Con escasos recursos, pero un significativo uso de la fotografía en blanco y negro para crear atmósferas asfixiantes próximas a la pesadilla, Jean Luc-Godard se atreve a contar en Alphaville una historia futurista distópica de inspiración orwelliana en la que un periodista viaja a otro planeta para indagar sobre la máquina que domina a los ciudadanos y prohíbe cualquier tipo de comportamiento que no sea lógico. Cine de autor en estado puro que provoca en el espectador desasosiego y desconcierto ante un argumento en el que todos los comportamientos y actitudes resultan imprevisibles y deshumanizados. Básicamente el objetivo es ese, mostrar un mundo delirante, descolocar y alertar sobre el peligro de un futuro en el que se prive al hombres de sus sentimientos y emociones. La factura y el estilo es completamente retro, pero el tema no puede ser de mayor actualidad, así que podríamos decir que la película acierta en el fondo, aunque su forma no sea la más atractiva para el espectador actual. Por eso mismo Alphaville se trata de una película de culto, especialmente interesante para cinéfilos todoterreno.
Aún no he terminado de leer (y de comprar) todo The Expanse pero a esta nueva trilogía me subo a…