En el contexto de la literatura, uno de los ritos esenciales de iniciación de la llegada a la adolescencia suele ser la lectura de “La isla del tesoro” de Robert Louis Stevenson, un clásico maravilloso que es un portal entre dos edades, la infancia y la juventud, pero que incluso en la madurez nos ofrece sobrados motivos para volverlo a leer y dejar volar la imaginación hasta la posada del ‘El Almirante Benbow’, frente a la solitaria bahía del Cerro Negro, donde el viejo Billy Bones grita exigiendo otra copa de ron.
Jim Hawkins sabe que deberá pasar toda la vida trabajando en la posada El Almirante Benbow, que regenta junto a su madre, pero la llegada de una morsa que se hace llamar El Capitán desatará el caos en su vida. ¿De qué tiene miedo el Capitán? ¿Quiénes son los misteriosos marineros que amenazan con matarlo? ¿Qué secretos esconde el cofre que había pertenecido al legendario capitán Flint?
Jules Verne, Emilio Salgari, Jack London, Rudyard Kipling, Mark Twain,… ¡Cuántos descubrimos el poder de la imaginación con los clásicos de la novela de aventuras! Muchos de nosotros les debemos, sin lugar a dudas, nuestra iniciación a la lectura. Hacedores de lectores, los llamaban. A principios de los años ochenta no existían colecciones dirigidas al público juvenil como Barco de Vapor o Gran Angular, J.K. Rowling era una adolescente inglesa que ni siquiera tenía un Hogwarts en lo más profundo de su inconsciente y Laura Gallego aún no había viajado hasta a Idhun. Y, por supuesto, los medios de entonces no hubiesen dedicado ni un instante ha hablar de “Los juegos del hambre”, “Divergente” o “El corredor del laberinto” como no se lo dedicaban a “Los Cinco” de Enid Blyton, “Los Hollister” de Andrew E. Svenson o “Los tres investigadores” creados por Robert Arthur. Verne, Salgari, London, Kipling o Twain eran los libros de cabecera de nuestros padres y se convirtieron también en los nuestros.
“La isla del tesoro“, como todos sabemos, es una novela de aventuras escrita por el escocés Robert Louis Stevenson, publicada en Londres en 1883 aunque originalmente se había publicado por entregas en la revista infantil “Young Folks“, entre 1881 y 1882. La historia, quizás una de las más populares de la historia de la literatura, nos narra como el joven Jim Hawkins, hijo de los propietarios de una pequeña posada de la costa de Inglaterra, que estaba destinado a seguir los pasos de sus padres, trabajando toda su vida en un lugar aburrido, conoce a un viejo marinero borracho y arisco, Billy Bones, que al morir deja el mapa de una isla donde se esconde un preciado tesoro de oro y plata, enterrado por el legendario pirata Flint. Junto a fieles aliados y peligrosos compañeros de viaje, Jim se embarca en la Hispaniola rumbo a la más fascinante aventura de todos los tiempos, para descubrir que la tripulación está formada por villanos, piratas y filibusteros a las órdenes del cojo Long John Silver, quien también codicia el tesoro de Flint.
“Jim Hawkins: El testamento de Flint” de Sebastien Vastra es la primera entrega de la adaptación al cómic de la novela de Robert Louis Stevenson, publicada en castellano por Yermo Ediciones en noviembre del 2015. No es, por supuesto, la primera ocasión en la que este clásico de la literatura de aventuras cambia de formato, tampoco la primera en la que llega al cómic, y también se puede constatar que ha sido fuente de inspiración en numerosas películas, series de televisión, novelas, cómics e incluso en videojuegos. Por ejemplo, en la IMDb, la base de datos cinematográfica más importante de la red, se pueden encontrar varias docenas de películas distintas tituladas “La isla del tesoro”, sin contar la versión con Los Teleñecos o la versión animada de Disney ambientada en el espacio, y otras tantas ‘TV movies’. En el caso del cómic, así de primeras y dejando muchas en el tintero, recordamos una versión del maestro Hugo Pratt de 1965 y que Norma Editorial rescató hace unos años en formato apaisado, una entrega de la colección “Joyas Literarias Juveniles” de Bruguera dibujada por Alfonso Cerón Nuñez, la visión de Roy Thomas y Mario Gully para la colección “Clásicos Ilustrados Marvel” que publicó en castellano Panini Cómics o el “Long John Silver” de Xavier Dorison y Mathieu Lauffray, aunque ésta última no es una versión de la novela de Stevenson sino que simplemente toma prestado al carismático pirata de la pata de palo para continuar la historia años más tarde, como si de una segunda parte de “La isla del tesoro” se tratase. Capítulo al margen, las ilustraciones de N. C. Wyeth que acompañaron a la edición del libro “Long John Silver and Hawkins” en 1911.
