El Antiguo Egipto nunca ha sido uno de los lugares y momentos predilectos de la Historia donde los artistas contemporáneos han ambientado sus historias, y escritores o cineastas han preferido poner su interés en la opulenta, hedonista y dionisíaca Roma. En el caso del cómic la cosa anda por los mismos derroteros, puesto que salvo un álbum de Ásterix, la Ishanti de Crissé, un par de aventuras de Blake y Mortimer o Alix, poca cosa más hay. El Papyrus de Lucien de Gieter es la excepción.
Leer Papyrus es como leer un libro de mitología. Hombres a merced de la voluntad de los dioses, dioses que protegen o maldicen a héroes enfrentados a un destino incierto. Magia y fantasía en estado puro, con todo el panteón de los dioses egipcios de fondo en aventuras meticulosamente documentadas.
En este integral Papyrus lucha junto a la princesa Teti-Sheri para salvar a Egipto en tres cuentos maravillosos. En La momia sumergida, la esposa de Sebek, el dios cocodrilo, ayuda a nuestros protagonistas a salvar el linaje de Egipto. En El señor de las tres puertas, los hombres de oro amenazan con adueñarse del Nilo y condenar a Tebas a una sequía eterna. En El coloso sin rostro, la maldición de un pueblo hará que sobre Papyrus recaiga un destino peor que la muerte.
El Antiguo Egipto es una de las civilizaciones más misteriosas que han existido en el mundo, un instante singular en la historia del hombre ubicado en un lugar (el cauce medio y bajo del río Nilo) y un momento concreto (si unos 3.500 años pueden considerarse un momento) cuyos ecos siguen resonando en el mundo contemporáneo. Para el griego Heródoto de Halicarnaso, los egipcios eran “los más religiosos de los hombres“. La religión era el componente esencial de la civilización faraónica y las divinidades de su panteón, innumerables. Así lo reflejan las paredes de las tumbas y los monumentos que han llegado hasta el presente, repletas de secretas escenas rituales. Sus grandes dioses cósmicos, a sus genios emisarios, a las deidades locales y a los oscuros demonios del inframundo dominaron el mundo egipcio, otorgaron el poder a los faraones y los sacerdotes, y siguen fascinando al mundo contemporáneo. Tal es nuestra fascinación que cada vez que Zahi Hawass, el Ministro de Antigüedades de Egipto, anuncia un nuevo descubrimiento, que se ha hallado un yacimiento arqueológico bajo las arenas con sus correspondientes momias, el mundo se detiene y los noticieros de medio mundo se hacen eco de ello.
Sorprende que, con esta fascinación que explicamos que nos provoca el Antiguo Egipto, la literatura, el cine o el cómic no han sido habituales visitantes de las arenas del desierto ni de las caudalosas aguas del río Nilo. Hay verdaderas obras maestras, por supuesto, desde la “Cleopatra” de Joseph L. Mankiewicz hasta “Sinuhé, el egipcio” de Mika Waltari, y también best-sellers como “El callejón de los milagros” de Naguib Mahfuz, “El amargo don de la belleza” de Terenci Moix o “Ramsés” de Christian Jacq. En el caso de los cómics, salvo los divulgativos, pocos más me vienen a la cabeza que los mencionadas en la introducción: la “Cleopatra” humorística de Martz-Schmidt, las referencias a los dioses de Egipto que incluye Enki Bilal en su trilogía de Nikopol, el Tintín de “Los Cigarros del Faraón” de Hergé, “Keos” de Jacques Martin, “Corian” de Jacques Debruyne, y poco más. Y en su mayoría se ubican durante el Imperio Nuevo, el tiempo de la expansión egipcia fuera de sus límites naturales, época de la supremacía del poder sacerdotal y su enfrentamiento con el poder del faraón.
“Papyrus“, el clásico de Lucien de Gieter ambientado en el antiguo Egipto y cuya primera aparición se remonta al año 1974 en la revista “Spirou“, se ha reeditado en castellano tras muchos años descatalogado. Debemos agradecérselo a Dolmen Editorial, que en el marco de su prolífico sello Fuera Borda a través del cual apuestan por publicar integrales de álbumes clásicos del cómic francobelga ha publicado la primera entrega del integral que incluyen las tres primeras historias del joven héroe egipcio, publicadas entre 1974 y 1977, de entre las más de treinta que hay hasta el año 2015. Son “La momia sumergida” (“La momie engloutie“), “El señor de las tres puertas” (“Le maître des trois portes“) y “El coloso sin rostro” (“Le colosse sans visage“), publicadas originalmente en la revista “Spirou” de forma serializada y por Dupuis en forma de álbum, y que están ambientadas en torno al siglo XIII a.C. aproximadamente.
