Ahora que la literatura fantástica vive una segunda juventud es justo volver atrás la mirada y recordar alguno de los maestros del género que tuvieron que lidiar con una época gris, entre “El Señor de los Anillos” de Tolkien y “Canción de Hielo y Fuego” de George R.R. Martin, cuando este género se señalaba como menor, como un mero entretenimiento sin valor literario para adolescentes y soñadores. Y, en concreto, Roger Zelazny, ganador de seis premios Hugo, ¡seis!, se merecería un capítulo a parte en la historia de los libros de fantasía y ciencia-ficción.

image1Dilvish escapa del infierno y jura vengarse del malvado brujo que lo había encerrado allí. Pero Jelerak, señor del castillo Intemporal, ha desaparecido. Alrededor del castillo, la Tierra Cambiante es una vorágine de magia del dios loco Tualua, que distorsiona la realidad y la convierte en una pesadilla. Un grupo de hechiceros (como la resucitada reina Semirama, el despreciable Baran, el de la Tercera Mano y la encantadora elfa Arlata) quieren poseer los secretos del castillo Intemporal. Dilvish, atrapado en un caos taumatúrgico, allí donde los sueños agitados de un dios mutante podrían reducir el mundo a cenizas, busca a Jelerak entre los hechizos más mortíferos del Destino y el Tiempo.

Hace algún tiempo La Factoría de Ideas publicaba “Dilvish, el Maldito” (“Dilvish the Damned”) de Roger Zelazny, un volumen que recopilaba diez historias cortas autoconclusivas, pero con un hilo argumental común, del elfo maldito Dilvish y su fiel montura mágica Black: “Una ciudad dividida” (“A City Divided”, de 1982), “Un caballero para Merytha” (“A Knight for Merytha”, de 1967), “El diablo y la bailarina” (“Devil and the Dancer”, de 1982), “Dilvish, el maldito” (“Dilvish, the Damned”, de 1982), “Travesía a Dilfar” (“Passage to Dilfar”, de 1965), “Campanas de Shoredan” (“The Bells of Shoredan”, de 1966), “La canción de Thelinde” (“Thelinde’s Song”, de 1965), “Los pasajes de Aache” (“The Places of Aache”, de 1980), “La bestia blanca” (“The White Beast”, de 1979) y “Torre de hielo” (“Tower of Ice”, de 1981). Este libro no incluía entre sus páginas la conclusión de las aventuras del semielfo Dilvish titulada “La Tierra Cambiante” (“The Changing Land”), que la editorial ha reservado, con sentido común y visión comercial, para un segundo volumen de doscientas cincuenta páginas. 
Además es conveniente señalar que, en realidad, “La Tierra Cambiante” estuvo escrita antes que el primer libro. Y es que la calurosa acogida que obtuvo “La Tierra Cambiante” cuando se publicó, a principios de los años 80, animó Zelazny a escribir más relatos sobre el periplo de Dilvish y Black en busca del hechicero Jelerak, el responsable de la estancia del semielfo en los abismos infernales.

“La Tierra Cambiante” continúa las aventuras del semielfo Dilvish allí donde “Dilvish, el Maldito” las dejó. El héroe de la ciudad de Portaroy, que cientos de años atrás interrumpió un ritual mágico del malvado hechicero Jelerak y éste le castigó con una terrible maldición (su cuerpo fue convertido en piedra y su alma condenada al infierno), regresa al mundo de los vivos con cegadores deseos funestos para su verdugo. Al renacido Dilvish solamente le mueve la sed de venganza contra aquel que lo condenó a cien años de torturas en los abismos infernales y, junto a una demoníaca montura con cuerpo de metal llamada Black, dedica todos sus esfuerzos a encontrar a Jelerak y acabar con su vida. Pero el destino se interpondrá constantemente en su camino, presentando a su paso nuevos retos, nuevas aventuras y nuevos enemigos, que retrasarán su misión vengativa pero le permitirán recuperar la humanidad perdida durante su largo encierro. En esta ocasión, las tierras extrañas y caóticas de los aledaños del Castillo sin Tiempo donde reside el semidios Tuala (un ser al más puro estilo de los primigenios de “Los Mitos de Cthulhu” de H.P. Lovecraft) que no permite diferenciar lo real de lo irreal, el encuentro con el hechicero Wealand,… para finalmente enfrentarse a su rival y completar el destino de los dos antagonistas.

