La escritora norteamericana Lois McMaster Bujold es conocida sobretodo por su saga de ciencia-ficción de Miles Vorkosigan, pero sus obras de literatura fantástica también han sido elogiadas, celebradas y galardonadas por su brillantez. Por eso, y tras el éxito de "Chalión" o "Paladín de Almas", no es de extrañar que La Factoría de Ideas se haya animado a rescatar uno de sus primeros libros, El Anillo del Espíritu.
Antes de empezar la reseña de "El Anillo del Espíritu" (The Spirit Ring, 1992) de Lois McMaster Bujold, he de confesar que soy un enamorado de la obra de McMaster Bujold, y aún más concretamente un apasionado de sus libros de literatura fantástica. Desde "La Maldición de Chalión" hasta este "El Anillo del Espíritu", pasando por "Paladín de Almas" y la reciente saga del "Vínculo del Cuchillo", he disfrutado muchísimo con la lectura de sus originales historias tejidas con sensibilidad… mucho más que con sus obras de ciencia-ficción y la sobrevalorada saga de Miles Vorkosigan que otorgó fama mundial a la Bujold.
En "El Anillo del Espíritu" Lois McMaster Bujold construye una historia muy sencilla y sin pretensiones, fantasía amable con pocos personajes tanto principales como secundarios, pero donde los define con tal precisión y sobriedad que con pocos trazos el lector ubica, entiende y se identifica con rapidez con todos y cada uno de ellos. Así, desde la joven ingenua Fiametta Beneforte que descubre con crueldad la realidad del mundo en el que vive hasta el idealista Thur Ochs, que sueña con dejar atrás las minas heladas de la helvética tierra de Bruinwald, una de las escasas luces brillantes en un mundo imaginado por Bujold con demasiados claroscuros. Alrededor de ellos dos, a través de algo más de trescientas páginas, un pequeño grupo de personajes secundarios que no llega ni a la docena cierran un dramatis personae más propio de una obra de teatro en tres actos que de una novela de fantasía: el padre de Fiametta, el maestro Prospero Beneforte, artesano y mago amargado y fantasma en apuros inspirado en el escultor florentino del renacentismo italiano Benvenuto Cellini o el jefe de la guardia del duque Sandrino y hermano de Thur, el suizo Uri Ochs, cuya breve intervención explica muchas de las motivaciones y acciones que conducen el destino de su hermano menor desde Bruinwald hasta Montefoglia. Personajes sencillos y sin ambigüedad: los malos son malos y los buenos, buenos sin mácula ni tentaciones.
Estos pocos personajes, definidos con una sensibilidad sublime, viven su pequeña aventura personal en un marco peculiar, singular: una idealizada Italia renacentista, un ucrónico norte italiano azotado por turbulencias políticas y bélicas reales (los condotieros, el equilibrio entre Venecia y Milán, las tropas papales en una inestable Romagna,…) pero pasado por el filtro de la fantasía y de la magia, donde las artes arcanas no solamente existen sino que se practican de forma más o menos cotidiana y controlada por gremios y edictos eclesiásticos. El resultado de ello es una sensación de realidad poco habitual, una proximidad de personajes y ambientación inusual que dotan a la historia de mayor consistencia: no es necesario explicar al detalle el mágico mundo de Faerûn, el complejo y extenso universo tolkieniano de la Tierra Media o el políticamente intrincado continente de Westeros para ubicar al lector cuando con pequeñas pinceladas sobre nuestro pasado cercano e inmediato se puede conseguir un lienzo tan brillante como el que nos ofrece Lois McMaster Bujold en su "El Anillo del Espíritu".
Además, la sólida historia prescinde de tramas épicas y grandilocuentes, de gestas y aventuras maravillosas de las que depende la supervivencia del mundo entero, o la victoria final de las fuerzas de la luz frente a las malvadas hordas del mal. Aquí los personajes son pequeños y humildes y su lucha, aunque para ellos es esencial y trascendente, es un aleteo de mariposa en una pequeña aldea italiana cercana a los Alpes. Nada más. Todo lo que cuenta McMaster Bujold sucede allí, y pese a que algunos personajes como el malvado condotiero Ferrante, practicante de la magia negra, tienen intereses y poder sobre otros territorios allende Montefoglia nada de lo que suceda en el recóndito ducado cambiara ni el destino del mundo, ni el destino de Italia (la Italia mágica que dibuja Lois McMaster Bujold), ni constará jamás en ningún libro de historia. Es solamente un capítulo, importante, en la vida de los personajes y en la breve historia del pequeño y aislado ducado de Montefoglia.
La historia narrada por Bujold no se extiende en varias tramas e hilos sino que, siendo fiel a esta estructura sencilla y simplificada que cubre como un velo toda la obra, sino que solamente centra su atención en los dos personajes principales Thur y Fiametta para hacerlos convergir en un único camino. Un único argumento, con escasos matices que desvían el sendero lineal de la narración: la lucha de la hija del orfebre Beneforte, aprendiz de magia a escondidas y una mujer propia de la época de participación femenina secundaria en la que vive, para salvar el espíritu de su padre del negro destino que amenaza su descanso eterno se enlaza con su búsqueda del "amor verdadero" que la magia ha señalado a Thur, con la traición que ha sufrido el ducado durante las celebraciones previas a una boda, una población de campesinos sometida y subyugada por un pequeño grupo de soldados invasores a la espera de la llegada de refuerzos y con la propia lucha algo errática de Thur, el apoyo de Fiametta cuyos esfuerzos confluyen en un único destino común.
Yo me quedé a falta de 2 libros, creo, así que en algún momento tendré que ponerme al día. No…