Existen distintas formas de clasificar las montañas, y una de ellas es según su altura, de manera que una montaña es más alta que un monte. Durante mucho tiempo ambas palabras fueron consideradas sinónimas, pero fue hace algunos años que la RAE marcó una muy ligera diferencia entre monte y montaña, relacionada directamente con sus tamaños. Así, un monte es una elevación pequeña o mediana, más alto que un cerro, una loma o una colina, pero más bajo que una montaña, y mide menos de 700 metros a partir de su base.
Esta decisión es reciente pues en los años veinte del siglo pasado la agencia cartográfica nacional de Reino Unido, la British Ordnance Survey, definió a la montaña como una elevación natural que se alza por encima de los 1.000 pies (304 metros). Actualmente la medida de 2.000 pies (609,6m) es la que marca el límite entre un monte y una montaña.
Esta diferencia de medidas es la base argumental de “El inglés que subió una colina y bajó una montaña” (“The englishman who went up a hill but came down a mountain“), una deliciosa comedia del año 1995 dirigida por el galés Christopher Monger, protagonizada por Hugh Grant (en su papel habitual como un tipo tímido, introvertido, torpe pero encantador), Tara Fitzgerald, Colm Meaney e Ian McNeice, entre otros, que nos trasladaba hasta el año 1917, a la montaña galesa de Pfynnon Garw. ¿Montaña? Los cartógrafos Reginald Anson y George Garrard, militares retirados, llegan a un pequeño pueblo galés para medir la altura de la montaña que domina la localidad y cuyos ciudadanos consideraban su bien más preciado. La decepción es mayúscula cuando los cartógrafos, tras hacer las oportunas mediciones, anuncian que a Pfynnon Garw le faltan quince pies de altura para llegar a los 1.000 y ser considerada de forma oficial una montaña. Los habitantes del pueblo se pondrán a trabajar juntos para ‘aumentar’ la altura de su colina y convertirla en una montaña mientras otros se encargaran de sabotear todos los intentos de los cartógrafos para regresar a su casa y mantenerlos en la ciudad hasta que consigan subir los pies que le faltan a su montaña.
Se cuenta que la historia de “El inglés que subió una colina y bajó una montaña” estaba basada en una historia real, contada por el abuelo del director y acerca de Garth Hill, la montaña del pueblo de Taff’s Well, en el condado galés de Glamorgan. Lo que sí que es cierto es que algo parecido sucedió a mediados de la década del 2000 en una colina galesa con una altura oficial de 1.998 pies (609 metros), la Mynydd Graig Goch, a la que se le realizó una nueva medición por la insistencia de los vecinos y consiguió alcanzar la mágica cifra de 2.000 pies (609,6m), que la calificaba como una montaña. Hoy en día Mynydd Graig Goch figura oficialmente con una altura de 610 metros, la montaña número 190 de Gales.
A ver, la de abogados cristianos (me la agarras con la mano) me parece tan estúpido... en fin, además ahora,…