El escritor Jack Williamson, maestro de la ciencia-ficción, falleció en Noviembre del año 2006 pero, con 97 años de edad, aún dejó muestras de su lucidez en “El Misterio de Stonehenge“. Lamentablemente, en esta novela no nos dejó un testamento de su talento sino una obra entretenida, pero menor.

image1Un repentino ataque de curiosidad lleva al Sahara al afable catedrático inglés Will Stone y a sus tres amigos, para realizar excavaciones en un emplazamiento en el que el radar ha detectado que bajo la tierra se esconde un conjunto de piedras de gran tamaño.
Allí encuentran una antigua estructura, una puerta de comunicación entre los diferentes planetas que une la Tierra con mundos lejanos, donde descubrirán maravillas y horrores que superan lo imaginable.
Pero sólo si son capaces de sobrevivir para volver a la Tierra.

En 1994 se estrenó la película de ciencia-ficción “Stargate: Puerta a las Estrellas”, dirigida por el alemán Roland Emmerich e interpretada por Kurt Russell y James Spader como protagonistas. Esta producción, escrita por Dean Devlin y Roland Emmerich a partir de la novela homónima del primero, narraba las vicisitudes de un grupo de militares, encabezado por el Coronel Jack O’Neil y acompañados por el lingüista Dr. Daniel Jackson, que se aventuraban a través de un portal, un extraño artefacto metálico con forma de anillo que les llevaba a un lejano planeta sometido al poder de una tiránica raza alienígena. Esta película dio lugar, a su vez, a varias series de televisión (“Stargate SG1”, “Stargate Atlantis” y, recientemente, “Stargate Universe”), una serie de dibujos animados (“Stargate Infinity”) y dos películas lanzadas directamente en DVD (“Stargate: El Arca de la Verdad” y “Stargate: El Continúo”) que giraban sobre la misma premisa de los desplazamientos por el universo, a través de agujeros de gusano, gracias a estos portales llamados Stargate o Puertas Estelares.
¿Y qué relación tiene una película de mediados de la década pasada con la reseña de un libro de ciencia-ficción publicado diez años más tarde? Pues que “El Misterio de Stonehenge”, la última obra del escritor norteamericano Jack Williamson, tiene numerosos puntos de coincidencia con la historia narrada en “Stargate” como podremos observar. Pero antes de llegar a ello sería conveniente presentar al autor, su obra y un breve resumen de la novela que nos ocupa.

Maestro de maestros, John Stewart ‘Jack’ Williamson (Brisbee, Arizona, 1908 – Portales, Nuevo Méjico, 2006) estaba considerado uno de los grandes escritores del género, nombrado Gran Maestro por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción de América (SFWA) en 1975, galardonado con el John W. Campbell Memorial, con dos premios Hugo (por “Terraformar la Tierra” y “Wonder´s Child”) y un Nébula, y autor de varias docenas de novelas y cuentos cortos entre los que destacan las series “La Legión del Tiempo” (“The Legion of Time”) y “Los Humanoides” (“The Humanoids”) o novelas como la multipremiada “Terraformar la Tierra” (“Terraforming Earth”), además de numerosas colaboraciones con autores de la talla de Frederik Pohl. La mayoría de ellos englobados en el género de la ciencia-ficción, de la que casi nunca se alejó. Además, su curriculum podía presumir de la autoría de dos conceptos muy vigentes, reconocidos por la prestigiosa institución del diccionario de inglés Oxford: terraformación e ingeniería genética. Su talento, lamentablemente, se apagó el 10 de noviembre de 2006, a la edad 98 años. Su última novela, esta “El Misterio de Stonehenge” publicada en el 2005 por TOR, la escribió con 97 años de edad a sus espaldas y su talento intacto.

En “El Misterio de Stonehenge” (“The Stonehenge Gate”) el profesor Derek Ironcraft descubre una estructura megalítica similar al círculo de piedras de Stonehenge enterrada bajo las arenas del Sahara y se embarca, junto a tres compañeros docentes de distintas disciplinas académicas (Lupe, Ram y Will Stone, el narrador) en su búsqueda. Allí descubren los restos de una antigua construcción de piedra negra que funciona como un portal a un mundo desconocido, a donde es arrastrada la única mujer de la expedición por extraños seres robóticos provenientes del otro lado de los trilitos. Obligados a rescatarla, los tres académicos se embarcan en una expedición a través de los portales para recuperar a su compañera y, a su vez, investigar los singulares mundos interconectados que se extienden ante sus ojos más allá de las arenas del Sahara que han dejado atrás: un mundo de lava y fuego de atmósfera no respirable y otro congelado, un planeta doble con restos de una civilización de tecnología muy avanzada y misteriosamente extinguida o un mundo sacudido por una rebelión de esclavos en pleno conflicto racial siguiendo la profecía de un salvador, el heredero del legado de Anak, venido de más allá de las puertas. El problema, una vez traspasada la puerta, será poder regresar para contarlo.

