Es imposible ignorar el papel esencial que ha tenido René Goscinny en la història del cómic. El cómics francés, el europeo y el del resto del mundo. Su lista de contribuciones al medio son numerosas, empezando por su papel como co-fundador y director de la revista semanal “Pilote” y siguiendo con los emblemáticos personajes que surgieron de su imaginación y su pluma. El desaparecido guionista quiso crear un personaje en las antípodas del cánon del héroe y dió forma a Astérix el Galo junto al dibujante Albert Uderzo, de la misma manera que elevó al papel de protagonista a un villano como el gran visir Iznogoud, que nos presentó al valeroso indio Oumpah-pah y que desarrolló la idea del cowboy solitario creado por Morris mucho más allá de lo que nadie hubiese imaginado. Alvaro Pons decía de él que “tuvo que caerse en alguna marmita llena de poción mágica para justificar su derroche continuado de creatividad y talento“. No puedo estar más de acuerdo con él.
De entre sus múltiples creaciones no nos podemos olvidar del entrañable Nicolás, hijo de dos padres: René Goscinny (1926-1977) con sus palabras y Jean-Jacques Sempé (1932), con sus dibujos. En septiembre de 1955 el diario belga “Le Moustique” publicó la primera tira de “Le petit Nicolas“, escrito por Goscinny bajo el seudónimo de ‘Agostini’ y dibujada por Jean-Jacques Sempé. “Le Moustique” publicaría veintiocho aventuras del petit Nicolas, y en 1959 el personaje emigraría primero a “Sud-Ouest Dimanche” y luego a “Pilote“, con un episodio nuevo cada semana. Se convirtió, por méritos propios, en un clásico de la literatura infantil. Sobretodo en Francia, donde no hay ninguna casa sin un libro suyo.
En las páginas de los libros ilustrados de “Le petit Nicolas” Goscinny y Sempé pusieron en común sus entrañables recuerdos de la infancia en la Francia de los años cincuenta, los tiempos del general Charles De Gaulle al frente de la Quinta República, y crearon una extensa y entrañable galería de personajes secundarios que acompañan a Nicolás en su día a día como el orondo y mejor amigo Alcestes, Clotario, Luisita, Eudes, Aniano, María Eduvigis, Joaquín, Rufo o Godofredo, hijo de millonarios. La fórmula es tan sencilla como infalible para enganchar a los más jóvenes de la casa a la lectura: relatos de dos o tres páginas acompañados por dibujos muy simples con las peripecias de un niño normal, inocente pero muy espabilado, que narra en primera persona su rutina diaria, en casa, en el colegio o durante las vacaciones. No se puede negar que el Manolito Gafotas creado por Elvira Lindo bebe directamente de la ironía y la inocencia de este adorable colegial, por no decir que es una adaptación del personaje pero al otro lado de los Pirineos.
Traducido a una treintena de idiomas, con más de diez millones de ejemplares publicados en todo el mundo, “El pequeño Nicolás” cuenta con una colección de nueve tomos. Cinco de ellos son los originales (“El pequeño Nicolás”, “Los recreos del pequeño Nicolás”, “Las vacaciones del pequeño Nicolás”, “Los amiguetes del pequeño Nicolás” y “Los problemas del pequeño Nicolás”) y otros cuatro llegaron tras la muerte de Goscinny (“La vuelta al cole del pequeño Nicolás”, “El pequeño Nicolás. ¡Diga!”, “El pequeño Nicolás. El chiste” y “¡Ojo! con el pequeño Nicolás”, que en Francia se publicaron en dos tomos titulados “Histoires inédites du Petit Nicolas“). Todos ellos publicados en castellano por la editorial Alfaguara, traducidos los primeros por Esther Benítez y los nuevos libros por Miguel Azaola.
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