Las ocho montañas posee la magia de las películas que descubres casualmente y te terminan conquistando. Es un relato sobre relaciones personales y el paso del tiempo centrado en dos amigos que se conocen de niños y mantienen su amistad gracias al amor a la montaña y la naturaleza, también al recuerdo del padre de uno de ellos. El argumento es sencillo, pero rezuma nostalgia y verdad, te atrapa y te emociona serenamente y llegas a sentir aprecio y cariño por cada uno de los personajes que van apareciendo, todos cercanos, todos verosímiles quizás gracias a sus contradicciones. Rara avis en un panorama cinematográfico que se decanta por dramas intensos o emociones fuertes porque su apuesta es más por lo humano, lo lírico y lo contemplativo, pero siempre con algo que decir a través de la cámara para que el visionado no se haga ni lento ni pesado. Una de esas películas que puedes recomendar a todo el mundo ya que en ella sobresalen la sensibilidad y el buen gusto.
Aún no he terminado de leer (y de comprar) todo The Expanse pero a esta nueva trilogía me subo a…