Es evidente que la adaptación cinematográfica que hizo Stanley Kubrick de “La Naranja Mecánica” le dió más visibilidad a la novela distópica de Anthony Burgess de la que hubiese tenido si el director norteamericano no hubiese convertido en imágenes el periplo de Alex DeLarge y sus drugos. Este clásico de culto de la ciencia ficción tiene una nueva edición en castellano de la mano de Minotauro en su colección Minotauro Esenciales.

Al quinceañero Alex le gustan los latigazos de ultraviolencia. Junto a su pandilla de amigos, roban, matan y violan en un futuro de pesadilla, hasta que el Estado pone fin a sus desmanes. Pero ¿qué significará para él su reeducación?

Casi sesenta años después de la publicación de “The Clockwork Orange“, en 1962, y cincuenta años después del estreno de su adaptación cinematográfica, en 1971, la realidad distópica propuesta por el escritor Anthony Burgess convertida en película por Stanley Kubrick está más viva que nunca. La violencia (o ultraviolencia) gratuita, la juventud sin futuro, una sociedad sin control, el arte pop, las terapias de conversión del comportamiento, las drogas de diseño, la jerga, las tribus urbanas,… son elementos que están vivos en nuestra sociedad, síntomas de una enfermedad que Burgess ya diagnosticó en su novela y que siguen sin corregirse. Sorprendentemente, la crítica social planteada por Anthony Burgess se mantiene viva en pleno siglo XXI. Quizás más que nunca.

Ambientada en un futuro cercano, en Inglaterra, la historia de “La Naranja Mecánica” se enmarca en el género de la ciencia-ficción distópica del que también forman parte obras tan importantes del género como “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” de Philip K. Dick o “1984” de George Orwell. Y es una distopía porqué el futuro que nos muestra Anthony Burgess en su novela es lo contrario a una utopía en el sentido estricto de la palabra, una realidad radicalmente alejada de una sociedad ideal. Un futuro terrible al que nos acercamos hoy peligrosamente pero que deberíamos intentar evitar con todas nuestras fuerzas. Londres es el escenario de esta hiperviolenta fábula protagonizada por una serie de personajes, Alex y sus drugos, que no son sino la visión que Burgess tenía de la fauna que poblaba las calles de la capital británica a principios de los años sesenta, y que no es tan distinta de lo que podemos encontrar hoy en día en nuestras calles, o la opresión del régimen totalitario de la Unión Soviética que había podido ver en persona durante una estancia de varios días en Leningrado. Tal y como nos resume acertadamente la editorial en la presentación de la novela, “La Naranja Mecánica” es “un horror distópico, una comedia negra“.

La Naranja Mecánica” está protagonizada por el joven (nadsat) Alex DeLarge, un tipo violento, lujurioso, egocéntrico y sociópata que por las noches lidera a su pandilla de tres amigos (drugos) Lerdo, Georgie y Pete, en orgías violencia sin control, incluyendo en su periplo el pillaje, las peleas, los asaltos y las violaciones, tras beber unas cuantas copas de leche con droga (moloco). Cuando finalmente los policías (militsos) capturan a Alex y lo encierran en la cárcel (staja) acusado de asesinato, Alex acepta servir de conejillo de indias para la nueva terapia de conversión del comportamiento, un método aprobado por el Estado mediante el cual se somete a los criminales a condicionamiento mental con el fin de eliminar sus impulsos violentos y poderlos reintegrar en la sociedad. Sin embargo, el proceso de lavado de cerebro no funcionará como estaba previsto, y aunque Alex será incapaz de volver a sucumbir a sus impulsos violentos también quedará incapacitado para integrarse de nuevo en la sociedad. Poco a poco su mente fragmentada se deslizará hacia la locura. Para complicar más las cosas del pobre Alex, un grupo de opositores al gobierno británico lo elige como símbolo de la naturaleza opresora del Estado.

Uno de los elementos más destacados de “La Naranja Mecánica” es el uso del lenguaje que hace Anthony Burgess. No es complicado, ni mucho menos, y el lector pronto consigue entender el sentido de todas las esas palabras desconocidas, del argot, neologismos, dialectos y jergas con las que el escritor salpica las páginas. Es el ‘nadsat‘, la jerga en la que se expresan Alex y sus drugos, y que Burgess construyó a partir del ruso y el inglés, sobretodo del slang de Cockney. La traducción al castellano de Juan Pascual Martínez, excelente, consigue mantener la intención de esta jerga sin alterar demasiado su sentido ni su comprensión. Por ejemplo, este fragmento inicial es perfectamente comprensible: “Allí estábamos yo, Alex, y mis tres drugos, Pete, Georgie y Lerdo, porque Lerdo es realmente lerdo, sentados en el bar lácteo Korova, aclarando los rasudoques para saber qué podíamos hacer esa noche, en un invierno flip, oscuro, helado y cabrón aunque seco.” Solo en la primera página tenemos palabras como drugos, rasudoques, flip, mestos, scori, moloko, veloceto, drencromo, vesques, mozgo,… y el lector no se pierde por el camino. Pese a ello, el editor americano de “La Naranja Mecánica” exigió la inclusión de un glosario de términos al final del volumen para ayudar a los lectores menos capaces a entender esta versión rusificada del inglés.

Crítico, compositor y sobre todo prolífico escritor, la obra del británico Anthony Burgess está indisolublemente asociada a “La Naranja Mecánica“. Su obra más conocida, para muchos lectores la única que conocen de este autor, el borrador de la cuál escribió en tan sólo tres semanas, durante el último año de vida que los médicos le habían dado cuando le diagnosticaron un tumor cerebral inoperable. Cuando se confirmó que el diagnóstico inicial estaba equivocado Burgess pudo dedicarse, sin la angustia del tic-tac del reloj, a revisar el manuscrito de su obra, que apareció finalmente publicada en el año 1962. Curiosamente la mayor parte de su obra literaria se sitúa fuera del campo de la ciencia-ficción y la literatura fantástica, pero es aquí donde se tiende a ubicarle.

La Naranja Mecánica“, la novela de Anthony Burgess pero también la película de Stanley Kubrick, es una obra perturbadora. Pero hay algo que la mayoría de espectadores olvidan: la película de Kubrick está basada en la versión americana de la novela, a la que faltaba el capítulo final. El libro que escribió Burgess está dividido en tres partes de siete capítulos cada una, sumando un total de veintiuno. “21 es el símbolo de la madurez humana, o lo era, puesto que a los 21 tenías derecho a votar y asumías las responsabilidades de un adulto“, explicaba el escritor. Exactamente, hay un último capítulo que sí que aparece en la edición inglesa, y en la edición en castellano de Minotauro, pero que no se incluyó en los EE.UU. porqué el editor de Nueva York lo eliminó.

La Naranja Mecánica
Autor: Anthony Burgess
Traducción: Juan Pascual Martínez Fernández
Título original: “The Clockwork Orange”
Fecha de publicación: Septiembre de 2023
ISBN: 978-84-450-0984-0
Formato: 15x23cm. Tapa blanda
Páginas: 248
Precio: 9,95 euros