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Los dos amantes de “Los amantes del Círculo Polar” jamás pudieron consumar su frustrada historia de amor. El destino siempre dio la espalda a Ana y Otto, de nombres capicúa, cuya apasionada y secreta historia de amor, repleta de casualidades que ya quisiera la Ley de Murphy, se extiende desde los ocho años hasta los veinticinco, en tres partes (infancia, adolescencia y madurez), para cerrarse de forma trágica en Finlandia, en el mismo Círculo Polar Ártico.
Estrenada hace más de veinte años, en septiembre de 1998, “Los amantes del Círculo Polar” es uno de los pocos títulos de culto que ha dado el cine español, de un director con un universo propio y singular que suma varias películas de culto en su filmografía. Tiene, como no podía ser de otra manera, fieros defensores y furibundos detractores.
La película del director donostiarra Julio Medem, su cuarto largometraje, protagonizada por Najwa Nimri, Fele Martínez, Maru Valdivielso, Nancho Novo, Peru Medem, Sara Valiente, Víctor Hugo Oliveira, Kristel Díaz o Pep Munné, entre otros, que nos narraba una historia de amor hermosa pero dramática, de un hombre y una mujer que se conocen, que se enamoran y que dedican el resto de sus vidas a buscarse, recibió varios galardones de prestigio (dos premios Goya al montaje de Iván Aledo y a la maravillosa música de Alberto Iglesias), sumó una taquilla generosa y cosechó buenas críticas.
El paso del tiempo le ha sentado bien a “Los amantes del Círculo Polar“, pues la fotografia de Gonzalo F. Berridi es intemporal, y la sensibilidad y la poesía de los diálogos no han caducado. “Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. Podría contar mi vida uniendo casualidades.

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