En “La momia sumergida” conoceremos a Papyrus, un joven y humilde pescador egipcio, noble y valiente, al servicio del faraón Meremptah de la XIX dinastía, que descubre accidentalmente un complot para deshacerse de la única hija del faraón, Teti-Sheri, que ha sido momificada en vida y arrojada al Nilo por los conspiradores. Los dioses han decidido que la chica reine un día en Egipto, y han elegido a Papyrus como instrumento de ese destino. Para ello la diosa de los cabellos resplandecientes, la hija de Sabek, el dios cocodrilo, acompañará al joven guerrero y le echará una mano en los momentos de necesidad.
En “El señor de las tres puertas” el río Nilo se está secando de forma lenta e inexorable, pese a las ofrendas, las oraciones y las predicciones. Papyrus, que se ha convertido en un fiel servidor del faraón, acompañará a una expedición a remontar el río para descubrir la causa de la sequía y se encontrará con un complejo misterio relacionado con un antiguo faraón que reclama el poder que le fue arrebatado, una ciudad de oro sepultada, un ejército imparable, las Tres Puertas y el Ojo de Ra.
Y en “El coloso sin rostro” Papyrus se adentrará en una ciudad oscura y olvidada por el tiempo, espada mágica en mano, a petición de un viejo rey para encontrar a su hijo perdido. Engañado y maldito, deberá recurrir a Teti-Sheri para salir del apuro y sobrevivir a la más peligrosa de sus aventuras.
Como hemos comentado antes, el mundo egipcio es uno de los que más sólidamente apoyaban sus estructuras sobre la religión, y es imposible analizar esta sociedad antigua sin sumergirnos en su prolífica mitología. Como no podía ser de otra manera, “Papyrus” es una obra en la que los dioses se convierten en personajes activos, intervienen para decantar la balanza y modificar el destino, y determinan de forma directa el actuar de los héroes, Papyrus y Teti-Sheri. Es evidente que Lucien de Gieter pone mucho más interés al componente fantástico, en la magia y la aventura, que en el rigor histórico. La verosimilitud no es su objetivo. Y en próximas entregas, cuando el dibujante consolide su estilo, y opte por viñetas más grandes, la representación de los grandes monumentos egipcios de Lucien de Gieter en espectaculares ilustraciones se convertirán en uno de los elementos más destacados de “Papyrus“. En este caso, las primeras aventuras del valeroso egipcio pecan aún de cierta candidez, de un dibujo poco definido con mucha mancha, a medio camino entre el realismo y la línea clara que también veremos en Percevan o Yoko Tsuno, y guiones algo desordenados. Lucien de Gieter trabajó durante años en el estudio de Peyo, colaborando en algunas de las aventuras de los Pitufos, y entre 1969 y 1973 se encargó de la serie “Poussy“, y antes de empezar con Papyrus, De Gieter creó para Spirou series como “Pony” o “Tôôôt et Puit“.
Las aventuras de Papyrus tuvieron un paso fugaz por nuestro país, en álbum de la mano de Sepp Mundis y Ediciones Junior o en forma de fasículos en “El Pequeño País” y “Cavall Fort”, y llevaban descatalogadas muchos años hasta que Dolmen Editorial la ha rescatado del olvido en el marco de su Fuera Borda. Esta colección se ha convertido en el salvavidas de muchas series de BD francobelga y, tal y como está sucediendo con todos los títulos de la línea Fuera Borda de Dolmen Editorial, desde “Johan y Pirluit” hasta “Casacas Azules“, pasando por “Benito Sansón“, “Modesto y Pompón“, “Merlín” o “Bobo“, los nostálgicos aplaudimos las reediciones de clásicos del cómic francobelga en castellano que nos ofrece la editorial mallorquina Dolmen Editorial, que además siempre llegan cargadas de abundantes e interesantes extras.
Papyrus (1974-1977)
Autor: Lucien de Gieter
ISBN: 978-84-18510-13-7
Formato: 21x28cm. Tapa dura. Color.
Páginas: 168
Precio: 29,90 euros
Pues de empatía con las pelis de zombies entre 0 y nada, así que hice bien en no verla. Y…