Se acerca la temporada de premios, y las películas candidatas empiezan a tomar posiciones. Entre ellas merece la pena destacar “12 años de esclavitud” de Steve McQueen, que además de liderar las nominaciones a los Satellite Awards o los Independent Spirit Awards y recibir aplausos unánimes y el premio del público en el festival de Toronto, se estrenó con éxito en la taquilla norteamericana a mediados del mes de octubre. Las expectativas en Europa, por el contrario, no son tan buenas para una producción muy americana, tanto en contenido como en forma.

Brad Pitt, Michael Fassbender y Benedict Cumberbatch, uno de los actores con más glamour, uno de los actores más consolidados y uno de los actores más pujantes unen su talento para que Steve McQueen adapte a la gran pantalla la novela autobiográfica de Solomon Northrup, un esclavo negro de mediados del siglo XIX que tardó doce años en recuperar su libertad.

Protagonizada por Michael Fassbender (“Prometheus”, “Shame”, “X-Men: Primera Generación”), Chiwetel Ejiofor (“Salt”, “American Gangster”, “2012”), el ascendente Benedict Cumberbatch (“El Topo”, “Star Trek: En la oscuridad”, “El quinto poder”, la serie de televisión de la BBC “Sherlock”), Paul Giamatti (“Entre copas”), Paul Dano (“Pequeña Miss Sunshine”, “Prisioneros”, “Pozos de Ambición”), Sarah Paulson (“Martha Marcy May Marlene”, “Mud”), Michael K. Williams (las series de televisión “The Wire” y “Boardwalk Empire”), Quvenzhane Wallis (“Bestias del sur salvaje”), Alfre Woodard, Garret Dillahunt, Lupita Nyong’o, Adepero Oduye, Scott McNairy, Chris Chalk, Dwight Henry y Brad Pitt, “12 años de esclavitud” (“12 Years a Slave”) apunta a convertirse en una de las grandes películas del año y candidata a los premios de más prestigio.

Dirigida por el prestigioso director británico Steve McQueen (“Shame”) que firma junto a John Ridley el guión, la película adapta la novela autobiográfica escrita por Solomon Northup en 1853, un hombre libre de raza negra que vivía en Nueva York de mediados del siglo XIX con su familia, y un virtuoso del violín. Engañado, drogado y secuestrado, Solomon fue vendido como esclavo en una plantación de algodón de Louisiana, al sur de los EE.UU. Allí estuvo doce años, los que dan nombre a la película, durante los que sufrió, vió con sus propios ojos la violencia, el dolor y el abuso, alcanzó la desesperanza para, al fin, recuperar la ansiada libertad.  Durante su cautiverio tuvo que luchar no sólo por continuar vivo sino también por preservar su dignidad frente a la crueldad de su amo. Su esperanza, alimentada por inesperados gestos de amabilidad y ayuda, no le abandonó a lo largo de su odisea de doce años, y la oportuniodad de conocer a un abolicionista canadiense cambió su vida para siempre.

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