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Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor.

No vamos a entrar en el debate, interminable y sin ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo, sobre cuál es el mejor álbum de las aventuras de Astérix y Obélix, los héroes creados por René Goscinny y Albert Uderzo en las páginas de la revista “Pilote” en octubre de 1959. La realidad es que cada lector tiene su título favorito, aunque la mayoría coincidimos que lo mejor se ubica en la etapa de René Goscinny y Albert Uderzo, a finales de los sesenta y principios de los setent. Entre “Astérix Legionario“, “La cizaña“, “El combate de los jefes” o “La residencia de los dioses” encontraréis el que obtiene un mayor consenso.

Por otro lado, hay hasta una docena de adaptaciones cinematográficas de las aventuras de Astérix, Obélix, Idéfix, Panorámix y compañía: nueve en forma de película de dibujos animados (“Asterix, el Gladiador“, “Astérix y Cleopatra“, “Astérix en Bretaña“, “Las doce pruebas de Astérix“, “Astérix en América“, “Astérix: La sorpresa del César“, “Astérix: El golpe de menhir“, “Astérix: La residencia de los dioses” y “Astérix: El secreto de la poción mágica“) y cuatro adaptaciones en imagen real (“Astérix y Obélix contra César“, “Astérix y Obélix, Misión Cleopatra“, “Astérix y los juegos Olimpicos” y “Astérix y Obélix al servicio de su Majestad“), que no nos gustaron. De las ocho adaptaciones animadas solamente una de ellas no estaba basada en un álbum.

Las doce pruebas de Astérix” (“Les douze travaux d’Astérix“), una película del año 1976, dirigida por René Goscinny, Albert Uderzo, Henri Gruel y Pierre Watrin, y la tercera, por orden cronológico, de las películas de animación producidas sobre los cómics de Astérix. Este film en cuestión, a diferencia del resto de películas de Astérix, contó con una historia escrita a medida para la ocasión por los dos creadores de los galos irreductibles, René Goscinny y Albert Uderzo. En ella, el César decide lanzar un reto a los galos que se le resisten: deberán superar doce pruebas hechas a medida de los dioses, como los míticos doce trabajos que el rey Euristeo impuso a Hércules según la mitología clásica griega. Lo que no sabe César es que los dos galos elegidos por la aldea rodeada de campamentos romanos, Astérix y Obélix, cuentan con la ayuda de la poción mágica cuya fórmula secreta solamente conoce el druida Panorámix.

Esta maravillosa película nos ofrece varios niveles de lectura: desde los más sencillos dirigidos al público infantil que disfrutará un montón con las peripecias de los entrañables galos hasta esa más sutil, con una crítica social fina y mordaz en la que destaca, por encima de todas, la prueba en la que Astérix y Obélix deben conseguir un simple impreso en un edificio administrativo repleto de funcionarios romanos. Sí, nadie había preparado a los irreductibles galos para enfrentarse a la temible burocracia… Por contra, la calidad de la animación resulta, a día de hoy, bastante terrible. Era el estilo de la época, del que Disney abusó en exceso, pero en el siglo XXI da cierta lástima.

Las doce pruebas de Astérix” contó con una adaptación en álbum, a un libro de ilustraciones, aunque en este caso no se utilizaron fotogramas de la misma como en otras ocasiones, sino que Albert Uderzo realizó nuevos dibujos de su propia mano para acompañar el texto.

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