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Las I.A. están de moda. El debate sobre sus posibilidades, sus límites o sus riesgos está hoy en la portada de muchos medios de comunicación. la ciencia ya lleva muchos años analizando las implicaciones de esta tecnología y la ficción, por su parte, especulando sobre sus posibilidades y también sobre sus riesgos pero lo cierto es que el cine y la literatura de ciencia-ficción llevan muchos años de adelanto a este debate, y han imaginado numerosos escenarios en los que los robots se convierten en parte nuestras vidas. E incluso en un peligro para nuestra existencia. El mismísimo Isaac Asimov propuso en 1942, en las páginas del relato “Círculo Vicioso”, tres leyes para fijar los límites de los robots y garantizar que el ser humano está protegido ante cualquier imprevisto.

The Creator“, la película de Gareth Edwards, nos traslada al año 2070, a una futura guerra entre la raza humana y las inteligencias artificiales. Concretamente entre los ejércitos de occidente y la sociedad inclusiva de oriente, que ha decidido convivir pacíficamente con los robots, e incorporarlos en su forma de vida con naturalidad. La causa de la guerra, un ataque nuclear sobre el corazón de Los Ángeles por las I.A., es una evidente referencia a los aviones que se estrellaron en las Torres Gemelas de Nueva York en el 11-S del año 2001 y que desataron las invasiones de Afganistán e Irak. En este contexto Joshua, un curtido ex-agente de las fuerzas especiales que perdió a su esposa e hija mientras estaba infiltrado en secreto entre las fuerzas partidarias de las I.A., es reclutado para cazar y matar a Nimrata, el Creador, el arquitecto de inteligencia articificial que ha desarrollado un arma misteriosa capaz de poner fin a la guerra, e incluso a toda la humanidad. Joshua y su equipo de agentes de élite viajan a través de las líneas enemigas hasta el corazón oscuro del territorio ocupado por la IA para, una vez allí, descubrir que el arma que acabará con el mundo y que les han ordenado destruir no es lo que esperaban.

La película de Gareth Edwards, que había estado durante siete años sin dirigir ninguna película aunque su último trabajo fue la increible “Star Wars: Rogue One“, cuenta con un reparto encabezado por John David Washington (“Tenet”), y junto a él destacan Gemma Chan (“Eternals”), Ken Watanabe (“Origen”) y Allison Janney (“Yo, Tonya”), además de Madeleine Yuna Voyles como Alfie.

La inspiración de “The Creator” en “Akira” es tan evidente que avergüenza. Desde el niño encerrado en la bóveda hasta el cráter de Los Ángeles. El director no escondía que el manga de Katsuhiro Otomo era uno de sus referentes directos, pero también reconocía influencias de “Blade Runner“, “Apocalypse Now” o “Luna de papel“, y es evidente que hay algo de todas ellas en su película. Y yo añadiría que veo cosas de “Elysium“, de “Platoon“, de “Terminator” y, claro, de la “A.I.” de Steven Spielberg. La película es una suma de todas ellas, pero a su vez es original y sorprendente. Pero lo que convierte en sobresaliente al film de Gareth Edwards son esos extraordinarios efectos visuales digitales, capaces de convertir a todos los robots y los simulacros en personajes perfectamente creibles, así como esos marvillosos artefactos, naves (la Nomad), vehículos, artefactos (las bombas kamikaze andantes), lugares (la mezcla entre los campos de arroz y las grandes torres) y paisajes del sudeste asiático que aderezan la función. El diseño de producción es una maravilla. Todo parece tan plausible que da hasta miedo.

Pese a lo que nos proponen en “The Creator“, la rama de la ciencia que se ocupa de la I.A., de la automatización de la conducta inteligente y cómo lograr que las máquinas realicen tareas que (por el momento) los humanos hacen mejor, no ha ido más allá de reuniones periódicas de eruditos, simposios aburridos, conferencias para el lucimiento de los ponentes, teorías absurdas, elucubraciones catastrofistas y discusiones entre escuelas de pensamiento distintas, y la aplicación práctica de sus teorías queda aún muy lejos de las propuestas menos ambiciosas de los escritores de ciencia-ficción. La cruda realidad es que, a pesar de todos los avances tecnológicos de los últimos cincuenta años, las máquinas y los ordenadores de la actualidad son muy tontos, y probablemente lo sigan siendo durante las próximas décadas. Pero estaría bien tener una decisión tomada cuando llegue el momento, para no tener que librar una guerra como la que se nos presenta en la película de Gareth Edwards que, pese a ser un simple producto de entretenimiento sin la menor intención de sentar cátedra, pone ciertas preguntas encima de la mesa.

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