Demasiado poco hemos hablado de “Akira” en ViaNews tras más de veinte años y quince mil entradas, pero a veces cuesta señalar lo evidente. Aplaudir y señalar uno de los animes más influyentes de la historia del cómic y del cine, el más emblemático y conocido, es demasiado sencillo. Tanto que muchos otros han contado mil y un detalles mucho antes, en artículos que no aspiramos a emular.
“Akira“, la obra maestra del japonés Katsuhiro Otomo, coescrita con ayuda de Izo Hashimoto, clásico imprescindible y esencial para entender el impacto del manga y el anime fuera de Japón, galardonada con el premio Kodansha al mejor manga del año 1984, cumplirá cuarenta años muy pronto, desde su aparición en diciembre de 1982 en las páginas de la revista Young Magazine de Kodansha. El manga, de más de dos mil páginas, fue escrito y dibujado entre los años 1982 y 1993 y el film fue estrenado cinco años antes de la conclusión del cómic, en 1988. Por ese motivo, y también por la simplificación de la película para poder encajar las dos mil páginas en algo menos de dos horas, los argumentos difieren.
La historia de “Akira“, compleja y de ritmo endiablado, mezcla un futuro distópico repleto de violencia, drogas, terrorismo, bandas de moteros, megalópolis, sectas religiosas, grupos extremistas y niños con poderes incontrolables. En la hostil y caótica megalópolis de Neo Tokio del año 2019, la vida de la banda ‘bosozoku’ de Shotaro Kaneda, Tetsuo Shima y sus compañeros moteros cambiará para siempre al verse envueltos accidentalmente en el enigma de Akira y el escalofriante secreto científico que las autoridades ocultaron. Bajo las ruinas de la vieja ciudad de Tokio se esconden los resultados de unos experimentos que, con el objetivo de hacer evolucionar a la raza humana, han creado unos seres con poderes especiales… que sus mismos creadores no van a poder controlar. Y cuándo Akira despierte de su letargo la ciudad se sumergirá en el caos. ¿Género? Difícil de definir, porqué es mucho más que ciencia-ficción. “Akira” es una distopía cyberpunk que explora la rebeldía de los jóvenes en una sociedad post-apocalíptica sometida a los militares, a la ciencia y a la tecnología.
Katsuhiro Otomo, vivió su juventud durante los tormentosos años sesenta japoneses, un período en el que la convulsión, las revueltas estudiantiles de Zengakuren y las protestas sociales estaban a la orden del día. Se suele señalar que esta situación caótica, los levantamientos y los disturbios, en medio de un crecimiento económico sin precedentes y del desarrollo de una sociedad de masas, inspiraron al autor en la creación de su obra más conocida, “Akira“, pero hay otras muchas influencias en su trabajo que el propio autor ha reconocido: “Easy Rider“, “Blade Runner“, “Star Wars“, “La Cosa” de John Carpenter, los ‘kaiju‘, el manga “Tetsujin 28” de Mitsuteru Yokoyama, “Gundam“, la Guerra Fría o las cicatrices de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Un cóctel casi interminable que sirvió para dar forma a una obra incomparable.
La película fue la más cara realizada en Japón hasta ese momento (con un presupuesto sin precedentes de mil millones de yenes), y la calidad y el detalle de su animación, todo dibujado a mano (160.000 dibujos y una paleta de 327 colores), su trasfondo filosófico y antibelicista, o la banda sonora creada por Shoji Yamashiro y el colectivo Geinoh Yamashirogumi que mezclaba las percusiones del teatro noh japonés con sintetizadores electrónicos son solo algunos de los motivos por los que “Akira” se acabó convirtiéndo en un referente cultural y una película de culto. De hecho la película de Katsuhiro Otomo conserva intacto aquel poder de fascinación que fascinó a los espectadores desprevenidos que la descubrieron a principios de los noventa en occidente, cuándo en Japón ya era una leyenda.
¡Por cierto! En 1982 Katsuhiro Otomo ya predijo en “Akira” que la ciudad de Tokio sería la escogida para acoger los Juegos Olímpicos del 2020…
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