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Hemos dedicado microreseñas a “Alien” y “Aliens“, y nadie discutirá que hayamos categorizado de obras maestras del cine de ciencia-ficción las películas de Ridley Scott y James Cameron. En el caso de la primera incluso muchos aceptarán que afirmemos que es una obra maestra del cine, independientemente del género. Otra cosa será cuando hablemos de “Alien 3“, una obra infravalorada de un joven director con mucho talento, un debutante que iba a convertirse en todo un referente con el paso de los años: David Fincher.

Sí, “Alien 3” es una buena película pese a que no contó con el favor de la crítica ni del público, que la 20th Century Fox contaminó toda la producción con su control draconiano, que comenzó a rodarse sin guión ni reparto definitivo, que el baile de guionistas fue un auténtico calvario para David Fincher, así como las exigencias de acortar metraje y que no le dejaron ni montar su propia película. Si sobrevivió a todo esto y aún nos ofreció lo que nos ofreció, hay que aplaudir al director.

La película, protagonizada por Sigourney Weaver, Lance Henriksen, Charles S. Dutton, Charles Dance, Paul McGann o Pete Postlethwaite, entre otros, empieza justo allí donde lo dejó James Cameron, con los maltrechos supervivientes Ripley, Newt, Hicks y Bishop huyendo del planeta LV-426 a bordo de la Sulaco tras la destrucción del nido de xenomorfos y deshacerse de la Reina Alien, y traslada la función hasta una colonia de prisioneros en el aislado planeta Fiorina 161, donde un grupo de hombres desarmados sobrevive sin reglas ni control pero bajo la supervisión de la malvada corporación Weyland-Yutani y con el firme propósito de dejar el pecado atrás con la ayuda de Dios.

La película chirría en las curvas, nadie lo niega, empezando desde el principio, cuando se decide que ni la pequeña Newt, ni el soldado Hicks, ni el androide Bishop sobrevivan al aterrizaje en el planeta, al cruzar al terrible xenomorfo con un perro, o cuando aparece la simbología cristiana. Y pese a todo esto la película estuvo nominada a los Oscars en la categoría de mejores efectos especiales.
Sin ninguna duda, si le hubieran dejado las manos libres a David Fincher estaríamos hablando de una fantástica película de ciencia-ficción.

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