En “Muerte de la Luz“, otro libro de George R.R. Martin publicado por Ediciones Gigamesh, es tan importante la descripción del escenario como la de la historia que se narra. Porque lo que la hace una obra tan especial es su apología del crepúsculo como imagen y como metáfora.

http://www.via-news.es/images/stories/libros/gigamesh/muertedelaluz.jpgMuerte de la Luz
George R.R. Martin
Gigamesh
SBN: 9788496208940
304 páginas
Rústica
18.00 €

Una historia de amor con las estrellas como telón de fondo.

Worlorn, durante su esplendor, albergó el fastuoso Festival de los Mundos Exteriores; ahora es un planeta moribundo que se aleja irremediablemente de la Rueda de Fuego para sumirse en una noche sin fin. A él viaja Dirk t’Larien con la esperanza de reencontrar el amor de Gwen Delvano y expiar errores del pasado; pero en su lugar hallará a Gwen unida por jade-y-plata a Jann Vikary y a su teyn Garse Janacek, en un vínculo incomprensible de amor y de odio, tan terrible y a la vez tan grandioso como el fin inevitable de Worlorn.

Muerte de la luz es una de las historias de amor más hermosas jamás contadas. Su protagonista se debate entre el amor egoísta, que reclama el ser amado para sí, y la lealtad a un grupo, ese otro tipo de amor que es a la vez instinto de supervivencia en un entorno hostil como el de Worlorn. Martin, con su prosa delicada y sincera, hechiza al lector y lo conduce a través de ciudades y paisajes de ensueño hasta lo más profundo del alma humana.

Antes de sobresaltar a una generación de lectores de fantástico (y unos años más tarde a una legión de teleespectadores) con la sádica y metódica eliminación de todo aquel personaje que mola en Juego de Tronos, un joven George R. R. Martín ya se había consagrado como autor promesa con Muerte de la Luz, una novela de ciencia ficción que ha llegado a convertirse en un referente, si bien un tanto oscuro: de esos que los fans más recalcitrantes echan a la cara a esos recién llegados “que sólo han leído Dune y Fundación” (así somos los frikis, integradores….).

Es inevitable que, cuando un autor encuentra un éxito incontestable, las editoriales rebusquen en su catálogo y en la obra del autor en cuestión para sacarle partido al interés del público. Así pasa con George R. R. Martín y su muy merecido éxito con Juego de Tronos, primero dentro del “mundillo” y, tras la adaptación a la pequeña pantalla de sus libros, a nivel global. Pero a veces, como en este caso, eso nos permite recuperar obras que habían caído en el olvido.

http://www.via-news.es/images/stories/libros/gigamesh/muertedelaluz2.jpgEn el libro seguimos las desventuras de Dirk T’Larien un ¿antropólogo? estelar que recibe un mensaje de su ex, Gwen Delvano a través de una prenda de amor y viaja a un mundo agonizante para ¿salvarla? ¿recuperarla?

Worlorn, el mundo al que llega es un planeta errante, que no órbita alrededor de una estrella, como lo hace la Tierra y que no comparte con ella el ciclo de nacimiento-crecimiento-decaimiento-muerte y resurrección que son al fin y al cabo las estaciones del año.

Worlorn surge de un invierno eterno y está destinado a volver a él y, en su efímero verano, ha sido escenario de un Festival, de una Exposición Galáctica, en el que todas las civilizaciones procedentes de la olvidada expansión de los humanos desde la Antigua Tierra, han celebrado y compartido sus divergentes culturas en una celebración de unidad, que ahora, en sus días postreros también sirve de exhibición del “reverso tenebroso” de las civilizaciones que lo construyeron.

Dirk se encuentra a Gwen inmersa en un extraño cruce cultural. Comparte la unión de jade-y-plata con Jaan Vikary y  su teyn Garse Janacek, una relación más allá de un matrimonio y sujeta a la compleja serie de normas sociales de la cultura kavalar.

Gwen, antropóloga, como Dirk, comparte con su “esposo” su objetivo de abrir al exterior la cerrada y violenta cultura kavalar y en pos de ese objetivo se enfrentan a un grupo de kavalares que han decidido hacer de los rescoldos del Festival de los Mundos Exteriores un campo de caza al estilo Depredador.

Es cierto que la historia de amor a tres (cuatro) bandas es un trasunto de Cumbres Borrascosas, con rudos montañeses con sus melenas al viento de los Highlands y los imposibles amores y pasiones encontrados, pero creo sinceramente que (al margen de una posible intención del autor de purgar alguna experiencia personal…) no se trata más que de un Macguffin, lo que le interesa al autor es describirnos un concepto: la idea original de un mundo en camino inevitable hacia su extinción y la de los últimos estertores de una cultura brutal e inevitablemente destinada igualmente a su desaparición como tal, así Worlorn vive un destino paralelo al de los kavalares que lo habitan y usan como zona de guerra.

El libro es denso y de lectura menos fluida que otros textos posteriores del autor, cuyo estilo ha evolucionado claramente, pero lo cierto es que contiene pasajes muy bien escritos, historias muy interesantes (como la serie de acontecimientos, guerras, masacres y desastres naturales que configuraron la cultura kavalar) y los temas preferidos del autor: el honor, la asunción de responsabilidad, la relatividad histórica (los que ahora son los “malos” lo son por una afrenta previa de los “buenos”). Después de leerse deja el poso de haber leído mucho más de sus apenas 300 páginas (para bien y para mal)