podrán evitar que se vea cada vez más envuelto en una oscura trama. Más bien al contrario. 
Las aventuras de Geralt de Rivia se han convertido en un fenómeno de masas. Por lo menos en su país de origen, en el género de la literatura fantástica y, más recientemente, en el mundo de los videojuegos.
Creado por el escritor polaco Andrezj Sapkowski, el brujo albino Geralt de Rivia es el protagonista indiscutible de una serie de siete libros publicados en castellano por Bibliópolis y Alamut (“El último deseo”, “La espada del destino”, “La sangre de los elfos”, “Tiempo de odio”, “Bautismo de fuego”, “La torre de la golondrina” y “La dama del lago”, ésta última en dos volúmenes) y un volumen de cuentos y relatos breves (“Camino sin retorno”), un brujo errante que se gana la vida como cazador de monstruos, con sus dos espadas (una de acero, para hombres, y una de plata, para bestias), en un mundo cambiante y oscuro, repleto de magia y maravillas. El personaje ha vivido adaptaciones cinematográficas (la polaca “Wiedzmin”, de Marek Brodzki, en el 2001), televisivas, en cómic, a la consola (tres entregas de “The Witcher” del estudio CDProjekt: “The Witcher” del 2007, “The Witcher 2: Assasin of Kings” de 2011 y “The Witcher 3: Wild Hunt” de 2015), y un juego de tablero, “The Witcher Adventure Game”, diseñado por Ignacy Trzewiczek. Su reconocimiento en Polonia es tan grande que, por ejemplo y para poder poner en contexto la magnitud del escritor y de su creación, cuando el presidente norteamericano Barak Obama estuvo allí de visita oficial fue obsequiado con los libros de la saga por el primer ministro polaco, Donald Tusk.
Somos muchos los que, hace ya algunos años, cerramos el segundo volumen de “La Dama del Lago” y última entrega de la saga con un desagradable sabor agridulce en nuestros labios, pues la última página del libro nos había dejado un final agrio, triste y desesperazador, donde las miserias de la raza humana quedaban al descubierto. Ya entonces mi querido compañero Vic lo había descrito con mucha exactitud y aún hoy, releídos los ocho libros un par de veces (mis ejemplares de Bibliópolis dan buena fe de ello), suscribo su desánimo: “El final propuesto por Sapkowski no me satisface por varios motivos, pero principalmente porque después de haber hecho pasar a Geralt y Yennefer por tantas miserias… esperaba algo más de felicidad para ellos. A fin de cuentas esto es fantasía y yo no quiero leer que al final triunfa el mal“. Habían sido ocho largos años siguiendo las andanzas del brujo de Rivia, cautivado por la prosa del polaco y por la traducción de José María Faraldo, y aunque el final de su andadura no terminó ni con un “y comieron perdices” ni con una feliz celebración familiar alrededor del fuego de un hogar, no quería despedirme del ‘Wiedzmin‘ ni dar por cerrado el periplo de Jaskier, la Leoncilla de Cintra, Yennefer de Vengerberg, Vesemir, Cahir Mawr Dyffryn aep Caellach, Triss Merigold de Maribor, Sardinilla y compañía. ¡Quería más! Y ni siquiera “Algo termina, algo comienza” era suficiente para curar mi corazón quebrado.
Sí, he echado de menos a Geralt de Rivia. Deseaba volver a viajar junto a él por paisajes de maravilla, ver brillar sus dos espadas al desenfundarlas para enfrentarse a un terrible lobisome que amenazaba a una pacífica aldea de granjeros, desarmar con su mirada el orgullo de una seductora hechicera que caería seducida en sus brazos,… Y las magistrales portadas de Alejandro Colucci, por supuesto. Y al terminar la lectura de “Estación de tormentas” (“Sezon Burz”) no puedo más que afirmar, de hecho exclamar a los cuatro vientos, que no me ha decepcionado ni un ápice.
