“La sombra blanca” (Antoine Ozanam y Antoine Carrión, Yermo Ediciones)

Cada vez que aparece un producto, cinematográfico, televisivo, literario o de cómic, cuyo argumento incluya complejos juegos de poder, guerras para obtener una corona que incluyan desde el frio acero de la daga del asesino hasta la inclemente hacha del verdugo, intrigas y traiciones, es inevitable que la mayoría se remita a George R.R. Martin y sus juegos de tronos. Por fortuna, el género del cual Martin es su máximo exponente, es de amplio espectro.

Es obvio que la literatura fantástica de finales de los años noventa necesitaba la aparición de un fenómeno tan inesperado y global como la saga “Canción de Hielo y Fuego” de George R.R. Martin, puesto que la fantasía más tradicional, la de los dragones y los elfos, reclamaba una renovación que sacara al género de su letargo y su amodorramiento y, a su vez, un golpe de efecto que pusiera a este género literario subestimado al nivel de sus hermanos mayores, desde la novela negra hasta la ciencia-ficción, que gozaban de mayor reconocimiento. Por lo menos en las listas de ventas.

La novela-río de Martin, que narra la lucha por el poder de las casas nobles de los Siete Reinos es, sin duda, el mayor logro de la fantasía desde la aparición de “El Señor de los Anillos” de J.R.R. Tolkien. Su enorme calidad está avalada por la cantidad de premios que ha acaparado, por las críticas positivas y las cifras de ventas desorbitadas (¡que se lo digan a Ediciones Gigamesh!), e incluso se ha llevado con gran éxito a la televisión, de la mano de la cadena HBO.

Fantasía adulta, sin omitir la violencia (mucha violencia explícita) ni el sexo (mucho sexo, sin pudor, desde incestos hasta violaciones), una fantasía medieval poco fantástica y poco medieval, el esquema de la novela-río donde una misma historia se cuenta desde diferentes puntos de vista, personajes protagonistas ambiguos y tubios, capítulos narrados en primera persona por personajes diferentes, conflictos políticos en un marco pseudomedieval, un mundo con toques ‘grimdark’ (hace referencia a historias de trama y diseño oscuro, con entornos racistas, inmersos en guerras interminables, sin héroes puros e ingenuos,…), un reparto coral de personajes protagonistas y secundarios,… son las claves que muchos han identificado en el trabajo de Martin y que luego otros escritores han intentado trasladar, habitualmente sin éxito, a sus páginas.

El equipo formado por Antoine Ozanam y Antoine ‘Tentacle Eye’ Carrion, responsables de grandes éxitos como “Temudjin” o “El canto de los sables”, ha elaborado una historia muy interesante que empieza con el ataque de un ser monstruoso contra el campamento del heredero del trono del reino de Etelkoz. Desaparecido el joven príncipe en manos de la criatura de leyenda conocida como ‘sin nombre’, el rey convoca a todos sus súbditos para formar una partida de rescate, que de caza al secuestrador y recupere con vida a su hijo. Casi todos ellos, a su vez pretendientes al trono que esperan como carroñeros la muerte del monarca moribundo, acuden a la llamada de su señor, pero la solución se convierte en un problema mucho peor: todos los escorpiones se encuentran metidos en el mismo cesto. Hay demasiadas cuentas pendientes, mentiras y secretos que llevan mucho tiempo escondidos, rencillas y rencores sin saldar, como para que los aguijones envenenados permanezcan en reposo. La muerte acecha, y cuando se desaten las hostilidades no ahorrará en sangre y fuego.

Es evidente que “La sombra blanca” tiene pinceladas de “Canción de Hielo y Fuego”, pero sería simplista quedarse en ello. Rascando la superfície, el ‘juego de tronos’ de los nobles del reino de Etelkoz, las hostilidades entre Piroska, Lord Ferenc, Lord Bartok, el conde Atras, el príncipe Mozes, lord Ulrick, el barón Akos, Lady Amalia o el rey Benedek, en “La sombra blanca” hay una historia cargada de anhelos y envidias, de amor y rencor, de batallas y alianzas, de vida y muerte, envueltos en la bruma y con muchos más misterios que respuestas. Ese punto de intriga que esconde la identidad de la bestia ‘sin nombre’, el responsable del complot contra el príncipe, quien intentó envenenar al rey o la identidad de la misteriosa mujer que acompaña al decrépito monarca, es el aspecto diferencial y el elemento más interesante de esta obra, un volúmen integral que recoge los dos álbumes de “L’ombre blanche”, titulados en su versión original francesa de Soleil “La traque du Sans-Nom” y “La Couronne de Sang”.

Sí, por supuesto, “La sombra blanca” es una elección excelente pese al evidente influencia y la alargada sombra de la saga literaria y televisiva de “Juego de Tronos”. Para bien, y para mal por las similitudes, hay intrigas palaciegas y política medieval repleta de maquinaciones, giros inesperados en el guión, personajes que cambian de bando como quien cambia de camisa y tienen lealtades tan laxas como el cinto de su espada, asesinatos con acero y con veneno, tejidos con inteligencia por Ozanam y plasmados con elegancia y precisión por Carrión… con un estilo sorprendentemente diferente al que nos ofreció en “El canto de los sables”, donde utilizaba trazo más suave, conceptual y sutil. Un aspecto que merece la pena mencionar, por cierto.

Es necesario cerrar esta reseña de “La sombra blanca” de Antoine Ozanam y Antoine Carrión con una recomendación muy sencilla. No, no volveremos a comentar las bondades de la joven editorial Yermo Ediciones, de la que nos declaramos fervientes seguidores a causa de su cuidada selección de BD francobelga y del inteligente aprovechamiento de una grieta en el monolítico mercado del cómic nacional para posicionarse y consolidarse. Nos remitimos para ello a reseñas anteriores de otros cómics de la editorial en ViaNews, pero os invitamos de nuevo a descubrir el catálogo de Yermo Ediciones por vuestra cuenta. No os arrepentireis.