Hubo un momento allá por los años 60’s y 70’s del siglo pasado que la comedia costumbrista española estaba plagada de títulos y actores como José Luis López Vázquez, Manolo Gómez Bur, Alfredo Lanza, Gracita Morales y tantos otros. Entre todos ellos destacó por su vis cómica, gracejo y perfil bonachón de pueblerino maño, Paco Martínez Soria. Los argumentos de sus películas, recogen, como en este caso, el contraste entre el pueblo y la ciudad y entre los viejos valores conservadores y otros más nuevos y liberales en aquel momento (por supuesto a las nuevas generaciones pueden parecerles unos y otros trasnochados y rancios). Poca enjudia argumental y mucho desparpajo, pero hete aquí que el tiempo ha dado a aquella fórmula tan simple un valor añadido y es que no sólo logras retrotraerte a aquel momento, es que además, consigue dibujarte una sonrisa, aunque sólo sea por contraste con los tiempos actuales. Parece fácil hacer tal descripción de época y tipos sociales, pero no lo es y muchos menos con la vis cómica de aquella magnífica generación de actores y aún menos con el carácter y magnetismo que lograba imprimirle Paco Martínez Soria a sus personajes. Cine añejo, pero en el que palpita cierta inocencia, cierta alegría de vivir, cierto desenfado, emociones a fin de cuentas sepultadas hoy por preocupaciones, miedos y convencionalismos sociales que nos constriñen. Si no la has visto dale una oportunidad, es un chute de nostalgia o una propuesta que quizás nunca has visto y, desde luego, uno de los mejores títulos del actor aragonés.
Aún no he terminado de leer (y de comprar) todo The Expanse pero a esta nueva trilogía me subo a…