La guerra es algo que tiene emociones de todos los colores imaginables, cosas que ver y escuchar, y aquí es cuando el arte, en cualquiera de sus expresiones, tiene la labor de presentar y retratar la guerra como el verdadero horror que es y luchar para que no vuelva a repetirse. La dificultad de hablar sobre la Segunda Guerra Mundial aún existe, pero el paso del tiempo permitirá poder explicar todo lo que deba ser explicado. Hablar sobre Maria Sabina Devrim es necesario.

En 1944, mientras el Ejército Rojo se acercaba a Varsovia, la valiente resistencia polaca dio inicio a un levantamiento contra las fuerzas alemanas. Los combatientes insurgentes se enfrentaron con coraje y determinación a las temibles SS durante tres largos meses. Entre ellos, se encontraba Maria Sabina Devrim, una joven de tan solo 21 años en ese entonces, quien se unió a la resistencia con una férrea determinación. A lo largo de aquel conflicto, María luchó incansablemente hasta el final, eludiendo de manera milagrosa la cruel mano de la muerte. Posteriormente, tras haberse exiliado en Francia, decidió compartir su inspiradora historia con el mundo.

Es un hecho que la Segunda Guerra Mundial contribuyó más que ningún otro conflicto a borrar definitivamente los límites entre combatientes y civiles. Las ciudades de los enemigos se convirtieron ya no en sitios a capturar, saquear y ocupar, como en guerras anteriores, sino en objetivos para destruir. Los civiles, inocentes, mujeres y niños, antes espectadores de la destrucción de los combates entre ejércitos, pasaron a ser, en el contexto de la guerra sin límites morales ni físicos, objetivos a eliminar, tan importantes como las industrias o las bases militares. Parece inconcebible que tras los acuerdos de Ginebra, que se firmaron y ampliaron entre 1864 y 1949, con la excusa de la guerra se masacrara deliberadamente a poblaciones indefensas con una brutalidad inimaginable. Es necesario documentar los hechos para que, como poco, nos avergoncemos de ser como somos.

Maria Sabina Devrim vive en París desde hace décadas. Ella es una de las últimas supervivientes del levantamiento de la población polaca contra los ocupantes alemanes en 1944. En una entrevista reciente explicaba que la guerra de Ucrania le ha hecho recuperar recuerdos que creía haber olvidado. Al ver a los civiles ucranianos preparando sus cócteles molotov para bloquear al ejército ruso en la región de Donetsk, se veía de nuevo en Varsovia con su vieja pistola y sus cien cartuchos, intentando desalojar a los alemanes de sus barrios. Recuerda los cadáveres entre los escombros y las multitudes que huían de la capital en busca de un refugio seguro. El sentimiento de soledad, esperando refuerzos que no llegaban mientras los nazis ocupaban su ciudad. Los intercambios de disparos y los zig-zag que tuvo que hacer al cruzar la calle para buscar a un herido al otro lado. De su camarada Slawek, que murió junto a él en su escondite, alcanzado por un bombardeo. Del hedor de las cloacas, con los pies hundidos hasta los tobillos en los excrementos, para llegar por debajo del enemigo hasta un barrio rodeado. De la granada que arrojó a los alemanes desde una ventana, mientras sus compañeros la sostenían colgada de los pies.

Maria Sabina Devrim, cuyo nombre real es Maria-Sabina Tarlowska, se unió a la resistencia polaca con apenas 21 años, cuando la guerra estaba cerca de su final. Mientras el Ejército Rojo se acercaba a Varsovia y las tropas alemanas empezaban a flaquear en todos los frentes, la resistencia polaca dio inicio a un levantamiento contra los invasores, conocida como la ‘Powstanie Warszawskie‘. Era el año 1944, y el objetivo era liberar Polonia antes de que lo hiciera la Unión Soviética, pero no lo consiguieron. Las tropas polacas resistieron más de sesenta días el implacable asedio alemán, pero ante la falta de apoyo aliado, fueron superadas por el enemigo.

Los rebeldes finalmente se rindieron el 1 de octubre de 1944, y los alemanes violaron los términos de rendición al deportar a miles de varsovianos a campos de concentración. En total, más de 15.000 rebeldes y entre 200.000 y 250.000 civiles murieron durante el levantamiento, y más de tres cuartos de la ciudad fueron destruidos.

