Siempre se ha considerado que la productora británica Hammer era la casa de los monstruos cinematográficos clásicos, del conde Drácula, de Frankenstein o de la Momia, sobretodo a raíz de las películas de terror de los años sesenta. Por eso y en consecuencia, quizás deberemos afirmar que Aleta Ediciones es la casa de los monstruos cinematográficos contemporáneos cuando se han adaptado al cómic, de los terroríficos alienígenas xenomórficos Aliens, de los cazadores intergalácticos Predators, del policia cyborg de la ultraviolenta ciudad de Detroit RoboCop,… y del rey de los monstruos. Del daikaijū ‘Gojira’. De Godzilla.
 
 
image1Cada vez es más habitual que un gran estreno cinematográfico coincida con el lanzamiento simultáneo de un cómic que sirve de acompañamiento a los hechos narrados en la película, bien en forma de precuela o bien como complemento para profundizar aspectos tratados de forma tangencial, para aclarar datos esenciales que pueden haber pasado desapercibidos para el espectador. Por ejemplo, sin ir más lejos, el reciente “Absolut Zero” escrito por Christopher Nolan e ilustrado por Sean Gordon Murphy, que narra la historia de uno de los personajes al comenzar su misión y que sucede antes de los eventos que se pudieron ver en la película “Interstellar” de Christopher Nolan, las “Pacific Rim: Año cero” escritas por Travis Beacham y dibujadas por Sean Chen, Yvel Guichet y Pericles Junior que servían de precula a la película de Guillermo del Toro, “Star Trek: Countdown” de los guionistas Mike Johnson y Tim Jones y el dibujante David Messina que se presentaba como una precuela oficial de la espectacular película de Paramount Pictures “Star Trek” dirigida por J.J. Abrams, o este “Godzilla: Despertar” escrito por Max y Greg Borenstein y dibujado por Eric Battle, Yves Guichet y Aan Quah que acompañaron el estreno cinematográfico de la nueva película de “Godzilla”, producida por Legendary Pictures.
 
No hay monstruo más aterrador en la historia del cine que Godzilla. Ni los kaijus de Guillermo del Toro, ni los aliens de Ridley Scott, ni siquiera los cenobitas de Clive Barker o los muertos vivientes de “Guerra Mundial Z”. Y es que un gigantesco dinosaurio mutante que era capaz de destruir Tokio en cada una de las películas que aparecía, en unos años donde el pavor por lo nuclear y la Guerra Fría alcanzaba todos los rincones del mundo. A lo largo de treinta películas de producción japonesa desde su primera aparición en 1954 (menos de diez años después después de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki), y un mediocre remake made in Hollywood en 1998 dirigido por Roland Emmerich, el gigantesco dinosaurio mutante se convirtió en un icono de lo monstruoso y temible que hoy, sesenta años después de su primera aparición, es un referente de la cultura popular.
 
El pasado mes de mayo se estrenó en todo el mundo una nueva versión cinematográfica del más popular de los monstruos japoneses, de Warner Bros. Pictures y Legendary Pictures, dirigida por Gareth Edwards (“Monstruoso”), con un guión de Frank Darabont (“The Walking Dead”, “Cadena Perpetua”) y que protagonizaron Aaron Taylor-Johnson (“Kick-Ass”, “Los Vengadores 2”), Elizabeth Olsen (“Old Boy”, “Luces rojas”, “Amor y letras”, “Los Vengadores 2”), Juliette Binoche, Ken Watanabe (“Origen”), Bryan Cranston (de la serie de televisión “Breaking Bad”) y Sally Hawkins. 
Esta película, que prometía ser la más versión realista y espectacular que se ha rodado sobre el monstruo y un reinicio de la franquicia siendo fieles al estilo de las películas clásicas de Toho, nos narraba como el monstruo se enfrentaba a malvadas criaturas conocidas como MUTOs que, animadas por la arrogancia científica de la Humanidad, amenazaban nuestra propia existencia. El resultado final, si hacemos caso a las críticas que se escribieron sobre ella, no consiguieron acercarse ni lo más mínimo al espíritu de las películas de los estudios japoneses Toho e incluso hicieron buena la película de Roland Emmerich. Salvo sus notables efectos especiales y una banda sonora poderosa, poco más nos ofrecía.
En la película nos contaban como los MUTOs (acrónimo de ‘Massive Unidentified Terrestrial Organism’ en el original inglés o Masivas Unidades Terrestres Orgánicas en castellano) eran parásitos primigenios que se alimentaban de radiación, que permanecían guarnecidas en el subsuelo del planeta pero que despertaron a causa de las pruebas nucleares realizadas por el hombre. Y que estas monstruosas criaturas estaban ubicadas un escalón por debajo en la cadena alimenticia de un animal aún más grande, nuestro Godzilla, cuya existencia había sido ocultada en 1945, en los albores de la era atómica,. Ambos, MUTOs y Godzilla, regresaban en el año 2014 para aterrorizar a la Humanidad y demostrar al ser humano que no eran, ni mucho menos, la criatura más poderosa de la naturaleza y que otros podían, con facilidad, derrocarlo del trono al que se habían aupado con orgullo y desprecio al resto de criaturas del reino animal.
 
