A finales de los años ochenta Chris Claremont se reinventó a sí mismo y creó un grupo mutante realmente diferente y original, lleno de aventuras interdimensionales y humor: Excalibur.

Quizás la mejor etapa del mejor cómic nunca producido por la Casa de las Ideas corresponde a los primeros diecisiete números de este grupo de superhéroes con sede en Gran Bretaña, creado tras dar por muertos a los X-Men en los acontecimientos narrados en “La Caída de los Mutantes“, liderado por el Capitán Britannia, y con los ex-Hombres-X Rondador Nocturno, Kitty Pride (y su dragón Lockheed) y Rachel Summers entre sus integrantes, acompañados por un personaje creado para la ocasión (la deliciosa hada metamorfa Meggan).

Excalibur” mezclaba humor, acción a raudales, guiones ingeniosos del maestro Claremont con alocados viajes interdimensionales, y un dibujo excelso del mejor dibujante de superhéroes de todos los tiempos, el inglés Alan Davis. La Banda Loca, Rompepuertas, Arcade, los Lobos de Guerra, Saturnina, Necrom,… ¿quién necesitaba a los Centinelas, al Nido o a Magneto? Por ejemplo, la disparatada saga de las Dimensiones Alternativas es de lo mejor que se ha hecho jamás en La Casa de las Ideas.

La serie vivió algunos altibajos, la salida de Claremont, el baile de dibujantes, la llegada de Scott Lodbell, pero el regreso de Alan Davis, en solitario y como autor completo, entre los números 42 a 50 devolvió la serie al Olimpo de la historia del cómic de superhéroes, recuperando todos los cabos sueltos de la serie y cerrando el círculo en un final magnífico.