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Hay debates que no tienen la menor posibilidad de resolverse jamás: ¿Star Wars o Star Trek? ¿Messi o Cristiano Ronaldo? ¿Mac o PC? ¿Playa o piscina? ¿Nocilla o Nutella? ¿The Beatles o Rolling Stones? ¿Pizza con piña o sin piña?… Cuándo es imposible ponerse de acuerdo lo mejor es no empezar la discusión porqué no hay razones objetivas que permitan dilucidar cual es la mejor de las opciones. Por ejemplo, la película “Rogue One“: para algunos es una de las mejores películas de la saga galáctica “Star Wars” y, para otros, una de las peores.

Rogue One: Una historia de Star Wars” es una precuela, también una secuela y un spin-off, enmarcada en el prolífico universo de “Star Wars“. Una película dirigida por el británico Gareth Edwards y protagonizada por Felicity Jones, Mads Mikkelsen, Alan Tudyk, Donnie Yen, Ben Mendelsohn, Forest Whitaker, Diego Luna, Alistair Petrie, Jonathan Aris, Riz Ahmed y Jiang Wen, entre otros, que nos contaba la historia de unos héroes improbables que se unen para robar los planos de la Estrella de la Muerte, unos hechos ubicados cronológicamente entre la conversión de Anakin Skywalker en Darth Vader al final de “Star Wars III: La venganza de los sith” y “Star Wars IV: Una nueva esperanza“, en los primeros años del nuevo Imperio Galáctico, cuando el despiadado ejercito del Emperador Palpatine aplasta los últimos reductos de resistencia de los separatistas, pero se vislumbra una nueva esperanza: la aparición de los primeros brotes de la futura rebelión.

La primera escena de la película nos trasladaba hasta el planeta Lah’mu, un lugar recóndito del Borde Exterior manchado de verde, gris y negro donde la familia Erso se escondía del Imperio. Pero ningún rincón de la galaxia escapa a los ojos del Emperador Palpatine, y menos aún cuando la culminación de una poderosa estación espacial se encuentra en su fase final de desarrollo y los conocimientos del brillante científico Galen Erso sobre los cristales kyber son esenciales para terminar su temible arma principal. La llegada del implacable director Orson Krennic, escoltado por un escuadrón de temibles soldados de armadura negra, y el reencuentro con los Erso en el húmedo planeta nos desvela que los personajes ya se conocían con anterioridad. La muerte de Lyra, la captura de Galen, la huida de Jyn y la aparición del rebelde anarquista Saw Gerrera nos cierran el prólogo de la película.

A partir de este punto “Rogue One: Una historia de Star Wars” se convertirá en un drama bélico con ecos a “Doce del patíbulo” y “Los cañones de Navarone“, plagado de tonos, personajes y lugares desconocidos en la franquicia cinematográfica que nos contará como fueron robados los planos de la primera Estrella de la Muerte y el funesto destino de los héroes. Una historia autoconclusiva que empezaba y terminaba aquí. Lugares como la ciudad sagrada de Jedha o las playas tropicales de Scarif, personajes protagonistas y secundarios que no tienen conexión con los originales y el clan Skywalker como Jyn Erso, Cassian Andor, Baze Malbus, Chirrut Imwe, el androide K-2SO o Bodhi Rock, sedujeron a los espectadores tal y como se puede confirmar con sus elevadas recaudaciones en taquilla, unas cifras espectaculares que despejaban toda duda sobre la lealtad de los fans al universo “Star Wars“.

Pero si hay algo dejó anodadado a los fans de la franquicia galáctica fueron los últimos minutos de “Rogue One: Una historia de Star Wars“, en los que el epílogo nos trasladaba hasta el año 1977, engarzando el final de la película con el principio de “Star Wars IV: Una nueva esperanza“.

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