Aprovechando que se ha puesto a la venta la edición extendida de “El Hobbit: Un viaje inesperado” y que es inminente el estreno de la segunda parte “La desolación de Smaug me he vuelto a ver la primera entrega y me alegra comprobar que, como sucede con la saga de El Señor de los Anillos, cada visionado lo disfruto al máximo sacándole incluso más jugo.

 

****
Título original: The hobbit: An unexpected journey.
País: Nueva Zelanda.
Duración: 169 min.
Género: Fantástico, aventuras. Interpretación: Martin Freeman (Bilbo Bolsón), Ian McKellen (Gandalf), Andy Serkis (Gollum), Cate Blanchett (Galadriel), Elijah Wood (Frodo Bolsón), James Nesbitt (Bofur), Lee Pace (rey Thranduil), Christopher Lee (Saruman), Ian Holm (Bilbo anciano), Hugo Weaving (Elrond), Richard Armitage (Thorin, Escudo de Roble), Ken Stott (Balin), Graham McTavish (Dwalin), William Kircher (Bifur), Stephen Hunter (Bombur), Dean O’Gorman (Fili), Aidan Turner (Kili), John Callen (Oin), Peter Hambleton (Gloin), Jed Brophy (Nori), Mark Hadlow (Dori), Adam Brown (Ori), Benedict Cumberbatch (El Nigromante).
Guión: Peter Jackson, Philippa Boyens, Guillermo del Toro y Fran Walsh; basado en la novela de J.R.R. Tolkien.
Producción: Peter Jackson, Carolynne Cunningham, Fran Walsh y Zane Weiner.
Música: Howard Shore.

Fotografía: Andrew Lesnie.
Montaje: Jabez Olssen.
Diseño de producción: Dan Hennah.
Vestuario: Ann Maskrey, Richard Taylor y Bob Buck.
Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España.
Estreno en Nueva Zelanda: 12 Diciembre 2012.
Estreno en España: 14 Diciembre 2012.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.

He de reconocer que, aunque también me guste mucho, “El hobbit: un viaje inesperado” no me parece una película tan redonda ni equilibrada como las de la saga del SDLA. Es evidente que convertir en tres películas una novela que es una aventurilla, un cuento en realidad es un cambio de enfoque con un claro tufillo comercial; pero por otro lado, me parece lícito que alguien como Peter Jackson cuya identidad fílmica quedará para siempre ligada a la obra de Tolkien, se haya planteado esta adaptación como una forma de cerrar el círculo y a la vez como un gran negocio y un divertimento personal (y cuando hablo de “divertimento” me refiero a que ha intentado disfrutar más de este proyecto porque después de SDLA quedó exhausto y se le quitaron las ganas de trabajos de esa envergadura).

Después del descomunal éxito que fue la trilogía de “El señor de los anillos” y después del apoyo popular a escala mundial que tuvo todo el equipo responsable hubiera sido algo así como una traición a la causa no hacer “El hobbit” porque además la infraestructura básica necesaria les iba a costar menos montarla que a un equipo de producción que empezara de cero, pero en quien Peter Jackson pensó para dirigir fue en Guillermo del Toro, reconocido fan de las novelas que se sumó al proyecto con gran interés. Desgraciadamente un problema con la gestión de los derechos de la novela entre productoras retrasó tanto el rodaje que Del Toro decidió, muy a su pesar, abandonarlo y tomó las riendas el propio Jackson. Desde aquel mismo momento por las noticias que se iban conociendo del rodaje y por el videoblog que montó pienso que a cambio de asumir de nuevo la responsabilidad, el director quiso convertir la experiencia en algo reconfortante para él, para el equipo y para los fans y me da la sensación que esa intención impregna de tal modo esta primera entrega de la que hablo que podría decirse que “El Hobbit” es un regalo por y para los más fieles seguidores de la Tierra Medisa tanto en lo literario como en lo cinematográfico.
“El Hobbit” la puede ver cualquiera, por descontado, y quien más quien menos quedará contento con su visionado puesto que es una aventura entretenida, pero desde luego es sobretodo una película con unos destinatarios muy concreto…esos a quienes no importará que el visionado se alargue para por ejemplo ver cantar y bailar a unos enanos sin que eso tenga una importancia trascendental en la trama o esos que disfruten reencontrándose con algunos personajes como Frodo (que aparece un momentito que viene a ser más que un guiño).