Protagonizada por animales antropomórficos dotados de gran carisma, un estilo al que los franceses denominan ‘animalier‘ convertido en icono por Juanjo Guarnido y su serie “Blacksad“, la versión de “La isla del tesoro” del dibujante francés Sébastien Vastra, que debuta aquí como autor completo (dibujante, colorista y guionista), nos cuenta una historia que ya conocemos con un estilo de dibujo espectacular e inesperado, que ha sido galardonado este mismo mes de octbre con el premio al mejor dibujo en la 39a edición del Festival international de la bande dessinée de Chambéry, el “elefante de oro”. Como Guarnido, el reto de Vastra no era dibujar simplemente animales antropomórficos, ni siquiera contar una historia de piratas, sino aunar un género literario como el de aventuras con uno tan clásico como la fábula, y que no chirríe. ¡Y vaya si no lo hace! Como en el caso de Guarnido y su Blacksad, los personajes de “Jim Hawkins: El testamento de Flint” asumen identidades animales en función de su carácter sin interferir en el desarrollo del argumento: Jim Hawkins es un cachorro de león, Billy Bones es una morsa con un colmillo roto, el doctor Livesay es un perro, el ciego Pew es un buitre, sir Trelawney es un tejón, Flint es un babuino, Long John Silver es un gorila (rebautizado como Kong John Silver),… En ambos casos, uno de género ‘noir’ y el otro ‘de piratas’, los personajes zoomorfos funcionan porque se entienden muy bien en todas las culturas, se alimentan de los códigos de las fábulas de Esopo, pero que nadie espere encontrar entre estas páginas un Blacksad. El trabajo de Guarnido, su increíble ejecución gráfica tanto en el lápiz como en el color, es inimitable y Vastra no puede hacerle ni sombra. Eso no desmerece ni a Vastra ni a “Jim Hawkins: El testamento de Flint“, que nadie nos malinterprete ni minusvalore un trabajo de muchos quilates, sino que nos limitamos a señalar que sería conveniente no recorrer a la obra de Guarnido y Canales como referencia ni vara de medir.
Con un formato de calidad, tal y como ya nos tiene acostumbrados Yermo Ediciones, pero con pocos extras, algo que no es habitual en la editorial catalana y que Yermo suele cuidar, esta peculiar versión del clásico de la literatura de aventuras es, por lo que respecta a su primera entrega, muy respetuosa con el material original. Jim Hawkins sigue siendo un joven soñador cuya aburrida vida en una pequeña posada de la costa de Bristol cambiará con la llegada de un peculiar visitante, un viejo lobo de mar con muchos secretos, un pasado turbulento, una afición desmedida por la bebida y demasiados enemigos. Como en la novela de Stevenson, la llegada de la tripulación de Flint desatará la acción, Jim descubrirá el mapa del tesoro en el cofre del marino y compartirá su hallazgo con el doctor Livesay y sir Trelawney, que organizarán la expedición. La única licencia, los personajes zoomorfos. Tras cincuenta páginas, sin el más mínimo asomo de abandonar la senda de la fidelidad a la obra original, Sébastien Vastra echará el cierre al primer número de su “Jim Hawkins” en el décimo capítulo de la novela, aproximadamente un tercio del total, cuando ‘La Hispaniola’ zarpa rumbo a su emocionante destino, a la Isla del Esqueleto y empieza la iniciación a la vida adulta de su protagonista.
Hay libros que pueden disfrutarse a cualquier edad, como “La isla del tesoro“, y cuya lectura nos remite inevitablemente a aquellos veranos de nuestra infancia que parecían no acabar nunca, esas interminables tardes del mes de agosto tumbados en la toalla junto a la piscina devorando página tras página. El pueblo, la playa, los primeros amores, la bicicleta, los helados. Recuerdos de cuando el verano era infinito. Y el “Jim Hawkins: El testamento de Flint” de Sébastien Vastra respeta el espíritu de la obra original, cosa que no es nada fácil puesto que hablamos de, quizás, la novela de aventuras más relevante de la historia de la literatura y la quintaesencia del género de piratas. Está por ver como seguirá Vastra en las siguientes entregas de su cómic, cuando la ambigüedad moral que adorna algunos de sus personajes salga a la luz, cuando la aventura marinera se desate y la acción se acelere, y la historia deje atrás el viaje iniciático para derivar hacia lo épico, pero sus primeros pasos son dignos de elogio y se merecen el voto de confianza.
Jim Hawkins: El testamento de Flint.
Autor: Sébastien Vastra
Título original: Jim Hawkins 1: Le testament de Flint (Ankama Editions)
Editorial: Yermo Ediciones
Fecha de publicación: Noviembre 2015
ISBN: 978-84-16428-27-4
Formato: 22,3×31,2cm. Cartoné. Color.
Páginas: 56
Precio: 16,00 euros
Pues yo recuerdo está película con mucho cariño. Quizás no llegue al nivel de Toy Story o Gremlins pero... ¿qué…