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El sudafricano-canadiense Neill Blomkamp era un maestro de los efectos especiales (“Smallville” o “Stargate” constan en su extenso curriculum como diseñador digital de efectos visuales) y un reconocido autor de cortometrajes (“Tetra Vaal”, “Tempbot” y “Yellow”) y anuncios (para Gatorade, Nike y Citroen) que llamó la atención de Hollywood, y de Peter Jackson en concreto, que lo apadrinó. El director de “El Señor de los Anillos” tuvo buen ojo. El cine recibió con los brazos abiertos su estética rupturista y su brillantez.

Tras el éxito de “District 9“, aclamada por la crítica aunque la taquilla no respondió como hubiese merecido, el director sudafricano nacionalizado canadiense Neill Blomkamp intentó acercase más a los postulados del cine norteamericanos con su segundo largometraje “Elysium“, donde iba a repetir su particular estilo ‘cinéma vérité’, documentales ficticios que utilizan efectos naturalistas y realistas, pero un poco más sumergido en las exigencias de una producción de Hollywood: un reparto plagado de estrellas, un presupuesto con muchos ceros,… y una libertad creativa menor.

En el thriller de ciencia-ficción “Elysium“, donde Blomkamp también firmaba el guión, viajábamos hasta el año 2159, un futuro distópico donde las personas se dividen entre los privilegiados que viven en Elysium, una lujosa estación orbital que orbita el planeta, y el resto de la humanidad, obligada a sobrevivir en una contaminada superficie terrestre, colapsada por la superpoblación, la contaminación y la falta de recursos. Un estercolero en ruinas del que todos quieren huir pero del que pocos pueden salir. En este mundo desigual vive el ex-convicto Max, que pertenece a la clase pobre abandonada en la superficie y que tras haber sido expuesto a niveles peligrosos de radiación en un accidente tiene el objetivo de entrar como sea en el paraíso de los ricos sin enfermedades ni contaminación para salvar su vida. Enfrente tendrá a la secretaria Rhodes, una dura oficial gubernamental que lucha por preservar con las leyes anti-inmigración.

Protagonizada por Matt Damon como el héroe de la función, una recuperada Jodie Foster aunque muy lejos de sus mejores años interpretando aquí a la villana de turno, William Fichtner, Alice Braga, Diego Luna, Sharlto Copley y Wagner Moura, entre otros, la película consiguió un buen resultado en las taquillas pese a su evidente mensaje político, que podría hacer sentir incómodos a algunos espectadores que se darían por aludidos con la moraleja de Neill Blomkamp. De hecho el mensaje sigue siendo tan válido hoy como entonces, hace casi una década, pues en el año 2020, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de ochenta millones de personas tuvieron que huir de sus hogares para escapar de las guerras, la violencia y la persecución, o simplemente porque en su país ya no podían sobrevivir. Y la realidad es que son muy pocos los países que dan respuesta a la crisis de los refugiados y desplazados como el asunto se merece.

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