Recuerdo cuando vi las versiones extendidas de SDLA que me parecieron más completas, más cercanas a las novelas y también más complacientes con los fans más acérrimos de las novelas (entre los que me encuentro). Entiendo también que en los cines se distribuyeran versiones más cortas, eliminando ciertas escenas sin demasiado peso en la narración para hacer las películas más equilibradas y más asequibles para cualquier tipo de público tanto en metraje como en desarrollo ya que la postre esas versiones fueron las que consiguieron 17 óscars para la saga; pero si eres un frikie de SDLA las que te gustan son las versiones extendidas.
Parece que Peter Jackson tomó la decisión para la saga de “El Hobbit” de llevar a los cines directamente la versión extendida (viendo las dos pocas escenas se añaden). Lógico por otro lado teniendo en cuenta que va a contar una historia mucho más corta que la de SDLA con el mismo número de película. Habiendo demostrado y ganado ya todo, en el “El Hobbit” se deja llevar más por apetencias personales y por lo que cree que puede gustar a los fans. Se detiene con algunos diálogos o situaciones (véase la cena de los enanos en casa de Bilbo, sus canciones espontáneas o el encuentro en Rivendel) y estira el metraje en ocasiones para aumentar la espectacularidad (la última hora de acción imparable yo la hubiera recortado unos minutos sobretodo porque la persecución en la caverna de los orcos es tan alambicada que termina perdiendo intensidad y emoción al resultar menos verosímil, pero es cierto que también resulta trepidante). El caso es que la última hora es una auténtica montaña rusa con grandes momentos como el choque dialéctico entre Bilbo y Gandalf o el enfrentamiento entre Thorin y Azog y otros que no eran tan necesarios como la canción del rey trasgo.

A nivel narrativo hay que decir que la película avanza siempre a buen ritmo y que, aún cuando la aventura se detiene, los personajes y los diálogos aportan su parte para que el interés no decaiga. Particularmente me gusta y me parece inteligente que a parte de desarrollar la aventura de la montaña solitaria y la batalla de los cinco ejércitos se haya preocupado por cerrar el círculo a su obra preparando lo que cronológicamente sucede después en la saga de “El señor de los anillos”. En ese sentido podríamos decir que esta saga pasa a ser más compleja de lo que realmente es la novela en la que se basa. En esta primera entrega por ejemplo vemos a Frodo y Bilbo hablando el día en el que, como vemos en “La comunidad del anillo”, el segundo se despide de La Comarca o vamos vislumbrando cómo va creciendo el mal en el este de la Tierra Media (véase lo que acontece a Radagast) y cómo hablan de ello Elrond, Saruman, Gandalf y Galadriel en Rivendel sin sospechar aún lo que está por llegar (me gusta mucho ese encuentro por cierto, en el que se intuye ya el respeto plagado de dudas que Gandalf siente por Saruman).
Curiosamente las escenas de diálogos, cuando la acción se detiene y los personajes hablan son las que más me gustan en este “Hobbit”. Pienso que lo verdaderamente emocionante de la historia lo transmiten los actores (y entre ellos incluyo a Andy Serkis, que de nuevo hace magia en la captura en movimiento encarnando a Gollum) y gracias a ellos nos encojen el ánimo varias veces (como habla Thorin escudo de roble con Balin, el encuentro entre Galadriel y Gandalf, la pelea de acertijos entre Gollum y Bilbo o el momento en que Thorin abraza al mediano). El “truco”, el “efecto especial” es un reparto magnífico en el que Martín Freeman se revela como un Bilbo perfecto y no sólo porque se empapa incluso de gestos de Ian Holm (véase como fuma en pipa), sino porque sabe encontrar la gesticulación adecuada para resultar simpático e incluso gracioso (Freeman es muy bueno expresando cosas con su rostro sólo con sus ojos). La música, los escenarios, la acción confieren a la película su épica, pero los actores le proporcionan el alma y consiguen que los personajes realmente te lleguen.

Las escenas de acción siguen siendo tan buenas como en la primera trilogía sobretodo gracias a los escenarios naturales y a los efectos visuales, pero sí pienso que alguna sobra (véase la batalla de gigantes de piedra, que es más espectacular que necesaria) y que en la última hora de película hay un exceso de acción que perjudica seriamente al conjunto. Como digo “El Hobbit” me encanta, la disfrutaré muchas veces, pero me parece que está un escalón por debajo de lo que ha hecho Jackson desde el momento mismo de su concepción como proyecto.
Decir también que esta película pasará a la historia por ser la primera rodada a 48 frames por segundo (lo normal son 24) y además cuenta con la ventaja de un 3D espectacular así que sólo por eso su visionado ante una pantalla de cine era una experiencia única. Cuando te plantabas las gafas penetrabas en pantalla literalmente y la acción te envolvía, pero también tenía algunas pegas derivadas de ello como el hecho de que los decorados “cantaban” más y también algunos efectos visuales. Vista de nuevo ya sin 3D considero que el argumento y el desarrollo ganan enteros y aprecias más de lo que no es esencialmente audiovisual con lo que tienes una nueva oportunidad de disfrutarla.
Y evidentemente no se puede hacer una reseña de esta película sin dejarse rojas las manos aplaudiendo el enorme trabajo de producción que hay detrás de ella y que se puede comprobar viendo los apéndices y el videoblog que nos proporcionan en el Blue-Ray o a través de internet. De nuevo una producción mastodóntica en la que todo está cuidadísimo hasta el último detalle, desde los decorados al maquillaje o la preparación física y gestual de los actores y, lógicamente, siguiendo a rajatabla el estilo visual inaugurado en SDLA. Seguimos hablando de un proyecto de una envergadura descomunal y eso se nota en pantalla.
Veremos que nos depara la segunda parte, que está a punto de llegar a nuestras pantallas.