Paramount Pictures ha convertido las entregas de Marvel en el plato fuerte de su producción. Las películas que vamos viendo de “Iron man”, las de “Hulk”, “Thor”, “Capitán América” y sobretodo la que vimos el año pasado de “Los vengadores” poseen un atractivo indudable ya no sólo para la chavalería y para los comiqueros, sino para cualquier miembro de la familia al que le distraiga y apasione esto de los superhéroes y es porque están hechas cuidando todos los detalles y gastando un dinero en la producción que luego se ve en pantalla. Por cierto, esta vez también con capital chino, que ya que son una economía emergente está bien que echen un cable para sacar adelante este tipo de películas.

En esta ocasión Tom Stark se tiene que enfrentar a una organización terrorista internacional y en concreto a un árabe despiadado conocido como “El Mandarín” que personifica un siempre eficaz Ben Kingsley (y ahí lo dejo porque si explico más empiezo a chafar parte de las sorpresas del guión), pero también (y esto es seguramente más interesante) se enfrenta a sí mismo pues de hecho ha pensado siempre en sí mismo y es momento para él de darse cuenta que los que le rodean tienen su importancia, especialmente Pepper.
Shane Black (“Kiss kiss bang bang”) sustituye en la dirección a John Favreu (que en cambio sigue apareciendo en su papel como guardaespaldas de Tom Stark) y mantiene ese ritmo narrativo y visual idóneo que funciona a la perfección junto a la historia y sus dosis de humor y acción convirtiendo a la película en un entretenimiento de primera magnitud. Vamos, que quien no se entretenga no sé qué puede necesitar para hacerlo.

Lo que a mí me da la sensación que produce un cierto desequilibrio es ese afán indisimulado por llevar las situaciones al límite, por rizar el rizo a toda costa, un mal que por otro lado es habitual en casi todo el cine de acción que se viene haciendo desde que se contó con los ordenadores para crear los más disparatados efectos visuales. Por no dar detalles concretos sólo diré que hay un par de escenas que me parecen salidas de madre y excesivas. No porque lo sean en sí (que también y ya digo que esta película en muchos momentos me resulta “aparatosa”), sino porque cuando se pretende ir más allá a tal nivel aumenta la espectacularidad, sí, pero desciende la credibilidad y yo sigo defendiendo que los superhéroes nos emocionan mucho más cuanto más “humanas” y creíbles resultan las situaciones que enfrentan.
Hablando claro, me emociona mucho más cuando Iron Man trata de agarrar sin conseguirlo a una Pepper en dificultades o cuando sufre cortes y golpes bajo su armadura deteriorada que cuando hace movimientos, giros y vuelos imposibles y me parece superior esa escena llena de emoción de Iron man volando para salvar a varias personas en caída libre que ese, en teoría, plato fuerte del final en el que hay efectos a gogo pero me quedo con la sensación de que todo es en el fondo puro alarde.
Por cierto……esta vez más que nunca merece la pena quedarse hasta el mismísimo final de los créditos esencialmente por dos razones: por un lado porque la parte orquestada por Brian Tyler mientras se emiten fragmentos de la película (el tema se llama “Can you dig it”) es magnífico y te hace terminar la película con un subidón monumental y por otro lado porque el que se quede tiene premio….un guiño cómico que además cierra un hilo suelto y anticipa algo….no digo más 😉
Las personas LGBTIQ+ existen, son personas reales que están a nuestro alrededor, y por tanto deben estar también en la…