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Dejando de lado el humor chabacano de Torrente, Santiago Segura cambió de fórmula en 2019 apostando por la comedia familiar, más acorde a su momento personal y más eficaz para conquistar al público de toda la casa, sin duda su principal intención ¿Por qué no ganar dinero ofreciendo al espectador medio algo que le haga gracia? Así fue, el resultado fue igualmente un taquillazo porque con la fórmula de la caricatura logra describir con desparpajo (el que tiene todo el reparto) las andanzas de una familia numerosa en la que cinco hijos, tíos y padres dan juego para un buen número de situaciones jocosas con las que en mayor o menor medida se siente identificado todo el mundo. Me pasa algo muy extraño con esta película: Cuando la veo no encuentro nada sobresaliente, me entretiene sin más; no siempre me hace gracia, pero me resulta simpática; no siempre me río, pero me mantiene con el cuerpo con ánimo de hacerlo y, al final, pasado un tiempo después de verla, no me importaría verla de nuevo. Uno de esos títulos que conquistan tus simpatías, porque Santiago Segura, es ante todo eso, un tipo que sabe como conectar y empatizar contigo, el colega que todo el mundo querría tener para echarse unas risas. Pero lo que sí me parece interesante es que el guión sabe reflejar, aunque sea exagerando, situaciones cotidianas de la época del estreno y eso con el tiempo ganará importancia como descripción del momento.