Como es lógico, entre “Stargate” y “El Misterio de Stonehenge” hay muchas más diferencias que similitudes, pero esta comparación es un buen punto de partida desde donde empezar a desglosar el concepto que envuelve la obra de Williamson y los detalles de la historia. Es evidente que “Stargate” incide sobretodo en los efectos más cinematográficos, como la imagen, el movimiento y la acción, los combates con abundantes explosiones, las naves espaciales, los viajes a través del portal estelar, los rostros de los personajes, el vestuario, los escenarios de aires egipcios,… pero también es cierto que algunos de los aspectos más “científicos” de ambas historias son los mismos. Los puntos de encuentro, quizás casuales y circunstanciales pero evidentes, nos sirven de coartada para analizar la propuesta, novelada, de la hipótesis científica de Jack Williamson de los viajes a través de agujeros de gusano… aunque Williamson no menciona en ningún momento este concepto. Si queremos señalar coincidencias no podemos ignorar los portales, las arenas del desierto de Egipto, la civilización humana al otro lado de la puerta, la tecnología evolucionada de la raza dominante, las pruebas de su presencia en nuestro mundo en un pasado lejano,… Haberlas, haylas. Quizás incluso esa proximidad con “Stargate” de la que hemos venido hablando propició que la traducción en castellano del título original, “La puerta de Stonehenge” se modificara a “El misterio de Stonehenge” que luce en su portada.

De todas maneras, “El Misterio de Stonehenge” no puede considerarse ciencia-ficción dura. En cierto modo, ni ciencia-ficción. Williamson apenas analiza las causas científicas que originan los fenómenos que aparecen en la novela, como los portales. Tampoco se esfuerza mucho en justificar las dificultades racionales que podrían presentarse ante los protagonistas, como aventurarse a través de las puertas para llegar a un lejano planeta volcánico, con evidentes diferencias en la gravedad, la temperatura o la composición de la atmósfera, protegidos sólo con un equipo de máscaras de oxígeno adquiridos en una tienda de El Cairo. El motivo de la historia es el camino hacia otros mundos desconocidos, pero no se plantea ni su origen, ni su construcción, ni la tecnología que lo hace funcionar. Están allí, y eso es suficiente como para empezar la aventura. Solamente en algunos pasajes de la novela el personaje de Derek sirve al autor para aventurar hipótesis concretas para explicar alguna de las cosas que se van encontrando los personajes por el camino. Conjeturas. Retazos.

Y como hemos dicho antes, es difícil definir “El Misterio de Stonehenge” como una novela de ciencia-ficción. La mayor parte del libro es una detallada descripción de la sociedad de uno de los mundos donde llegan los protagonistas cruzando los trilitos, el de los norlanders y los negros de Hotlan, de los herederos de Sheko y Anak, de su mundo tan parecido al nuestro pero con sutiles diferencias resultado de evoluciones distintas a partir de un punto de origen común. Williamson describe su fauna, su flora, su geografía, los ritos y las tradiciones de sus gentes, la historia, la arquitectura, los miedos y las esperanzas. ¿Ciencia-ficción? Antropología de un mundo fantástico. Que, además, trata temas tan sensibles como el racismo o la libertad. Y los personajes son simples excusas, elementos pasivos (salvo uno de ellos, incitador de la rebelión en uno de los mundos) para describir al detalle lo que realmente le interesa a Williamson. Y también teorías de ingeniería genética de razas alienígenas, que el autor se guarda para el final.

El Misterio de Stonehenge.
Autor: Jack Williamson
Título original: The Stonehenge Gate
Editorial original: TOR
Editorial: La Factoría de Ideas
Colección: Solaris Ficción num. 103
Traducción: Isabel Notario Matey
Formato: 23x15cm. Rústica con solapas
Páginas: 314