Como la mayoría de vosotros sabéis Geralt de Rivia, brujo y mutante sobrehumano, se gana la vida como cazador de monstruos y con sus dos espadas al hombro da cuenta de estriges, manticoras, grifos, vampiros, quimeras, lobisomes y cualquier otro tipo de criatura hostil, pero sólo cuando amenazan la paz. Irónico, cínico, descreído y siempre errante, sus pasos lo llevan de pueblo en pueblo ofreciendo sus servicios, hallando las más de las veces que los auténticos monstruos se esconden bajo rostros humanos. En su camino sorteará intrigas, elegirá el mal menor, debatirá cuestiones de precio, lidiará con hechiceros y seducirá a hechiceras pero, justo antes de viajar hasta los confines del mundo y realizar su último deseo, antes de pedir la hija de Pavetta y Duny como recompensa por sus servicios, las aventuras del brujo Geralt de Rivia le llevarán hasta Kerack. Es en este pueblo costero donde Andrezj Sapkowski empieza su “Estación de tormentas“, la precuela de la serie de siete libros que empezó con “El último deseo” y que llevó al brujo a descubrir las debilidades humanas del héroe a causa de Yennefer y del amor paternal por Cirilla.
En Kerack nuestro añorado ‘Gwynbleidd‘ se verá envuelto en varios enredos, intrigas y engaños. Por un lado, una acusación de fraude tramada por la la hechicera Lytta Neyd, uno de los catorce caídos en el Monte Sodden, a la que todos llaman Coral por el color de su lápiz de labios. Por otro lado, las conspiraciones que envuelven la lucha por el trono de la ciudad entre varios pretendientes. Y por otro, el robo de las dos espadas del brujo. Y a partir de este punto de partida, toda la narración se desarrolla como un juego de papiroflexia, un papel que se pliega sobre si mismo una y otra vez: mientras persiga sus espadas robadas por medio mundo, desde Rissberg hasta Novigrado, pasando por Temeria y Redania, ‘El Lobo Blanco’ se verá envuelto en asuntos de hechiceros, sumergido entre las sábanas de una hechicera, escapará de un zorro a través de ríos y pantanos, congeniará con enanos, se las verá con bandidos crueles, príncipes orgullosos, funcionarios corruptos, mercenarios sin escrúpulos, y los terribles monstruos y criaturas terribles que pueblan este mundo de maravilla influenciado por la mitología eslava. La mayoría de ocasiones, monstruos de la raza humana.
Todo ello narrado con la brillantez y singularidad habitual de la prosa de Sapkowski, su estilo inimitable repleto de áspero realismo y humor negro, lleno de textura, que puede resultar tedioso en ocasiones, mediante una trama bien engarzada, de descripciones ágiles y ritmo desbocado, y con múltiples guiños para los lectores más fieles, un ejercicio de nostalgia que incluye breves apariciones del juglar más parlanchín o de esa hechicera con su inseparable aroma a lilas y grosellas. Y, por supuesto, con la inimitable traducción de Fernando Otero Macías y José María Faraldo que dotan la obra de Sapkowski de coherencia y credibilidad.
Estación de tormentas” es una magnífica novela de fantasía donde Sapkowski cumple sobradamente con las expectativas que habíamos depositado en su regreso y demuestra que su genio sigue en forma pese al (relativo) fracaso de su trilogía Husita y “Víbora“. No, Andrzej Sapkowski no pretendía exprimir un poco más su gallina de los huevos de oro sino que tenía muchas más cosas que contarnos sobre el brujo solitario y amargamente irónico. Nuestro admirado e idolatrado escritor polaco, que odia las sagas y la comercialidad, había dado por cerradas las aventuras de Geralt de Rivia en “La Dama del Lago” (y en “Algo termina, algo comienza”) pero tenía aún historias en el tintero, necesarias e indispensables, donde mantiene la frescura de su estilo, tan limpio y depurado como siempre. Y, como es habitual, no renuncia a introducir debates de nuestra sociedad contemporanea en sus obras, como las menciones sobre el aborto o sobre experimentos genéticos, por ejemplo. Como comentó José María Faraldo a raíz de una entrevista, “el lugar y el tiempo son los de la fantasía épica, pero gran parte de sus preocupaciones son simplemente actuales, son las de un escritor moderno“.
Tras un largo silencio, Geralt de Rivia ha regresado. Por fin. Disfrutémoslo.
Estación de tormentas.
Autor: Andrzej Sapkowski
Título original: Sezon Burz
Editorial: Alamut (www.alamutediciones.com)
Sello: Artifex
Traducción: Fernando Otero Macías y José María Faraldo
Ilustración de cubierta: Alejandro Colucci
Diseño de cubierta: Alejandro Terán
ISBN: 978-84-9889-096-9
Formato: Rústica con solapas
Páginas: 312
Precio: 20,95 euros