Poco a poco, Dolmen Editorial va completando todos los huecos de la colección de Flash Gordon. En esta ocasión hablaremos de un nuevo tomo de páginas dominicales a todo color de las aventuras del aventurero galáctico realizadas por Mac Raboy con la colaboración en los guiones de Don Moore y Robert Rogers. Se titula “El hombre radiactivo“.
Mac Raboy y sus anónimos guionistas (Don Moore, Robert Rogers) ya han sido capaces de aligerar las tramas renunciando a los textos al pie y la “novelización” de lo que ocurre en cada viñeta, pasando al bocadillo que da mayor ritmo a lo que se cuenta, y quizás por eso se pasa de la dominical con dos tiras a la de tres.
El Flash Gordon dominical vive en un impreciso momento donde lo mismo salta más allá del confín del sistema solar que se enfrenta a extrañas razas de enanitos del subsuelo terrestre o se reúne en un drugstore que parece preludiar American Graffiti y donde los camioneros o jóvenes aficionados al motor se convierten en pilotos del espacio.
Este volumen incluye las tiras publicadas en los diarios dominicales de 1954 a 1957. Aquí vienen presentadas en formato apaisado, como el resto de la Colección Sin Fronteras, salvo excepciones como “Tarzán”, “Príncipe Valiente” o el “Flash Gordon” de Alex Raymond. Como bien apunta Rafael Marín en el prólogo, la bonanza económica de los Estados Unidos y sus adelantos tecnológicos en los años cincuenta tuvieron que ver con el declive de las tiras de prensa. El televisor modificó el “núcleo familiar” en el que antes tenían un papel determinante los cómics y tiras de prensa y estas se vieron afectadas por modificaciones que las empeoraron.
En concreto, dejaron de hacerse las larguísimas y enrevesadas tramas que concedían un toque especial a las tiras de prensa. Los ‘syndicates‘ decidieron acortar la longitud de las historias, además del tamaño de reproducción. Ya no hay textos al pie. Los guionistas apenas podían desarrollar sus dotes argumentales en estas tramas tan comprimidas. Las tiras de “Flash Gordon” presentadas en este libro son el ejemplo más sangrante de lo que hablamos.
Siguiendo el estilo clásico de planteamiento, nudo y desenlace, las historias de nuestros héroes discurren con cierto interés… Hasta que la trama se termina abruptamente. Apenas hay continuidad entre los diferentes capítulos, salvo algún personaje que se queda o algún detalle menor. Esto lastra el interés del lector, siendo sinceros. Por otro lado, estos episodios son fáciles de leer y no requieren esfuerzo alguno de nuestra sesera, al revés de lo que ocurrían en “Terry y los Piratas“, por ejemplo.
Otro detalle de estas tiras dominicales es su tono más para toda la familia e incluso infantil. En la primera historia “¡El bandido de los asteroides!“, Flash acoge a un chaval que ha perdido a su tutor, un minero espacial enajenado que trabajaba en un meteorito. Pebbles, que así se llama el chico vivirá algunas peripecias con el aventurero hasta que se quede en la escuela. Las tiras dominicales las leían los chavales en sus días libres de colegio y había que meter referentes para ellos.
Flash, Dale y Zarkov se dedican a viajar por la galaxia catalogando los planetas. Estos les salen rana, ya que la mayoría son lugares donde acechan los peligros ya sea en forma de dinosaurios prehistóricos, robots, o individuos con aviesas intenciones. Mac Raboy y sus guionistas anónimos tiran de su imaginación para que no haya reiteraciones, pese a usar recursos muy manidos como el del combate a muerte en una especie de circo romano. Tierras heladas, paisajes en llamas, lugares bajo el océano… Flash y sus amigos deben sortear todo ello y seguir catalogando la ristra interminable de planetas.
Leyendo estas páginas uno puede encontrar detalles curiosos. “En las profundidades del mar“, el villano Jacques Duval, que al final se congracia con Flash, está inspirado en el submarinista de fama mundial Jacques Costeau. “En un planeta muy lejano“, tres malvados personajes (dos hombres y una mujer) son desterrados por ser criminales… Recuerdan poderosamente a los villanos de Superman que aparecen en las primeras películas protagonizadas por Christopher Reeve. El hombre radiactivo pondrá en jaque a Flash en la aventura que da título al libro. Aunque la radiactividad se descubrió en 1896, en los años cincuenta del pasado siglo era un problema a tener en cuenta debido a la Guerra Fría y la energía atómica. Tampoco hay que desechar la aventura “Estación encrucijada” con el típico bar americano de la época, del que la serie “Futurama” tomaría buena nota.
Emmanuel Mac Raboy (1914-1967) comenzó en los años cuarenta a trabajar en el mundo de los cómics, siendo conocido su trabajo en “Captain Marvel, Jr.” Como gran admirador de Alex Raymond, de quien imita el trazo hasta cierto punto, fue elegido para continuar las tiras de Flash Gordon en 1946. Dibujó las dominicales hasta su fallecimiento. “El hombre radiactivo” es el tercer tomo que Dolmen Editorial dedica a este ilustrador, tras “La luna misteriosa de Mongo” y “Piratas de la Luna“.
Flash Gordon (1954-1957): El hombre radiactivo
Autores: Mac Raboy, Don Moore y Robert Rogers
ISBN: 978-84-18898-31-0
Fecha de publicación: Diciembre de 2021
Formato: 27x19cm. Tapa dura. Blanco y negro
Páginas: 160
Precio: 31,90 euros
Curioso porque justo ahora ando enganchado a la trilogía de los Arquitectos... y en cuanto acabe con ella iré a…