Imagina que una mañana cualquiera te despiertas, vas a la cocina a hacerte el café, te asomas a la ventana, miras el cielo… y descubres un planeta idéntico al nuestro en el firmamento. Esta es la singular premisa argumental de “Otra Tierra“, una película de Mike Cahill que se podría calificar como ciencia-ficción indie intimista… si este género existiera.
En “Otra Tierra” (“Another Earth“) Rhoda Williams es una joven que busca la forma de reparar una terrible tragedia: siendo menor de edad, bebida, provocó un terrible accidente de tráfico en el que falleció una mujer y su hija y ahora, tras salir del reformatorio, busca al marido y padre de las víctimas para redimir su culpa. Rhoda vive en un mundo como el nuestro, salvo que, repentinamente, a lo largo de la noche, en el cielo aparece un planeta misteriosamente idéntico a la Tierra, como un gigantesco espejo suspendido sobre nuestras cabezas. Para Rhoda, que no tiene ninguna perspectiva de futuro, ese extraño e inquietante planeta constituye su última esperanza. Llevada por la necesidad vital de enfrentarse a su pasado, Rhoda termina presentándose en la casa del hombre cuya vida alteró irremisiblemente y a través de una mentira se cuela en su vida. Confusos, recelosos y repletos de dudas en torno a su propia identidad, Rhoda y el hombre inician una inverosímil a la vez que peligrosa relación amorosa. Pero cuando Rhoda tiene la increíble oportunidad de viajar a Tierra 2, se pondrá de manifiesto la oculta realidad de su relación y se suscitará la cuestión: ¿Y si de los enigmas del universo que aún no conocemos el mayor somos nosotros mismos?
Dirigida por Mike Cahill en lo que era su opera prima tras haber trabajado en varios documentales, protagonizada por Brit Marling, William Mapother y Jordan Baker, la película es una producción independiente y de escaso presupuesto que nos hablaba de temas tan profundos y abstractos como la redención, la soledad, la ilusión por una nueva vida, la condición humana o las expectativas del cambio aprovechando como excusa una premisa sin lógica ni verosimilitud, más propia de la ciencia-ficción aunque sin fundamento científico alguno: una réplica de la Tierra aparece de repente en nuestro firmamento, sin que nadie hubiese visto su llegada con antelación, y eso no provoca ningún efecto físico visible sobre nuestro planeta. Así, la aparición de un segundo planeta Tierra es un escenario fantástico que sirve de excusa para tratar temas de mayor profundidad, una simple metáfora, y posiblemente se podría haber prescindido de ello para contar la misma historia.
Pues yo la disfruté, no me pareció tan absurda porque, bueno, ya se veía que algo raro iba a pasar.…