A las puertas de la ciudad esperaba el Ejército Rojo, que solo debían cruzar el río Vístula para liberar Varsovia… pero no lo hicieron. Al parecer los soviéticos preferían que la sublevación polaca fracasara, pues la derrota de los nazis era inminente y así podrían gobernar Polonia con mayor facilidad. Así fue: los acuerdos de la Conferencia de Yalta convirtieron a los polacos en un país bajo control soviético, anexionados, y los polacos del ‘Powstanie Warszawskie‘, encarcelados, ejecutados o exilados.

La historia de Maria Sabina Devrim durante el Alzamiento de Varsovia que nos ofrecen Jean-Pierre Pécau y Dragan Paunovic en las páginas de “La insurgente de Varsovia” está inspirada en el artículo y la entrevista a Lasha Otkhmezuri publicados en el número 21 de la revista “Guerres & Histoire” del mes de octibre de 2014. Publicado originalmente por la editorial francesa Delcourt en 2021 como “L’Insurgée de Varsovie” en la colección “Historie & Destins“, nos llega apenas un par de años después en castellano, de la mano de cARTEm Cómics, en su colección “Historias de la guerra“.

Escrita por Jean-Pierre Pécau, guionista de “El guardaespaldas de Masud” sobre la invasión soviética de Afganistán que cARTEm Cómics publicó en esta misma colección, y dibujada por el artista serbio Dragan Paunovic, un habitual del género histórico con Delcourt (“Les Reines de sang: La Kahina la Reine Berbère“), nos cuentan la historia de Maria Sabina Devrim durante la ‘Powstanie Warszawskie‘ pero el telón de fondo, el verdadero protagonista del relato es la guerra que asoló Europa a mediados del siglo XX, el drama de la población civil, poniéndo énfasis en la parte más humana del conflicto y dejando al margen la acción de los combates salvo cuando es necesario e indispensable. A través de los ojos de esta joven de voluntad de hierro podremos ser testigos directos de la brutalidad del ejército nazi y la valentía de aquellos que se resistían con escasos medios a su, aparentemente, imparable maquinaria de guerra.

El trabajo de Jean-Pierre Pécau y Dragan Paunovic es excelente. También el color de Bertrand Denoulet, que no viene acreditado en la portada. La historia escrita por Jean-Pierre Pécau pretende ser fiel a los hechos, y consigue transmitir a una Maria Sabina Devrim real, con coraje pero también con miedo, con su progresiva caída en la desesperación, sufriendo las consecuencias del conflicto en su voluntad indomable. El dibujo de Dragan Paunovic, por su parte, es más que correcto. Detallista y minucioso pero sin ser recargado, destaca sobretodo por su notable trabajo de documentación y reproducción fiel de lugares, objetos, vehículos, edificios o vestuario, del que podemos ver destellos en una página de los extras que nos ofrece cARTEm Cómics al final del álbum.

La edición de cARTEm Cómics en formato álbum europeo es notable, con tapa dura, buen papel, impresión mate y un épilogo que es perfecto para dotar de contexto el relato: el texto “1944: Entre las ruinas de Varsovia” de Lasha Otkhmezuri, con declaraciones de la misma Maria Sabina Devrim. Como hemos comentado al principio de la reseña aún cuesta un mundo poner luz en la oscuridad, hablar sobre algunos de los hechos que sucedieron durante la Segunda Guerra Mundial, aunque hayan pasado casi setenta años, y el ensayo de Lasha Otkhmezuri justamente lamenta que el ‘Powstanie Warszawskie‘ haya quedado relegado al olvido. Quizás este “La insurgente de Varsovia” ayude a que todos conozcamos un poco mejor lo que sucedió entre las ruinas de la ciudad de Varsovia durante el otoño de 1944.

La insurgente de Varsovia
Autores: Jean-Pierre Pécau y Dragan Paunovic
Traducción: María Vandulciel Blanco
ISBN: 978-84-125945-5-3
Formato: 22,5×31,5cm. Cartoné. Color
Páginas: 60
Precio: 19,95 euros