En el cómic “Godzilla: Despertar” (“Godzilla: Awakening”), viajaremos décadas antes de los acontecimientos de la película de la mano del mismo guionista que ella, Max Borenstein. Junto a su hermano Greg Borenstein en el guión y Eric Battle (“X-Men”, “Green Lantern”, “Wonder Woman”), Yvel Guichet (el “Pacific Rim: Año cero” que antes ya hemos mencionado, “Superboy Annual”, “End of Nations”), Alan Quah (“Rage”, “The Vampire Diaries”, “Anywhere”) y Lee Loughridge (“Batman Adventures”, “Arkham Asylum: Living Hell”, “Marvel Zombies Return”) en el dibujo, y con una portada exclusiva del mismísimo Arthur Adams, nos adentraremos en el origen del rey de los monstruos y profundizaremos en el escueto prólogo de los años cincuenta que se citaba en la película, sobre el primer MUTO y de su eterno cazador Godzilla. El cómic está construido como un flash-back, donde un anciano Serizawa narra a su nieto (papel que interpreta Ken Watanabe en la película) lo ocurrido a mediados de la década de los cincuenta en el océano Pacífico, cuando colaboraba con una unidad mixta americano-japonesa investigando las primeras apariciones de ‘Gojira’ y los MUTOs parásitos y como, en apariencia, finalizaron de forma aplastante con las amenazas.
Editado en castellano por Aleta Ediciones en su colección Alerta, en cartoné y con numerosos extras, “Godzilla: Despertar” es un cómic americano, editado por el sello editorial de la productora Legendary Pictures que utiliza para publicar precuelas oficiales de sus películas más ambiciosas, dedicado a un monstruo de raíces profundamente japonesas, creado según la mayoría de expertos como una representación del miedo que sintió el pueblo nipón después del bombardeo atómico sufrido en Hiroshima y Nagasaki, durante la Segunda Guerra Mundial. Igual que en ocasiones hemos mostrado nuestra sorpresa por la adopción de un género tan genuínamente americano como el western por el cómic francés, no podemos evitar hacer lo mismo con el monstruo Godzilla y el cómic USA, puesto que la mayor parte de los cómics sobre los kaiju japoneses son de producción estadounidense, desde los cómics de Marvel de finales de los años setenta (que llegó a enfrentar al monstruo con los Vengadores y a pasearlo por Alaska o Nueva York), pasando por los de Dark Horse Comics en los años ochenta y noventa, o los más recientes de IDW Publishing.
 
No, “Godzilla: Despertar” no es un cómic imprescindible, aunque es entretenido y puede leerse de forma independiente de la película, sin haberla visto ni antes ni después. No añade elementos esenciales que la película reclame a gritos, pero profundiza en aspectos que el guión de Max Borenstein omitía y reducía a un breve prólogo. No es ninguna maravilla ni en cuanto al guión ni tampoco en el dibujo, donde las tres manos de los ilustradores se molestan más de lo que se complementan, pero “Godzilla: Despertar” tiene dos dibujos que ensombrecen todo el resto: la portada del maestro Arthur Adams y la splash-page de Yves Guichet con Godzilla en segundo plano observando como un submarino nuclear regresa a la superfície tras una infructuosa búsqueda.
 
Godzilla: Despertar.
Guión: Max Borenstein, Greg Borenstein
Dibujo: Eric Battle, Yves Guichet, Lee Loughridge y Aan Quah
ISBN: 978-84-16074-19-8
Formato: Cartoné. Color
Páginas: 80
Precio: 11,95 euros