Roger Joseph Zelazny (13 de mayo de 1937 – 14 de junio de 1995) fue un escritor norteamericano que alcanzó el cénit creativo de su obra en los años setenta, durante los cuales tuvo que ampliar sensiblemente su morada para poder acoger la nada desdeñable cifra de seis premios Hugo (de catorce nominaciones), tres premios Nebula (también de catorce nominaciones) y dos premios Locus, tres de los galardones más prestigiosos de la literatura de fantasía y ciencia-ficción. Todavía hoy, más de quince años después de su muerte, sigue siendo aclamado por la crítica como uno de los mejores autores de la literatura fantástica anglosajona del siglo XX, con obras tan esenciales del género como “El Señor de la Luz”, la serie de Ámbar, “Deus Irae” a cuatro manos con Philip K. Dick o “Tú, el Inmortal”. 
Nacido en Cleveland, en el estado norteamericano de Ohio, hijo único de Josephine Zelazny y el emigrante polaco Joseph Frank Zelazny, se graduó con un Master in Arts en 1962 en la Universidad de Columbia de Nueva York y desde entonces dedicó su talento a la escritura, donde destacó enseguida por sus mundos mágicos y los seres sobrenaturales que los poblaban. En el transcurso de muy pocos años su nombre se hizo merecedor de una enorme reputación en el terreno de la ciencia-ficción, llegando a ganar dos premios Hugo de novela consecutivos (por “Tú, el Inmortal” y “El Señor de la Luz”) pero la popularidad le llegó sobretodo en el campo de la fantasía. La lista de premios, además de los dos Hugo mencionados, es envidiable: en 1965 premio Nebula por la novela corta “He Who Shapes”, en 1976 premio Nebula por el relato “The Doors of His Face, The Lamps of His Mouth”, en 1975 los premios Hugo y Nebula por la novela corta “Home is the Hanaman”, en 1982 los premios Hugo y Locus Award por “Unicorn Variations”,… Y en el año 2010 fue incluido en el Salón de la Fama de la ciencia-ficción de manera póstuma.

“La Tierra Cambiante”, como ya lo fue “Dilvish, el Maldito”, es una afortunada síntesis de las novelas de acción, de fantasía y de magia. Una obra divertida, un entretenimiento que no pretende alcanzar las cotas de relevancia de la literatura fantástica más reciente, tan grandilocuente, tan épica y tan compleja. Zelazny tiene como único fin divertir al lector a partir de lectura fácil y rápida, con un texto sintético y directo, que prescinde de adjetivos para centrarse en la acción, y que reduce la descripción a un par de pinceladas. Prosa seca y directa, sin ornamento ni arabescos, parca en adjetivos, diálogos cortos y directos.
Espadas, armaduras, brujos, vampiros, demonios,… Elementos clásicos del género que nos demuestran que no es necesario inventar ni innovar para alcanzar la excelencia. La maestría de su autor consigue mantener la verosimilitud de sus personajes, de los protagonistas y de todos sus secundarios. No necesita más. Y es que Zelazny es uno de los maestros del género, autor de una época algo olvidada, injustamente ignorada, pero que muchos añoramos con nostalgia y que es obligatorio recuperar ahora que la literatura de fantasía vuelve a estar de moda. Que La Factoría de Ideas publique “Dilvish, el Maldito” y “Dilvish. La Tierra Cambiante” es un primer paso.

Dilvish. La Tierra Cambiante.
Autor: Roger Zelazny
Traducción: Silvia Schettin Pérez
Ilustración de cubierta: John Sullivan
Título original: The Changing Land
ISBN: 9788498007534
Formato: 23x15cm. Rústica.
Páginas: 256
Precio: 20,95 euros